El 8 de junio pasado, Néstor de Gruttola se ahorcó en su local de electrodomésticos, donde desde hacía una década, además de vender artículos del hogar, manejaba una financiera informal; vecinos de esa ciudad y de localidades cercanas apostaron todos sus ahorros y ahora reclaman en causas penales y civiles; el monto de la defraudación es millonario en dólares
“Mirá si era avaro este hombre que no pagó ni la soga con la que después se ahorcó”, reflexionan en voz alta y con bronca a metros de la estación terminal de Mercedes cinco damnificados por el sorpresivo suicidio de Néstor De Gruttola, quien desde hace tiempo, además de estar al frente de la casa de electrodomésticos que heredó de su padre, también recibía dinero en calidad de préstamo por el que pagaba intereses sospechosamente altos en pesos y dólares en lo que sus vecinos definen como una “pseudo financiera” cuya máxima garantía, como antaño –y en especial, en los pueblos– eran la palabra y la confianza.
Todo funcionó bastante bien durante más de una década, en la que se especula que alrededor de 4000 personas, no solo de Mercedes (ciudad de 65 mil habitantes ubicada a 96 kilómetros al oeste de la Capital), sino también de distintas localidades cercanas como Lobos, Navarro, Las Heras, San Vicente, San Andrés de Giles, Pergamino, Suipacha, Chivilcoy y otras tantas, le confiaron sus ahorros.
Hasta que el último 8 de junio pasado, De Gruttola salió de su comercio, entró a la ferretería de enfrente, pidió una cuerda larga y fuerte y le dijo a su colega comerciante: “anotamelá”. Luego cruzó la avenida 2, ingresó a un predio de su propiedad, preparó un lazo corredizo, hizo los nudos, se colgó y ahorcó.
Néstor De Gruttola y su esposa, Claudia Parodi
Todo quedó filmado por las cámaras de seguridad del predio donde, hasta ese mismo día, De Gruttola recibió dinero de ahorristas que hacían cola en la calle atraídos por los jugosos intereses ofrecidos. De inmediato, la policía descartó un homicidio. Sí se encuentra en trámite la averiguación de las causas que pueden haberlo llevado a quitarse la vida.
Los abogados que representan a las distintas partes esperan con ansiedad que, de una vez por todas, sea abierto el teléfono celular de De Gruttola. Quieren saber si alguien pudo haberlo instigado al suicidio o quitado el respaldo a su actividad financiera, y, él, al verse acorralado, tomó la drástica decisión. Además, eso servirá para saber cómo era su trato con la gente, cómo se manejaba y qué les prometía en materia de intereses.
También tramitan otras causas paralelas: en el fuero penal, por la presunta estafa y para dilucidar si funcionaba un esquema de asociación ilícita en el que participaban más personas, y en el civil, por el reclamo de resarcimiento a los ahorristas que le confiaron su dinero al comerciante, para lo cual es necesario abrir el camino de la sucesión.
Además de las cuatro mil personas que prestaron a De Gruttola sus ahorros durante todos estos años, también se mencionaron montos siderales relacionados a este negocio paralelo: unos 35 millones de dólares. Pero la Justicia aún no cuantificó la defraudación, por lo que todo está en el terreno de las suposiciones.
En la investigación que realiza la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIJ) N°6 de Mercedes, a cargo del fiscal Luis Carcagno, aparecen 1700 personas en los listados aparecidos en el allanamiento de la casa de electrodomésticos. Allí también se secuestraron recibos y computadoras.
Hay varios pedidos de quiebra y 274 demandas presentadas. “Los que entregaron sumas muy altas es posible que no reclamen porque es dinero que no lo tienen blanqueado, llamémosle lavado”, define una fuente judicial, que agrega: “El negocio tenía policía de custodia en la puerta porque habían entrado a robar hacía un tiempo. La gente repite que cuidaban la financiera. Pero estaba porque a varios en la cuadra les habían robado. De Gruttola venía con una depresión desde hacía más o menos un año porque había fallecido el hijastro”.
Además desde la UFI N°6 se libraron oficios a la AFIP y a otros organismos de control para establecer si De Gruttola Hogar estaba habilitado para prestar servicios financieros de captación de ahorros, algo bastante improbable.
¿Qué dicen los damnificados?
“Yo fui a cobrar el 3 de junio mis intereses; me pidió unos días más: ‘aguantame, venite el 14', me dijo, pero el 8 se ahorcó”, detalla Domingo Leoni, de 68, jubilado. Completa: “Me agarró con dos millones y medio de pesos y 1500 dólares, ahorros de toda mi vida. Los últimos meses se venía atrasando, pero pagaba. Ahora no sabemos qué hacer, nadie responsable ni nos da respuestas efectivas”.
Oscar Albornoz, de 65 años, muestra los contratos que les firmaba De Gruttola y una especie de cuponera con los recibos que les entregaba cuando recibía el efectivo: “Vendí un camión que tenía y en total puse unos 2.800.000 pesos y 35.000 dólares. Él pagaba entre el 5 y el 10% mensual. Tenemos toda la documentación, pero solo recibimos evasivas de la familia, que no responde”, explica Oscar, quien además en septiembre fue denunciado por “amenazas” por la madre de Néstor De Gruttola, Delia Elena Biagini.
“Encima de que el hijo me estafó, la madre me denuncia. Acá hay un personaje clave que no apareció más: Juan Silva, de San Andrés de Giles, que era la mano derecha de De Gruttola y recibía el dinero; él lo presentaba como contador”, comenta Albornoz, indignado. Se cree que Biagini lo querelló porque un grupo de perjudicados se concentró frente a su negocio de la avenida 2 para dialogar.
Oscar Acosta, de 58 años, cuenta que confiaba su dinero a De Gruttola desde hacía dos años: “Puse un millón y medio de pesos de entrada y me quedaron dos millones y medio adentro. Todavía no puedo creer que se haya matado, dejándonos con una mano atrás y otra adelante”.
Mario Montoya, de 75, solo pretendía irse de vacaciones con los intereses del 10% mensual que le dejarían los 4722 dólares que entregó y nunca más volvió a ver: “Eran para irme unos días de descanso con la ‘patrona’. Todos confiábamos porque hasta había un policía adentro y uno afuera; pensábamos que era legal y ahora nadie da la cara; la viuda nos responde con evasivas”.
Estela, esposa de Alejandro Rodas, otra de las familias perjudicadas, relata: “Siempre pensamos que era todo legal. Había policía adentro y afuera, custodiando, y se armaban largas filas, más para depositar que para comprar. Nosotros le dimos 600 mil pesos de ahorros justo el día que se suicidó. Antes de matarse estuvo recibiendo plata. Queremos saber dónde está no solo eso, sino el resto de lo que fue acumulando todos estos años”.