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La verdadera historia de los Caballitos de Marly, la escultura más icónica del Parque San Martín

La historia de los Caballitos de Marly del Parque, que ornamentan el ingreso del paseo mendocino, transpuesto los Portones a través de la Avenida del Libertad es interesantísima de narrar.

Jueves, 9 de Junio de 2022

Se trata de dos grupos escultóricos integrados por un caballo salvaje y domador ubicado uno a cada lado de la avenida entorno a una rotonda.

La obra es una reproducción del artista francés Berthier encargada por el gobierno de la provincia en 1911 a la firma francesa de los señores Sahores y Ojeda, por el valor de 35 mil francos pagaderos en tres veces. El decreto de aprobación del contrato con la firma parisina tiene fecha de abril de ese año y fue firmado por el gobernador de la provincia, Rufino Ortega (h). En dicho contrato se estipula la realización de la “reproducción en mármol blanco de Carrara, de primera calidad, de los Caballitos de Marly”.

Los Caballitos de Marly originales.

La historia de los Caballitos de Marly esta vincula con el reinado de Luis XIV en Francia. El “Rey Sol”, representante más importante del la monarquía absoluta en Europa, hizo construir en las afueras de Paris, en el condado de Marly le Roy un palacio que se convertiría en su residencia intima y de descanso fuera del mundanal Palacio de Versalles.

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Museo del Louvre

Los caballos de Marly son dos grupos escultóricos que representan unos caballos salvajes y sus palafreneros realizados en mármol de Carrara por Guillaume Coustou entre 1743 y1745. Fueron encargados por Luis XV para decorar la entrada del parque del Palacio de Marly, para reemplazar dos esculturas -caballos alados- de Antoine Coysevox.

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Ya trasladados, en Avenida de los Campss Elyséss.

En 1794 fueron trasladas a la Plaza de la Concordia en la entrada de los Campss Elyséss. En el año 1984 el gobierno francés decidió, por cuestiones de conservación, remplazar las dos esculturas por copias y trasladar los originales al Museo de Louvre donde se exhiben actualmente.

    “Cada grupo está conformado por dos figuras: un caballo y un domador. Aunque es el mismo tema, se diferencian las posiciones y formas, tanto del caballo como del domador. Han sido colocadas de modo que las figuras y caballos se encuentran de frente a la avenida que corre en medio. Los conjuntos escultóricos, de 1,90 m de altura cada uno, se alzan sobre un basamento de 4 m. de altura aproximadamente.

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    Siguen el espíritu de dinamismo imperante en el gusto de la época. Los caballos se espantan y agitan con frenesí ante el domador. Por su lado, los domadores hacen gala de su fuerza y energía por dominar la naturaleza salvaje de los animales.

    Debido a que se espantan y encabritan, solamente se apoyan en sus pastas traseras, por lo que el artista ha colocado debajo formaciones rocosas para dar más apoyo a la figura.

    Caracteriza este conjunto el equilibrio de proporciones, tanto de las figuras humanas como de los caballos y la relación entre ambas. Las formas han sido tratadas con verismo en cuanto a anatomía, pero tanto las figuras humanas como los caballos han sido idealizados de acuerdo a conceptos de belleza clásica.

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    Además de la denominación de “Caballos de Marly”, recibieron el nombre de “Los Domadores”, representados por un francés y un americano. El emplazado al sur lleva un carcaj con flechas en banderola, señalando el carácter indígena americano.

    Esta obra, como conjunto, constituye un valioso motivo de expresión barroca, en que tensión, movimiento y corporeidad otorgan una expresión dramática, resaltando de esta forma el tema.

    En la actualidad la crítica reprueba unánimemente la copia (por más fiel que sea) de una obra que fue concebida como ejemplar único, y que es expresión directa de su época. Sin embargo, todavía hacia la primera década del siglo y tanto en Europa como en América, se le adjudicaba a la copia, por reflejo, el valor auténtico que tenía la original”. (14)

“Aunque el tema de la representación de caballos en el arte tiene una rica tradición que se remonta a la Antigüedad Clásica y resurge a partir del Renacimiento, los domadores poseen un importante ejemplo en la “Fuente de las Nereidas” realizada por Lola Mora (inaugurada en 1903), que presenta en la parte inferior el motivo de tres domadores que sujetan por la brida a caballos encabritados”. (15)