En lo que va de 2025 se realizaron 78 vinculaciones, de las cuales 17 fueron interrumpidas. La mayoría de los rechazos se produce en adopciones de niños y adolescentes de entre 7 y 18 años.
El proceso de adopción en Mendoza enfrenta avances y dificultades que reflejan una realidad compleja. Según datos del Registro Provincial de Adopciones, actualmente hay 114 niños, niñas y adolescentes en condiciones de adoptabilidad, mientras que un total de 646 permanecen judicializados en alguno de los 45 hogares que tiene la provincia.
En 2024 se concretaron 128 adopciones, aunque 32 fueron interrumpidas. Del total, 65 correspondieron a niños de entre 0 y 6 años, 60 a chicos de entre 7 y 13 años y solo 3 a adolescentes de entre 14 y 18 años. Además, 12 tenían alguna discapacidad. Ese año, el 71% de los casos alcanzó sentencia definitiva.
Durante 2025, hasta la fecha, se registraron 78 vinculaciones: 35 con niños pequeños (0 a 6 años) y 43 con chicos mayores (7 a 18 años). Sin embargo, 17 de ellas fueron interrumpidas, de las cuales 12 correspondieron a niños y adolescentes de entre 7 y 18 años, lo que evidencia las mayores dificultades que enfrentan las adopciones en esas edades.
Desde la Justicia explicaron que "es frecuente que las vinculaciones que fracasan se den en esos rangos etarios, ya que muchas vinculaciones son más difíciles a medida que crece la edad". Sin embargo, remarcaron que la tendencia muestra un cambio de paradigma, con un aumento en la adopción de chicos mayores a 7 años.
En cuanto a los grupos de hermanos, en 2024 fueron 18 los que encontraron una familia y en lo que va del 2025 la cifra asciende a 10.
El Registro Provincial advierte que si bien los procedimientos de adopción se han agilizado en los últimos años, el contexto social y la baja cantidad de familias inscriptas siguen condicionando el proceso. En 2024 se registraron 162 solicitudes para adoptar en Mendoza, mientras que en 2025 el número cayó a 80 hasta el momento.
La situación deja al descubierto el desafío de garantizar el derecho de niños y adolescentes a crecer en un entorno familiar, especialmente en los casos de mayores de 7 años y de aquellos con discapacidad, donde las posibilidades de integración suelen ser más complejas.