La primavera parece haber dado un paso en falso. Tras una semana de mañanas frescas y tardes templadas que invitaron al aire libre, Mendoza se prepara para recibir a la tormenta de Santa Rosa, ese fenómeno que cada año se instala en el imaginario popular como un presagio de cambio. Y esta vez, según los pronósticos, lo hará con fuerza.

La meteoróloga Elizabeth Naranjo Tamayo confirmó que el sábado será el día clave: lluvias persistentes, temperaturas en descenso y una recomendación clara para los mendocinos -quedarse en casa. Las máximas caerán a valores entre los 12 y 15 grados, marcando un brusco contraste con los días previos.

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Pero más allá del parte meteorológico, la tormenta de Santa Rosa arrastra una historia que mezcla fe, leyenda y clima. Se recuerda cada 30 de agosto, día de Santa Rosa de Lima, patrona de América, y se vincula con un episodio ocurrido en el siglo XVII, cuando una tormenta impidió el desembarco de piratas holandeses en Perú. Desde entonces, cada temporal cercano a esa fecha lleva su nombre.

En Mendoza, el fenómeno se explica por el choque entre masas de aire cálido que anuncian la primavera y los frentes fríos que aún resisten el retiro invernal. Pero en el imaginario local, Santa Rosa es mucho más que una explicación técnica: es una señal, un ritual climático que marca el pulso de la transición estacional.

Este fin de semana, la provincia volverá a vivir ese cruce entre lo simbólico y lo atmosférico. Y como cada año, la pregunta se repite: ¿cuánto hay de mito y cuánto de meteorología en esta tormenta que nunca falta?