Una mesa, sillas, unos pocillos cargados con café y buena data. Todo lo necesario para desarrollar temas que mueven la aguja cotidiana y que pocos saben.
Esquina neutral, territorio desmilitarizado en medio de la guerra política que se libraba en los medios, los pasillos del poder y hasta en los chats familiares. La mesa la ocuparon los cuatro de siempre. Como cada jueves, sin falta, a las siete en punto, se congregaron en la vieja cafetería de Aldo, con aroma a tostadas viejas y discusiones nuevas. Se juntaban a analizar, a adivinar el futuro, a quejarse del pasado y a reírse del presente.
-¿Vieron lo de la vice? -soltó Gastón mientras daba el primer sorbo a su cortado-. Gastón, al que sus amigos llaman el Magistrado, porque es secretario en un juzgado y su juez no aparece nunca, siempre pide un cortado en jarrito. -Todavía no puede saltar de partido, los nuevos la tienen en cuarentena ideológica.
El Flaco esbozó una sonrisa cansada, como de quien ya ha visto todo. Es el político profesional del grupo, desde que tenía 20 años, con carnet de al menos cinco partidos en su historial. Siempre con un café chico bien cargado enfrente, con ojeras, con algún dato nuevo y sus genes con los dedos en "V".
-Lo que pasa es que no saltó bien. Cuando uno cambia de partido tiene que hacerlo con estilo. Una frase rimbombante, una foto llorando, un enemigo claro. Si no, parece oportunismo. y eso está mal visto, incluso en nuestra profesión.
-En Tribunales la comentan como si fuera una novela -dijo el Magistrado-. El juez me preguntó si ella iba a terminar presa por infidelidad política. Le dije que en este país eso no es delito, es carrera.
El Grandote, con su café con leche humeante y una medialuna en la mano, metió cuchara:
-La están esperando. Cuando caiga la encuesta que les diga cuánto mide y avancen en esa tan mentada tal vez, la aceptan. Mientras tanto.
El Grandote, es un tipo de traje entallado, barba prolija y discurso afilado, que se autodefine como asesor legislativo, pero todos saben que, en realidad, es un lobista con contactos en los tres poderes y algunos gremios.
-Más complicado está su socio, el mandamás local. Hay quiénes dicen que no quiere ser "el Jorge Macri del interior" -comentó el Magistrado.
-Obvio, asintió el Flaco-. ¿Te imaginás la catástrofe que sería quedar segundo, como dicen las encuestas? Ni hablar de quedar tercero. Eso sería el fin.
-Pero mientras duda, el alcalde heredero se le está metiendo por la ventana. Ya se lanzó fuerte-agregó Gastón.
-Esa es una mirada muy superficial -intervino al fin el Innombrable-. El Innombrable le dicen sus amigos, porque nadie se anima a decir su nombre en voz alta ya que todos saben que anda en la rosca fuerte. También saben todos que habla con todos y de todos, y conoce más traiciones que guionista de telenovelas.
-Hay quiénes aseguran que es una jugada estratégica de medición de imagen para tratar de imponer su figura en la agenda y negociar con los violetas parados de otra manera -cerró el Innombrable.
-Está de recorrida en los medios de comunicación, hablando de todos los temas, al frente de operativos viales, de reunión con empresarios y hasta en bodegones, sacándose fotos con los mozos -repasó el Grandote-. Hasta que ocurra algún hecho en la cara y .
-¿Y tus compañeros? -preguntó el Magistrado al flaco.
-Están que se matan -respondió-. A la fractura interna, tenés que sumarle un par de temas de coyuntura que ni siquiera pueden tocar públicamente sin meter los dedos en el enchufe. No se puede hablar de los famosos dólares 'canuto' ni de la situación de los trabajadores.
-Claro -dijo Gastón llevando una mano a la frente-. No pueden decir nada después del robo en la casa de los padres de una importante dirigente. Los señores denunciaron que les robaron, precisamente, el 'canuto'.
-Y de lo otro, mucho menos- aclaró el flcaco-. Los sindicatos están en pie de guerra de con ellos, ya no los pueden ni contener. Les piden el 30% de los lugares en las listas y amenazan con armar un partido nuevo si no se los dan.
-Y mirá si no tienen razón -dijo el Grandote-. Siempre les mantuvieron las calles calientes, bancaron las campañas, llenaron los actos, perdieron todas las elecciones de los últimos diez años. y a la hora de repartir bancas, les dieron migajas.
-El problema -agregó el Flaco-es que, si los sindicalistas hacen su propio partido, van a terminar con una banca en la Legislatura que, al igual que la Izquierda, solo sirva para votar que no y hasta, incluso, haciéndole el juego al Gobierno. Y si siguen dentro, son parte del caos.
-Y encima La Cámpora se va con el exintendente lasherino-dijo el Magistrado, como quien dice que se viene una tormenta.
Hubo un silencio denso. Esperando que el Innombrable dijese algo.
-No se van con él porque mida -sentenció el Innombrable-. Lo buscan porque tiene un partido. Un sello donde guarecerse. Ya hablan de quién irá como cabeza de lista, para renovar su banca en el Congreso. El problema es que llegó a ese lugar con la estructura del partido grande y cuando jugó para el Ejecutivo no consigui victoria. Por fuera y con un sello chiquito, todo indica que se despide de la arena. Cuando no pueden dirigir, se repliegan para volver. No militan la derrota. Solo el poder. Y ahora.
-Yo digo que hay olor a reconfiguración fuerte. Esto ya no es grieta. -añadió el Grandote- Es tectónica.
Gastón, el Magistrado, tomó un último sorbo de café, pensativo.
-¿Y nosotros qué hacemos? ¿Nos volvemos comentaristas o armamos algo?
El Innombrable miró su celular, respondió un mensaje con cara de poker y dijo:
-Yo ya estoy hablando con algunos. Esto no se va a ordenar desde arriba. Se va a armar desde las mesas como esta.
Los otros lo miraron. No sabían si hablaba en serio, si los incluía, o si simplemente estaba haciendo lo que mejor sabía hacer: tantear, pescar, tejer.
-¿Vieron lo del anillo de conectividad? -lanzó, sin anestesia.
Una licitación millonaria -señaló el Grandote-. La ganó ese empresario que estuvo tres décadas con "los de siempre", y ahora aparece solo.
El Innombrable no dijo nada. Solo levantó las cejas y tomó un sorbo del cortado.
-Dicen que igual lo bancan "los de siempre"-comentó el Flaco.
-Ya no-lapidó el Innombrable-. Esta vez, está jugando solo.
-Lo curioso -agregó el Magistrado-es que no hubo impugnaciones serias. Ni siquiera amagues. Y eso que en un sector de la Oposición están que trinan y le mandaron a decir con un intendente que lo tienen 'en la mira'.
-Primero, que arreglen su lío interno -interrumpió el Grandote-. Ni chances tienen de volver. Se quejan, dicen que van a investigar todo si algún día llegan... pero él ni se inmuta.
El Innombrable se acomodó en la silla y soltó una frase que sonó más a advertencia que a análisis:
-Cuando alguien opera con tanto silencio, es porque no necesita hacer ruido para ganar. Los otros todavía creen que las licitaciones se ganan con lobby. Este las gana Con poder.
Hubo un silencio breve, de esos que pesan. Hasta que el Flaco, como siempre, cambió el tono.
-Che, ¿y lo de la locutora? ¿Lo vieron?
Todos asintieron. Era la bomba mediática de la temporada: una de las voces más reconocidas de la radio FM anunció su salida de la emisora líder. Una institución, se decía. Había bancado los trapos cuando se fue el flaco. El verdadero líder de la mañana. Y ahora, sin ella, la radio lo sentirá?
-Se va y la deja sin sucesión -dijo el Magistrado-. Ya no hay renovación ahí. Todo lo demás hace ruido.
-En la próxima medición se vera. dijo el Grandote, casi con nostalgia. Y no es solo la radio. Es un síntoma. Nadie está preparado para cuando se va el carisma.
-Las audiencias cambian reflexionó el Flaco-. Pero los que manejan siguen creyendo que el prime time es como en los noventa. Con jingles y demas. No entienden que hoy lo que garpa es la verdad con bronca.
-¿Y si la contratamos nosotros? -bromeó el Grandote-. La República Radio. Con ella al frente y nosotros en la producción.
-Imaginate el programa de los jueves -dijo el Magistrado-: "La tertulia del fondo". Y arrancamos con: "Esto no es ficción. Esto pasó ayer y si no pasó, pasa en cualquier momento. Pero nadie te lo contará así."
Se rieron los cuatro. Sincera, corta, como se ríen los que ya vieron que los grandes planes suelen terminar en asado, o peor, en bloque legislativo.
Pero el Innombrable, que esa noche parecía más filoso que de costumbre, miró el teléfono, lo bloqueó, y dijo:
-No se rían tanto. Alguien va a llenar ese vacío. Y si no somos nosotros, será otro. El sistema no deja huecos por mucho tiempo.
Hernán, el mozo, que los conocía de memoria, trajo la cuenta sin pedirla. Esta vez la pagó el Flaco, sacando unos billetes arrugados con la resignación de quien sabe que ya no los hacen como antes.
-¿La semana que viene? -preguntó el Grandote, mientras se subía el cuello del tapado.
-Siempre -dijeron los otros, casi al unísono.
Y salieron al frío como si salieran a la política: con dudas, con alguna idea, y con la sensación de que, tal vez, la próxima jugada la iban a hacer ellos.