Mendoza Se supo

Café con rosca: blanqueo con olor a libertad, el violeta y Top Gun a la cabeza

Domingo, 25 de Mayo de 2025

Los cuatro se sentaron en la misma mesa del fondo del café de Aldo, esa con manteles que alguna vez fueron blancos y mozos que saben más de política que los propios políticos.


A las siete en punto llegó el Grandote, que entró saludando a todo el mundo como si fuera diputado, aunque solo es lobista. A pesar de que él dice ser Asesor Legislativo. Como siempre, pidió su café con leche y una medialuna. Tan clásico, como que al primer mordisco empieza a hablar de "los muchachos" de la Legislatura, como si los conociera a todos desde la cuna.


El Innombrable no saludó, entró, miró a todos y asintió con la cabeza, apenas. Su sola presencia hacía que los mozos bajaran la voz. Se sentó frente a su cortado en jarrito, que ya estaba en la mesa antes de que él abriera la boca. Nadie sabía bien a qué se dedicaba. Pero todos sabían que estaba metido en la rosca fuerte. Muy metido. Tanto, que en el grupo nadie se atrevía a decir su nombre. Ni en chiste. Ni borrachos. Lo llamaban así: el Innombrable.


Gastón, como buen secretario judicial, de un juez que nunca va, tenía esa manera burocrática de saludar y hablar, como si redactara sentencias incluso para opinar del precio del dólar. También pidió, como de costumbre, un cortado en jarrito, lo revolvía sin tomarlo y miraba el celular como si esperara una orden directa de la Suprema Corte.


El Flaco, siempre flaco, llegó último, con un saco de lino arrugado, pidiendo su café chico bien cargado como si estuviera en campaña, en alguno de los varios partidos en que estuvo y siempre con los dedos en 'V'.


-Está bien que no hace frío -dijo el Grandote- pero saco de lino ¿No es muy veraniego? Te falta el sombrero.


- Jipijapa o de paja toquilla-lo interrumpió el flaco- ¿No estamos en Panamá?


-El jipijapa es ecuatoriano -aclaro, entre risas, el innombrable- El de Panamá es Panamá nomás, a secas


-Mi sombrero, mi decisión. Mis dólares, mi decisión -dijo el flaco, a viva voz y con los brazos abiertos- Quieren que afloje el colchón con un eslogan libertario con alma de corralito.


-Se trata de libertad -agregó Gastón


-Es un blanqueo disfrazado de libertad -respondió el flaco-. Pero con marketing de autoayuda. No es política económica. Es desesperación boutique.


-Ya hemos escuchado todos los argumentos en contra que van a tirar, vos y 'tus compañeros' -dijo el Grandote- la mayoría, sin fundamento. Pero déjennos probar, muchachos. Ya probamos con ustedes y su receta casi medio siglo, y mirá como estamos. Déjennos probar otra cosa, si sale mal, ya con ustedes supimos lo que es estar peor que ahora ¿Y si sale bien? No sean tóxicos, muchachos.


-No hay que subestimar la medida -intervino Gastón, con tono técnico-. Si la agencia de recaudación realmente afloja, va a haber mucho colchón que se desinfla.


-No es solo eso -agregó el Innombrable, sin levantar la vista del cortado-. Es señal. Mensaje para afuera. Para los que miran.


-¿Vos decís que lo hacen por los organismos? -preguntó el grandote.


-Lo hacen porque no tienen plan, pero necesitan que parezca que lo tienen -dijo el flaco, acomodándose las solapas del saco de lino-. Y con eso, la gente cree que puede hacer lo que quiera. Que es libre. Hasta que no lo es más. Aflojan los controles, te hacen sentir libre. Pero te están mirando igual.


-Lo que quieren es que se mueva la guita sin tener que explicar nada. Que cada uno haga lo que quiera. Igual, vos no tenés nada en el colchón -le dijo Gastón y miró luego al grandote, como pasándole una pelota imaginaria.


-Yo tampoco-respondió el corpulento- Pero tengo clientes que tienen colchoneta, futón, somier King Size y hasta diván. Si esto va en serio, hay que mover plata rápido.


-Hasta el mandamás local se va a sumar a las Fuerzas del Cielo ¿O no? -preguntó Gastón.


-El mandamás quiere. Los violetas no. Eso está trabado -respondió el Flaco, rápido, como si ya lo hubiese discutido tres veces en la semana-. El mandamás necesita entrar al cielo, pero el cielo no lo necesita a él.


-Entonces no hay acuerdo -opinó Gastón.


-Para que haya acuerdo tiene que haber dos que se necesiten -aclaró el Flaco, con tono de profesor de lógica-. Acá es uno solo el que está haciendo la fila. Y si uno necesita y el otro no, no hay acuerdo. No es pacto: es pedido. Habría que averiguar con quién habla acá en Mendoza las fuerzas del cielo. Se sorprenderían, un solitario y anti político personaje.


-Dicen que no se quieren pintar de violeta -dijo Gastón- A lo sumo, algo en la gama del morado. Tienen miedo de que no les combine con la interna. Dicen que es por la identidad, pero es por los cargos. Nadie quiere perder su bandera, aunque esté raída.


-El problema es que quieren entrar al cielo sin pagar el peaje. Las preguntas que deben hacerse son ¿Quién necesita a quién? o ¿Quién pone más en juego en este momento? -invitó a la reflexión el innombrable- Y les agrego un par más: ¿Quién está llegando a su final? ¿Quiénes están recién arrancando? ¿Qué beneficios sacan, unos y otros, con una posible alianza? En las respuestas está la clave.


-La vice, mientras tanto, está que firma y no firma -agregó el grandote- Arrancó con coqueteo, después con un acto típico de la política y ahora, se está revoleando afiliaciones truchas por la cabeza con los violetas. Ella dice que nadie la quiere, que todos la odian, y no se sabe bien para quién es el mensaje.


-Está jugando un juego un tanto peligroso -apuntó el innombrable- puede lograr, efectivamente, que nadie la quiera y no le den más bola, ni en la peatonal.


-Falta que diga que los videos del reparto de mercadería y carne al vació fueron creados con inteligencia artificial, como el de MM... ¿lo vieron? -preguntó Gastón- Parece sacado de un reality.


-Ahora están todos horrorizados -ironizó el Flaco-. Cuando les tocaba a actrices, periodistas, pibas cualquiera e, incluso, otras mujeres de la política, nadie decía nada. A nadie le importaba un carajo.


-Ni un comunicado sacaban -agregó Gastón-. Decían que era cosa de "la vida digital".


-Y ahora están redactando proyectos de ley desde el baño del Senado. Hasta presentaron uno para meter regulaciones en la IA. Quieren regular la tecnología como si fuera una imprenta en 1810 -dijo el Grandote.


-La ética en este país llega siempre después del daño, y a veces ni eso -cerró el Innombrable.


-Están más perdidos que los compañeros del flaco -metió el dedo en la llaga Gastón- El presidente del partido habla de unidad, pero nadie sabe con quién. Todos se quieren abrir.


-Ya hay un sector que se va solo -agregó el flaco-. El resto está como el dulce de leche: espeso, pegajoso y sin forma.


-De todas maneras, ustedes son como los gatos -concluyó el Innombrable-. Cuando hacen ruido no se están peleando. Se están reproduciendo.


-Esta vez, parece que ni siquiera eso -admitió el flaco- La mayoría de los dirigentes ya no está en edad de reproducirse.


La conversación se había puesto espesa y Gastón quiso descontracturar. Sin levantar la vista del celular, y casi como hablándole a su abdomen, dejó caer una frase a sabiendas que el grupo deja todo de lado cuando se trata de medios de comunicación.


-Arrancaron las mediciones de rating de radio- dijo y, automáticamente, captó la atención de los muchachos. 


-¿Todavía se escucha radio? -preguntó el Flaco.


-Mucho más de lo que te imaginas. La consultora tiró los primeros datos -repasó Gastón en su celular - el rango etario que más escucha es el de mayores de 50, pero representan solo el 30% del total.


-O sea que ni la nostalgia es mayoría -dijo el Grandote.


-Otros datos fuertes, y también a contramano de los que muchos creen -agregó Gastón- son que se escucha radio cinco horas por día, en promedio, que el horario pico se da entre las 11 y las 14, y que se escucha mayormente en la casa. En segundo lugar, el auto.


-La sobremesa con FM y tráfico de fondo -asintió el Flaco.


-Si quieren ganar elecciones, que compren tandas entre las 11 y las 14 -dijo el Grandote.


-O que aprendan a hablarle a alguien que no los vote por costumbre -cerró el Innombrable.


-Hablando de consultoras, ¿Vieron las últimas mediciones para gobernador? -lanzó el grandote


-Lo vi -respondió el Flaco-. A la cabeza está Top Gun, después el alcalde heredero y un jefe comunal que se cree el Kennedy del interior.


-Pero el que salió a jugar fuerte es el alcalde heredero -acotó el grandote-. Ya está recorriendo ferias, abrazando jubilados y sacándose fotos con chicos. Falta un siglo, pero ya arrancó.


-Es que ya empezó el juego que más les gusta -dijo Gastón- ver cómo se acomodan en las listas.


Eran casi las nueve y, como siempre, el Flaco se levantó con la excusa de una reunión "con un grupo que está por armar algo". El Grandote dijo que tenía "una cita con unos periodistas amigos", lo cual podía significar cualquier cosa. Y Gastón dijo que su juez le dejó un post-it que decía: "Resolvé, según el contexto político".


-¿Cómo anda tu juez? -bromeó el Flaco, mientras se apuraba a salir del café.


-De licencia -respondió su amigo- Como siempre, ahora dice que está escribiendo un libro.


-¿Otro?


-Este es de ficción.


-Como sus fallos -disparó el Grandote, e hizo que todos soltaran una carcajada. Menos el Innombrable. Ya se había ido. Sin hacer ruido. 


La mesa quedó vacía. El mozo levantó las tazas como quien limpia restos de una conspiración. Y en el aire, entre migas de medialuna y titulares no dichos, quedó flotando lo único que todos sabían, pero ninguno decía. En este país, lo único que no cambia es la rosca.