En entrevista con La Tercera, el periodista y escritor español se refiere a las recientes purgas de altos funcionarios del régimen, señalando que “en China cualquiera puede desaparecer”. También comenta sobre los problemas económicos del gigante asiático. “Esta vez sí parece que son más graves que otras veces”, afirma.
No se entiende el Partido Comunista de China sin purgas, sostienen los analistas, que recuerdan que estas abundaron con Mao Zedong. Pero la reciente desaparición de dos ministros chinos en dos meses ha generado preocupación en Occidente, dirigiendo la atención sobre el actual líder del gigante asiático: Xi Jinping.
“En China cualquiera puede desaparecer: ministros, militares, el jefe de Interpol, el fundador de Alibaba o una tenista”, comenta a La Tercera el periodista y escritor español Juan Pablo Cardenal, quien fue corresponsal durante 10 años en país asiático. En la siguiente entrevista, el autor del libro La silenciosa conquista china (2011) y editor de Análisis Sínico en Cadal (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina), se refiere el actual momento de Xi Jinping y los vaivenes que complican a la segunda economía más grande del mundo.
En una reciente columna de opinión, usted señalaba que “nadie está libre de caer en desgracia en la China de Xi Jinping”. ¿Hasta qué punto el presidente chino puede estar usando la corrupción como pretexto para sacar del camino a eventuales rivales al interior del PCCh?
Purgar a rivales políticos y retirarlos de la circulación forma parte de la tradición política del Partido Comunista Chino (PCCh). Lo hicieron todos los anteriores líderes chinos, Mao incluido, y lo ha hecho Xi Jinping durante la última década. Por lo tanto, en este sentido no es ninguna sorpresa que un alto funcionario, incluso un ministro, pueda caer en desgracia. Se ordena la purga de los cargos corruptos, pero en la misma jugada se llevan por delante a los rivales y a los críticos. Lo difícil es distinguir cuándo a un alto funcionario se le aparta por aceptar sobornos, lo que sería loable, y cuándo para eliminarlo como rival político. En todo caso, en China cualquiera puede desaparecer: ministros, militares, el jefe de Interpol, el fundador de Alibaba o una tenista.
¿Por qué después de una década en el poder Xi no es capaz de controlar la corrupción en sus filas?
Que la corrupción ha sido y es sistémica en el PCCh, consecuencia desde luego de tres décadas de crecimiento económico desbocado, lo demuestran dos hechos. Por un lado, que cada año cientos de miles de funcionarios y cuadros del partido son castigados y disciplinados. Y, por otro, la propia existencia de la campaña anticorrupción de Xi, porque su convicción y la de la cúpula del PCCh es que la corrupción es el factor de mayor riesgo para la supervivencia del partido. Y siendo estructural, una cosa es combatirla, y otra, erradicarla, por mucho que la propaganda del régimen anuncie su “victoria abrumadora” sobre esta plaga.
Por la naturaleza opaca del régimen comunista, Beijing no ha dado ninguna clase de explicación por las recientes purgas del ministro de Relaciones Exteriores, Qin Gang, de los generales encargados de la fuerza de cohetes y, más recientemente, del ministro de Defensa, Li Shangfu. Pero la desaparición de la escena pública de estas figuras llama la atención. ¿Cómo afectan los rumores sobre la suerte de estos funcionarios al respaldo interno al régimen?