El nuevo presidente de Chile agradeció el respaldo en las urnas y prometió un giro en materia de orden y seguridad.
Esta vez no hubo sorpresas. Con el 58,17% de los votos y una ventaja de más de 16 puntos, según los resultados oficiales, José Antonio Kast arrasó en el balotaje presidencial y selló de manera categórica el regreso de la derecha a La Moneda. Con una campaña centrada en la seguridad, la migración irregular y el desgaste del oficialismo, el líder del Partido Republicano se impuso con amplitud sobre la candidata comunista Jeannette Jara, que obtuvo el 41,83%, y se quedó con la presidencia de Chile.
La confirmación del triunfo llegó temprano desde su propio comando. "José Antonio Kast es oficialmente el presidente electo", anunciaron sus colaboradores más cercanos, mientras el cómputo avanzaba de manera sostenida a su favor. Minutos después, Jara lo llamó para reconocer el resultado y después lo ratificó públicamente en redes sociales. "La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el Presidente electo José Antonio Kast", escribió. Horas más tarde, se acercó personalmente a la sede del Partido Republicano para saludarlo y formalizar el gesto de reconocimiento de la derrota.
El discurso
Cerca de las 22, en un escenario montado sobre la calle Presidente Errázuriz, frente a la sede del Partido Republicano en el barrio de Las Condes, Kast apareció ante miles de simpatizantes entre banderas y cánticos. "Es un día increíble", dijo visiblemente emocionado, en el inicio de un discurso que se extendió por casi una hora. Agradeció el respaldo en las urnas y prometió un giro en materia de orden y seguridad. "Vamos a restablecer el respeto a la ley", afirmó.
En un tono más conciliador que el de otras campañas, amplió los agradecimientos y buscó proyectar unidad hacia el interior de la derecha. Saludó especialmente a Johannes Kaiser, líder del Partido Nacional Libertario, y a Evelyn Matthei, exalcaldesa de Providencia y figura histórica de la centroderecha, cuyo respaldo tras la primera vuelta fue clave para consolidar el apoyo del bloque opositor. También mencionó a Franco Parisi, pese a que el líder del Partido de la Gente no había llamado explícitamente a votar por él.
El candidato presidencial chileno José Antonio Kast, del Partido Republicano, pronuncia un discurso mientras celebra los resultados de la segunda vuelta presidencial en Santiago.
Pero el gesto no se limitó a su propio espacio político. Kast subrayó que "un gobierno no se construye solo con los partidarios" y pidió respeto para su rival. "Puede ser de una ideología distinta, pero es una persona igual que nosotros", dijo sobre Jara, a quien reconoció el coraje de haber asumido "un desafío muy difícil". En esa línea, llamó a bajar el tono de la confrontación política.
"No necesitamos agredir a nadie, ni física, ni verbal ni digitalmente, porque nuestras ideas son mejores", afirmó, al recordar el ataque ocurrido días atrás en Iquique.
El mensaje de unidad se combinó con un discurso duro en seguridad, uno de los pilares de su programa. "A los delincuentes los vamos a ir a buscar", prometió, entre aplausos, al referirse al miedo que atraviesan muchas familias. "Aquí ganó Chile y ganó la esperanza de vivir sin miedo", sostuvo.
Kast también dedicó un tramo del discurso a los expresidentes. Agradeció a Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Patricio Aylwin, y realizó una mención especial al fallecido Sebastián Piñera. "Más allá de las diferencias que pudimos haber tenido, lo respeto profundamente y su figura solo crece", dijo, aludiendo a su legado.
Kast se transformó en el presidente más votado de Chile
"La grandeza es lo que nos va a ayudar a recuperar Chile. Desde este día podemos sentar las bases de un país que vuelva a encontrarse y no a dividirse", cerró.
Mientras en Las Condes el clima era de festejo, en el centro de Santiago la noche tuvo otro tono. Cerca de las 21, en el entorno de Plaza Baquedano, Carabineros dispersó a un grupo de manifestantes que se había concentrado tras conocerse los resultados. Hubo intervención de carros lanzaaguas y gases lacrimógenos, y el Metro de Santiago resolvió cerrar varias estaciones del eje central de la Línea 1 como medida preventiva. Los incidentes fueron acotados y no alteraron el desarrollo general de una jornada electoral que, hasta entonces, había transcurrido sin mayores sobresaltos.
La escena del triunfo empezó a tomar forma incluso antes de que se conocieran los primeros resultados oficiales. La música irrumpió en el comando de Kast apenas cerraron las urnas. Con un escenario montado que cortó la calle Presidente Errázuriz, frente a la sede del Partido Republicano, en el barrio de Las Condes, el clima de festejo se instaló desde temprano, con banderas, cánticos y un tono de celebración que anticipaba un desenlace favorable.
El gesto institucional se completó poco después con el llamado del presidente Gabriel Boric desde La Moneda, en una conversación transmitida en vivo, como es tradición en Chile. Boric felicitó al mandatario electo, le ofreció colaboración para la transición y subrayó el valor de las instituciones democráticas. "Siempre estaré a disposición para colaborar con los destinos de la patria", dijo, antes de remarcar que "la República es más grande que usted o yo".
La elección se desarrolló en un clima de participación masiva, impulsada por el voto obligatorio. Con 7.242.960 votos, Kast se convirtió en el presidente más votado de la historia de Chile, superando los registros de Sebastián Piñera en 2017 y de Boric en 2021. El dato refuerza la magnitud de una victoria leída tanto como un respaldo contundente a su agenda como un severo castigo al gobierno saliente.
En ese resultado tuvo un peso decisivo el electorado de Franco Parisi, la sorpresa de la primera vuelta, en la que había obtenido el 19,7% de los votos. Aunque promovió el voto nulo, una porción significativa de sus adherentes terminó inclinándose por Kast en la segunda vuelta, atraída por un discurso de orden, rechazo a la política tradicional y crítica al oficialismo. Los votos blancos y nulos representaron apenas el 7,07% del total, muy por debajo del caudal que Parisi había cosechado en noviembre.
Para Kast, el triunfo es algo más que una alternancia en el poder. Funciona como un veredicto sobre el ciclo político abierto tras el estallido social de 2019 y sobre la promesa de cambios "fundacionales" que marcó a la izquierda.
Simpatizantes de José Antonio Kast celebran los resultados preliminares tras el cierre de las urnas en la segunda vuelta presidencial en Santiago de Chile,
Una victoria trabajada
El triunfo también tuvo sabor a revancha. En 2017, Kast había quedado fuera en la primera vuelta y, en 2021, perdió el balotaje frente a Boric. Esta vez, en su tercera candidatura presidencial, llegó con un diseño distinto: moderó el tono, dejó en segundo plano la llamada "batalla cultural" y concentró su mensaje en los temas que hoy dominan la conversación pública.
El politólogo Cristóbal Bellolio, profesor asociado de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, lo había sintetizado en la previa: "Lo que ha hecho Kast durante todo este año es moderar su plataforma programática para disminuir resistencias. Entonces, él al moderarse y al abandonar -lo que en la Argentina mis amigos llaman- la batalla cultural, de alguna manera casi dijo: 'Yo me voy a dedicar a seguridad, al combate a la delincuencia, al combate a la inmigración ilegal y a la economía'".
El candidato presidencial chileno José Antonio Kast, del Partido Republicano, posa para una fotografía junto a su esposa, María Pía Adriasola, antes de emitir su voto durante la segunda vuelta presidencial en Paine, al sur de Santiago.
Rodrigo Arellano, vicedecano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, suma un factor clave: la construcción de gobernabilidad. "En esta segunda vuelta mantuvo sus ejes temáticos, seguridad y empleo, pero ha dado señales claras de gobernabilidad al incorporar sensibilidades que en 2021 no lo acompañaron", explicó. En ese movimiento ubicó el acercamiento a sectores de la centroderecha tradicional y de la derecha más dura, incluidos los respaldos explícitos de Evelyn Matthei, de la UDI, y de Johannes Kaiser, líder del Partido Nacional Libertario, que se encolumnaron detrás de Kast tras la primera vuelta.
Seguridad primero, economía después
La campaña estuvo atravesada por un cambio claro en las prioridades ciudadanas. Gilberto Aranda, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Chile, lo resumió sin rodeos: "Hoy día el tema número uno es seguridad; después, economía. En ese orden".
Agentes de la Policía Nacional hacen guardia previo a una conferencia de prensa sobre la extradición desde Estados Unidos de miembros de la pandilla Tren de Aragua.
Agentes de la Policía Nacional hacen guardia previo a una conferencia de prensa sobre la extradición desde Estados Unidos de miembros de la pandilla Tren de Aragua.Esteban Felix - AP
Esa agenda no solo ordenó los discursos, sino que también tensionó el debate entre percepción y realidad. Bellolio lo planteó así: "En muchos sentidos la delincuencia ha disminuido bajo este gobierno. Sin embargo, la percepción es altísima". Y explicó que esa sensación se alimenta por varios factores, entre ellos el uso político del tema: "La oposición siempre aumenta la sensación de crisis".
Las encuestas respaldan ese diagnóstico. Distintos sondeos muestran niveles históricamente altos de temor al delito y una evaluación negativa de la situación de seguridad. Según Ipsos, más de seis de cada diez chilenos mencionaron el crimen y la violencia entre sus principales preocupaciones durante la campaña, mientras que estudios del CEP y de Cadem coinciden en que alrededor de ocho de cada diez personas creen que la delincuencia aumentó en el último año.
"Cuestiones que se veían en televisión, ahora se empiezan a informar en los noticieros", resume Aranda.
Seguidores reaccionan a los resultados preliminares en el comando de campaña de Jeannette Jara.
El trasfondo económico también pesó en ese orden de prioridades. Chile llega a la elección con un escenario de crecimiento débil y señales persistentes de estancamiento: la economía se expandió en torno al 1% en 2024 y las proyecciones para 2025 siguen siendo moderadas. El desempleo se mantiene cerca del 8%, por encima de los niveles previos a la pandemia, mientras que la inversión lleva varios años sin recuperar dinamismo, golpeada por la incertidumbre política, los procesos constitucionales fallidos y el freno de proyectos de gran escala, en especial en minería y energía. Ese combo -inseguridad, bajo crecimiento y falta de inversión- terminó de consolidar el clima de desgaste que enfrentó el oficialismo.
El desafío: gobernar
Con el triunfo consumado, el foco pasó de la campaña a la gobernabilidad, una preocupación que Kast buscó marcar desde temprano este domingo, cuando fue a votar en Buin. Allí afirmó que, si ganaba, sería "presidente de todos los chilenos" y que su gobierno no estaría "al servicio de un sector, sino del país completo".
La candidata presidencial chilena Jeannette Jara, de la coalición Unidad por Chile, muestra su papeleta antes de emitir su voto durante la segunda vuelta presidencial en Santiago.
Arellano lo planteó como tarea inmediata: "Lo primero: configurar un gabinete que le dé gobernabilidad. Yo creo que ahí va a estar la clave de todo". Y explicó el trasfondo: "Va a requerir grandes acuerdos de gobernabilidad que le permitan tener la posibilidad de poder avanzar legislativamente".
Ese escenario llega acompañado de reparos que el nuevo presidente deberá despejar desde el inicio. Durante la campaña, distintos analistas señalaron la amplitud de algunas de sus promesas y la falta de precisiones sobre su implementación, especialmente en áreas sensibles como migración, seguridad y política económica.
En ese marco, la transición ya comenzó a tomar forma. Para este lunes está previsto un primer encuentro entre Boric y Kast en La Moneda, donde ambos abordarán los lineamientos iniciales del traspaso de mando. El gesto busca reforzar una señal de continuidad institucional y encauzar un proceso ordenado en un país donde las transiciones presidenciales suelen ser rápidas, formales y políticamente cuidadas.
El desafío para Kast, ahora, será convertir sus promesas en gestión y acuerdos, en un país donde el péndulo político se movió hacia la derecha, pero donde el voto obligatorio, la fatiga social y la fragmentación del Congreso anticipan un terreno complejo para gobernar.

Asumirá el 11 de marzo. Se espera una transición ordenada. Quiere echar a 300 mil migrantes ilegales de Chile. El vínculo que piensa con la Argentina.