Ante una multitud reunida en la Plaza San Pedro, el papa León XIV volvió a destacar la importancia del matrimonio tradicional, al considerarlo "el modelo del verdadero amor". En una homilía centrada en la familia como núcleo fundamental de la sociedad, el sumo pontífice defendió la unión entre hombre y mujer como un "vínculo santo" capaz de enfrentar las fuerzas que, según dijo, "destruyen relaciones y sociedades".

"Con el corazón lleno de gratitud y esperanza, a ustedes esposos les digo: el matrimonio no es un ideal, sino el modelo del verdadero amor entre el hombre y la mujer: amor total, fiel y fecundo", expresó León XIV, citando la encíclica Humanae Vitae (1968), un texto clave del magisterio católico sobre la vida y la familia.

El Papa se dirigió especialmente a las familias presentes, a quienes alentó a perseverar en el amor conyugal como "testimonio cristiano" en un mundo marcado por la fragmentación social. "Todos nosotros vivimos gracias a una relación, es decir, a un vínculo libre y liberador de humanidad y cuidado mutuo", sostuvo.

En su mensaje, León XIV advirtió sobre los riesgos de una cultura que, según su visión, relativiza los valores del matrimonio y la vida. "Si nos amamos así, sobre el fundamento de Cristo, seremos un signo de paz para todos, en la sociedad y en el mundo. No hay que olvidarlo: del seno de las familias nace el futuro de los pueblos", subrayó.

A modo de ejemplo, el Papa recordó a matrimonios considerados modelos de santidad para la Iglesia, como Luis y Celia Martin, padres de Santa Teresa del Niño Jesús, y la familia Ulma, asesinada por proteger judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

"Al proponernos como testigos ejemplares a matrimonios santos, la Iglesia nos dice que el mundo de hoy necesita la alianza conyugal para conocer y acoger el amor de Dios", afirmó.

Durante su alocución, el pontífice también aludió a debates contemporáneos sobre la vida y la libertad. Sin referirse explícitamente a legislaciones concretas, criticó las actitudes que, según dijo, "invocan la libertad no para dar vida, sino para quitarla".

"Es cierto que, a veces, esta humanidad se ve traicionada. Por ejemplo, cuando se invoca la libertad no para dar vida, sino para quitarla; no para proteger, sino para herir. Sin embargo, incluso frente al mal que divide y mata, Jesús sigue orando al Padre por nosotros", expresó.