Tras su asunción, el pontífice abogó por una Iglesia humilde, unida y abierta a todos: "Queremos ser una pequeña levadura de humildad, unión y fraternidad".
En su primer discurso oficial como líder de la Iglesia Católica, el papa León XIV hizo un fuerte llamado a la paz, la inclusión y el cuidado de los más vulnerables. Desde el Vaticano, denunció las divisiones del mundo actual y subrayó que el papel del pontífice no es el de un jefe solitario, sino el de un servidor que camina junto a los fieles.
"En nuestros tiempos vemos demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, marcadas por el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres", expresó León XIV durante su intervención, en un mensaje que resonó con fuerza tanto dentro como fuera de la Iglesia.
El papa, elegido recientemente tras la renuncia de su predecesor, centró sus palabras en la necesidad de una Iglesia más abierta, fraterna y solidaria. "Queremos ser una pequeña levadura de humildad, unión y fraternidad", afirmó, en un tono conciliador pero firme.
También se refirió al rol que debe ocupar el pontífice dentro de la comunidad eclesial: "Pedro debe apacentar el rebaño sin ceder nunca a la tentación de ser un líder solitario o un jefe que está por encima de los demás, haciéndose dueño de las personas que le han sido confiadas. Por el contrario, a él se le pide servir a la fe de sus hermanos, caminando junto con ellos".
Con un enfoque pastoral marcado por la cercanía, León XIV insistió en que la Iglesia "no debe encerrarse en sí misma", sino que debe abrazar "a todos como una única familia", reflejando así el deseo de Dios para la humanidad.
El mensaje del nuevo papa marca el inicio de un pontificado que parece orientado al diálogo, la sencillez y el compromiso social, con una clara invitación a construir puentes en un mundo dividido.