Las comunidades de Banda Aceh, la región más golpeada de Indonesia, recuerdan cada 26 de diciembre a las víctimas de esta catástrofe de alcance global.
Primero fue un potente terremoto submarino de 9,1 grados frente a la isla de Sumatra, en el Océano Indico. Luego sobrevino una calma engañosa hasta que la primera ola tapó la costa de la superpoblada región de Banda Aceh, en Indonesia. Las olas llegaron a una altura de 30 metros y viajaron a 800 kilómetros por hora. El tsunami fue catastrófico y destruyó las zonas costeras de 14 países asiáticos y hasta del este de África.
En total murieron unas 230.000 personas, la mayoría en esa área indonesia del norte de Sumatra. El agua allí ingresó seis kilómetros tierra adentro a través de 800 km de costas. Fue un desastre masivo ocurrido hace 20 años, el 26 de diciembre de 2004, el día después de Navidad.
Fue una catástrofe de alcance global. Las paradisíacas playas de Tailandia, colmadas de turistas, fueron arrasadas. El tsunami golpeó la India, Sri Lanka y las Islas Maldivas y llegó hasta Somalia, en el Cuerno de África, con olas de más de 9 metros. También hubo cientos de víctimas en Kenia y Tanzania. Varias horas después, una ola de 22 centímetros llegó hasta San Diego, California, ya sin ningún poder de destrucción. Había atravesado medio mundo. De hecho, el tsunami se observó en más de 100 estaciones costeras de nivel de agua en los océanos Atlántico y Pacífico.
Los países más afectados fueron Indonesia, India, Malasia, Maldivas, Myanmar, Sri Lanka, Seychelles, Tailandia y Somalia. El mundo vio imágenes de pueblos devastados, personas que sucumbían al poder del agua y una destrucción masiva pocas veces vista en la era moderna. Miles de personas siguen desaparecidas.
La provincia de Banda Aceh, en el norte de la isla indonesia de Sumatra, se llevó la peor parte del desastre. Se estima que allí se produjo la mayoría de las muertes reportadas, alrededor de 167.000.
Tras la tragedia, las autoridades recomendaron a los pobladores no levantar sus casas sobre la costa. Les pidieron reconstruir su vida a no menos de un kilómetro tierra adentro. Pero 20 años después, todo volvió a ser como antes. Los pescadores locales volvieron de a poco a recomponer sus históricos lazos con el mar. Hoy la costa de la superpoblada Banda Aceh está colmada de viviendas, cafés, restaurantes e instalaciones turísticas
La diferencia, según las autoridades, es que ahora la gente sabe cómo actuar ante una emergencia. "Antes mi hijo me preguntaba si podría haber otro tsunami cuando creciera. Le dije que no lo sé. Solo Dios sabe, pero si hay un terremoto fuerte y el agua del mar retrocede, corremos, corremos, corremos para encontrar terreno más alto", resumió Muslina, una funcionaria pública local, citada por AP.
Todos los años, cada 26 de diciembre, las distintas comunidades de Banda Aceh homenajean a las víctimas del tsunami junto con las autoridades locales.
Así, comunidades artísticas difunden información sobre desastres naturales. Lo hacen a través de obras de teatro y shows musicales, en especial dirigidos a los más jóvenes que no vivieron la tragedia y que solo la conocen por boca de sus padres. Muchos de esos espectáculos se organizan en el Museo del Tsunami de Aceh.
Pero los homenajes se extienden por todos los países del área afectados por la catástrofe. En muchas poblaciones costeras, en especial en la India y Sri Lanka, se arrojan flores al mar y se realizan ceremonias religiosas para honrar a las víctimas tragadas por las aguas. En Tailandia habrá actos oficiales con la presencia de autoridades nacionales.
Esa fue, sin dudas, la peor catástrofe natural del siglo XXI. Por su poder de destrucción y alcance, los expertos lo consideraron un tsunami global.
Los números que dejó la tragedia son contundentes.
Hoy, a 20 años de la tragedia, los sobrevivientes recuerdan el peor día de sus vidas. Con ellos, miles de turistas colman las playas de Tailandia y de otros países del área que hace dos décadas fueron arrasados por el tsunami. Festejaron la Navidad cerca de la arena, a pasos de la costa, con la mirada fija en los cárteles que, ahora, sí, alertan sobre las vías de escape ante cualquier emergencia.