Los expertos están desconcertados y se preguntan cuáles son las medidas que están salvando vidas, pero la respuesta podría estar en los cambios en la composición de las drogas en sí mismas
La ampliación de las medidas de prevención, concientización y tratamiento tienen mucho que ver, pero los expertos creen que detrás existe otro sorprendente motivo: un cambio de la composición de las drogas en sí, que a su vez influye en el modo en que la gente las consume.
El fentanilo que circula en las calles, por ejemplo, es cada vez menos potente. La semana pasada, la directora de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), Anne Milgram, anunció que por primera vez desde 2021 el organismo a su cargo verificó un descenso de la potencia del fentanilo presente en las dosis, un hecho que la funcionaria atribuye a la represión del gobierno norteamericano contra los cárteles mexicanos y la cadena internacional de suministro. El año pasado, siete de cada 10 pastillas ilegales de fentanilo analizadas por los laboratorios de la DEA contenían una cantidad potencialmente mortal del fármaco: hoy ese número ha caído a cinco de cada 10.
Los especialistas en adicciones señalan que hay otras medidas que podrían haber contribuido al descenso de muertes, como la distribución masiva de medicamentos para revertir la sobredosis -como la naloxona-, un aumento de la prescripción de medicamentos que reducen el síndrome de abstinencia a los opiáceos, y las campañas de concientización sobre las pastillas con fentanilo de fabricación ilegal.
Los expertos señalan que los programas de "reducción de daños" que distribuyen jeringas esterilizadas y tiras reactivas al fentanilo también están salvando vidas. Y muchos servicios de tratamiento y apoyo que tuvieron que cerrar durante la pandemia han vuelto a abrir y son cada vez más accesibles para la gente.
"Todas esas son medidas de salud pública que está torciendo la curva del consumo de sustancias", apunta el doctor Brian Hurley, presidente de la Sociedad Estadounidense de Medicina de las Adicciones.
Pero ahora, tanto los médicos especialistas como los expertos en políticas de prevención señalan que otro factor cada vez más relevante es el cambio en el propio mercado de las drogas ilegales, aunque algunos de esos cambios también pueden ser preocupantes.
El doctor Rahul Gupta, director de la Oficina Nacional de Política para el Control de Drogas, en parte atribuye la disminución de las muertes por sobredosis a los esfuerzos de las fuerzas de la ley, incluida la lucha contra la distribución de sustancias químicas precursoras del fentanilo y otros suministros que hacen que la droga llegue más fácilmente a las calles. Como resultado, dice el funcionario, el fentanilo puro es cada vez más escaso y más caro.
"Y obviamente, el grado de pureza de la droga tiene una relación directa con su letalidad", apunta Gupta.
Es un cambio que están notando tanto los funcionarios locales como las organizaciones civiles de lucha contra las drogas. "Venimos monitoreando los cambios en las dosis de fentanilo desde hace tiempo: cuánta cantidad de fármaco contienen y en qué formatos vienen", dice Traci Green, directora de un programa de control de drogas de Massachusetts que recolecta y analiza muestras tomadas por grupos de reducción de daños y organismos de aplicación de la ley.
La teoría de algunos epidemiólogos es que la creciente prevalencia de otras drogas, que se venden por separado o mezcladas con fentanilo, también tiene un impacto en la forma en que la gente consume el fentanilo.
Actualmente, el fentanilo suele venir diluido o mezclado con xilacina, un sedante para animales que puede causar úlceras en la piel y que incluso ha conducido a la amputación de extremidades del cuerpo. Pero los expertos en drogas dicen que en algunos casos la presencia de xilazina en el compuesto también podría estar salvando vidas.
Los adictos al fentanilo suelen necesitar consumir la droga varias veces al día, pero el componente de xilacina los deja sedados durante horas, o sea que si alguien consume fentanilo mezclado con xilacina, "probablemente no se vuelva a inyectar otra dosis de fentanilo, porque te noquea", señala Colin Miller, investigador de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, que viene entrevistando a consumidores de drogas en Grand Rapids, Michigan y Pittsburgh sobre los efectos de la xilacina presente en las dosis de fentanilo que se venden en las calles.
Las investigaciones también han revelado que los pacientes que llegan a la guardia de los hospitales por sobredosis de fentanilo tienen consecuencias menos graves cuando en su sangre también se detectó la presencia de xilacina.
La propagación y aumento del consumo de psicoestimulantes, como la metanfetamina y la cocaína, también puede estar influyendo, según los expertos médicos y policiales. Pero calibrar y valorar ese impacto es difícil. Las investigaciones sugieren que los estimulantes no son tan mortales como el fentanilo, pero siguen siendo peligrosos y también pueden provocar sobredosis mortales y daño cardíaco crónico.
Un reciente estudio realizado en Ohio mostró una posible correlación entre el abrupto descenso de las muertes por opioides y el aumento del consumo de metanfetamina en ese estado. El doctor Daniel Ciccarone, uno de los autores del estudio, experto en políticas contra las drogas y profesor de medicina de la Universidad de California en San Francisco, entrevistó a consumidores de opioides para saber por qué ahora también consumían estimulantes.
"Y uno tras otro me dijo que la metanfetamina los distrae o los satisface lo suficiente como para evitar el fentanilo", apunta Ciccarone. "En teoría, una menor dosis acumulativa de fentanilo a la larga provocará menos muertes por fentanilo".
Algunos investigadores han observado que también está evolucionando la forma en que las personas consumen el fentanilo, aunque todavía no se atreven a sacar conclusiones sobre el impacto de ese factor en el descenso del número de sobredosis fatales.
La doctora Allison Arwady, directora del Centro Nacional para la Prevención y Control de Lesiones, una rama de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), dice que cada vez son menos los usuarios que se inyectan fentanilo, en lugar de fumarlo o inhalarlo.
Esto puede deberse a que intentan evitar las heridas necróticas causadas por la xilacina y que están estrechamente asociadas con las jeringas. Pero también puede estar relacionado con la idea errónea de que fumar o inhalar es menos mortal que inyectarse. De hecho, un reciente estudio de los CDC mostró que si bien las muertes causadas por la inyección de opioides habían disminuido, las muertes asociadas con fumar la droga habían aumentado.
Arwady dice que el progresivo abandono del consumo intravenoso por jeringa, especialmente entre los más jóvenes, puede indicar que los mensajes de salud pública sobre la peligrosidad del uso compartido de agujas están teniendo efecto en la población.
De todos modos, los planificadores de políticas públicas y los expertos en el tratamiento de las adicciones advierten que si bien hay mejoras significativas, el número de muertes derivadas del consumo de drogas sigue siendo alarmantemente alta.
Si bien la disminución general de las muertes por sobredosis es una buena noticia, "viene acompañada del riesgo de que la gente crea que dejó de ser un problema", advierte Arwady, de los CDC.
"Es un avance que no se verifica en todos los grupos ni comunidades, y este sigue siendo un problema que afecta a muchas familias todos los días", agrega la funcionaria. "Así que éste tiene que seguir siendo un tema prioritario de salud pública en todo el país". (La Nación)