La estructura servirá para que los turistas puedan contemplar de cerca el emblemático monumento, mientras realizan tareas de limpieza que deberían concluir a fin de diciembre; críticas de los vecinos de la zona
El alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, fue el primero que pisó esta mañana la pasarela junto a otras autoridades en medio de camarógrafos, fotógrafos, periodistas y turistas. Consciente de las controversias que generó esta estructura levantada dentro de la fuente de mármol travertino, vacía y vallada y bautizada por la prensa "pasarela de la discordia", enseguida aseguró que es algo temporario.
"Así como la pasarela fue montada en cuatro días, un tiempo récord, será desarmada en cuatro días a fin de diciembre cuando la Fontana volverá a estar con agua y en funcionamiento", dijo Gualtieri. "Pero, aunque se trata de un período breve, no quisimos privar a romanos y turistas de la posibilidad de acceder a esta maravilla, una ocasión única, extraordinaria, para verla de cerca", agregó, hablando ante la prensa convocada para la inauguración.
Si bien muchos turistas creen que esta fuente siempre estuvo en la ciudad eterna, se trata de una obra relativamente reciente. Se completó en 1762 gracias a un proyecto de Nicola Salvi, justo en el lugar que marcó en otra época el final de un acueducto, en el cruce de tres vías, de ahí fontana de "Trevi".
El acalde precisó que a diferencia de la restauración que hubo en 2014, que fue una obra importante que duró dos años y en la que también debió montarse una pasarela, esta vez se trata de una operación de manutención y limpieza "rápida".
Podrán transitar sobre la pasarela 130 personas por vez, que accederán desde un lado y saldrán del otro, después de hacer una fila y bajo la supervisión de personal ad hoc, tal como comenzaron a hacer centenares de turistas después de la inauguración.
Gualtieri también destacó que al inicio de la pasarela hay una "alfombra cuenta-personas" que irá contabilizando la cantidad de gente que pase por allí. En efecto, y visto el "boom" de turismo sin precedente que viene teniendo Roma desde el fin de la pandemia, la comuna decidió un "contingentamento" de la Fontana di Trevi, es decir, de ponerle un límite a su acceso.
La Fontana di Trevi, de hecho, es uno de los sitios más visitados de Roma, siempre está atestada por hordas de turistas y si uno quiere verla sin masas de gente debe ir muy temprano a la mañana o tarde a la noche. En este sentido, la pasarela servirá como un virtual ensayo general del futuro acceso limitado, que algunos especulan que incluso podría significar el pago de un ticket de entrada simbólica de uno o dos euros, aunque aun no hay nada decidido.
"Es una iniciativa que decidimos tomar para permitir una libre y mejor accesibilidad a la fuente y la pasarela nos servirá como un método para ver cómo gestionar los flujos y el número de gente que puede verla y tener una experiencia que no termine arruinada por una excesiva concurrencia", explicó Gualtieri.
El acalde, que en las redes sociales fue muy atacado porque hace una semana, cuando comenzaron los trabajos, fue montada una piscina o bañadera para que los turistas no se privaran tampoco del conocido ritual del lanzamiento de las monedas (según la leyenda, hay que tirar una para que se cumpla el deseo de regresar), recordó que también durante la gran restauración de 2014 se había puesto una piscina similar que, sin embargo, no había creado tantas polémicas.
"Se ve que es el espíritu de los tiempos", comentó, con ironía, al destacar, por otro lado, la importancia de la piscina a nivel solidario. "En la piscina en tan sólo una semana se recolectaron 10.000 euros que fueron para miles de indigentes", reveló, al recordar que las moneditas que se levantan y juntan de la Fontana suelen destinarse a Cáritas.
Gualtieri también advirtió que si uno lanza desde la pasarela monedas a la fuente ahora sin agua, o se detiene por ejemplo a comer, puede recibir una multa de 50 euros. Se podrá acceder a la pasarela todos los días de 9 a 21, salvo los viernes y lunes de 11 a 21 (cuando se recolectarán las monedas).
Más allá de la gran satisfacción de Gualtieri y su entorno, los vecinos, dueños de los comercios que rodean la plaza di Trevi, pusieron el grito en el cielo. Prevén la semana que viene exigir la remoción de la pasarela, que para algunos, al margen de significar un daño económico, podría con su paso arruinar la base de la fuente.
"¿Por qué estoy enojada? Porque con todos estos andamios y esa piscina para peces rojos ridícula ya no hay más trabajo, sacaron el agua de la fuente y nos sacaron el trabajo, los turistas no vienen a la tienda si no hay agua", dijo Mary, que trabaja en la histórica zapatería Angelo desde hace 57 años, sin clientes, según ella, por culpa de las obras. En el Bar Trevi, que queda al lado, se quejaban por el mismo motivo: "Sin agua no vienen los turistas", dijo Ahmed, mozo egipcio de este local.
"Lo más indignante es que no hacía falta la limpieza: los mármoles están blancos, como todo el mundo puede ver, suelen venir a limpiar la fuente dos veces por semana, pero evidentemente están haciendo un gran negocio en el que muchos sacan tajada", denunció Mary.
"Todo lo que están gastando ahora, imagínese que los andamios de la pasarela costaron 350.000 euros, podrían haberlos usado para reparar el pavimento de la plaza de Trevi, la más linda de Roma, que está en tan mal estado que muchos turistas se tropiezan", agregó, señalando los adoquines rotos.
"Es una vergüenza que Roma, una ciudad que recibe a cientos de miles de turistas para el Jubileo, que comienza en cuarenta días, no sólo tenga la Fontana sin funcionar, sino, además, a todos los principales monumentos del centro histórico, inaccesibles, imposibles de ver, empaquetados, bajo obras que no hacían falta, a cuarenta días del comienzo del Jubileo y mientras la capital sigue sucia, caótica y con un servicio de transporte inexistente", acusó, enojada.
"No organizamos una protesta porque nadie nos escucha y no sirve para nada. ¿Ese inútil de acalde está contento y dice que van a sacar la pasarela a fin de diciembre? ¿Quién se lo cree? Yo ya no creo en nada", comentó Mary, escéptica como la mayoría de los romanos. "Hay voces que dicen que van a cobrar una entrada de dos euros para la Fontana. Esperemos que no", concluyó.