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Peces vs. mosquitos: así es el nuevo avance argentino en la lucha contra el dengue

Dos investigaciones realizadas por científicos de la Universidad de Buenos Aires lograron determinar no solo que el Aedes aegypti llegó a regiones más frías del país, sino que existe un pequeño aliado acuático que puede terminar con las larvas. Infobae dialogó con los expertos

Viernes, 4 de Noviembre de 2022
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El dengue llegó para quedarse, aseguran los expertos. En los últimos años, la Argentina padeció tres grandes brotes. En 2009, el total de contagios alcanzó los 26.923; en 2016 fue de 41.207; y el último se conjugó con la pandemia, fue en 2020, y marcó un récord histórico con 58.435 afectados. En la actualidad, la “temporada” de la patología se encuentra en sus inicios, pero la problemática está instalada.

Dos estudios realizados por científicos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) pusieron al mosquito Aedes aegypti en el centro de escena, ya que es el principal responsable de la transmisión de la enfermedad. Y mientras unos analizaron el comportamiento de este vector, otros buscaron el modo de poder controlar su reproducción de una forma sustentable que, incluso, puede aplicarse a distintas zonas y de forma gratuita, tras solicitarlo a los científicos.

Desde la Facultad de Ciencia Exactas, investigadores liderados por Sylvia Fischer lograron advertir que estos mosquitos se fortalecieron y extendieron su accionar a lo largo de casi todo el año, llegando a regiones más frías del país. Mientras que un grupo perteneciente a la Facultad de Agronomía, encabezado por Alejandro Koko López, logró identificar a una especie de peces nativos, conocida como madrecitas del agua, como “aniquiladores” de huevos y larvas presentes en reservorios de agua. Infobae dialogó con ambos expertos, quienes dieron detalles de sus trabajos.

Existen cuatro serotipos de virus, aunque están estrechamente emparentados. Se trata de DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4. Cuando una persona se infecta con uno, más allá de los síntomas (que son altamente molestos, como la denominada “fiebre rompehuesos”), el organismo genera anticuerpos contra esta clase, pero ante la infección con otro de ellos, se puede presentar el dengue hemorrágico, el cual es altamente peligroso.

Lo cierto es que, tan solo en el ámbito del AMBA, según datos de la cartera sanitaria, “se calcula que uno de cada cuatro adultos habría sido infectado por dicho virus a lo largo de su vida”. “En nuestro país tuvimos 13 epidemias, en las tres últimas el número de casos registrados fue mayor que en la anterior. Y en la de 2020, el alza de casos fue muy notable en la región más templada de Argentina, como es, por ejemplo, la Región Metropolitana de Buenos Aires. Esto se puede asociar directamente con la cantidad de mosquitos presentes. Es decir, cuanto más mosquitos hay, es mayor la probabilidad de que se pueda transmitir el virus si hay un brote o una epidemia”, afirmó en diálogo con Infobae Sylvia Fischer, investigadora integrante del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

“Entonces, este aumento sucesivo del número de casos podría tener que ver con que cada vez estamos teniendo más mosquitos en en nuestra región durante la temporada cálida, además el periodo de tiempo del año en el cual las abundancias de mosquitos son suficientemente altas como para que pueda haber transmisión también se está alargando en los sucesivos años”, añadió la experta. Es que parte del crecimiento de estos casos podría explicarse por una mayor resistencia del mosquito a las temperaturas bajas.

“La diapausa es como un estado de ‘dormición’ profunda, en la cual, por más que las condiciones ambientales sean favorables, los huevos no van a eclosionar porque las que la producen son las hembras sobre los huevos”, resaltó la Fischer. Esta suerte de mecanismo es denominado como fotoperíodo que, en resumidas cuentas, es el tiempo diario que un ser vivo se expone a la luz. Gracias a este mecanismo, los huevos que están inhibidos para eclosionar hasta el ambiente les indique que se aproximan tiempos más favorables.

Pero eso no es todo, ya que otras adaptaciones que hizo este vector, en comparación con diferentes especies de mosquitos de otras partes del mundo, es que el autóctono “completa su desarrollo a temperaturas más bajas que los demás, pudiendo hacerlo hasta a 12°C”, unos 3 o 4 grados menos que otras. “Cuánto más frío es su origen, mayor es su desarrollo”, explicó.

“Esta situación de los mosquitos puede favorecer que haya una mayor cantidad de dengue grave, que es la denominación que se usa en este momento. En general, en la primera infección con alguno de los cuatro serotipos del virus dengue se generan defensas e inmunidad para ese serotipo, pero después de un tiempo esa persona que se infectó queda más vulnerable a los otros tres serotipos. Entonces, si se vuelve a infectar con alguno de los otros tiene más probabilidades de desarrollar dengue grave”, resaltó Fischer.

En palabras de la experta, cuantas más personas se hayan infectado alguna vez, si la población de mosquitos aumenta, también lo hace la posibilidad de que haya un segundo contagio con uno de los otros virus. “Hay un estudio donde se analizaron muestras de Bancos de Sangre buscando anticuerpos para dengue y en ese caso encontraron una proporción muy importante de personas, que me parece que llegaba hasta el 40% en algunas localidades, que se había infectado alguna vez de dengue y esto lo que nos está diciendo es que el número de casos reportado es mucho menor al real. Esta situación se asocia a que no todas las personas van al médico cuando se sienten mal, o que hay casos subclínicos o asintomáticos”, indicó.

Con el avance del mosquito culpable del dengue, la necesidad de implementar herramientas para frenar esta situación son más que necesarias. Es por eso que, además de las ampliamente difundidas, como son eliminar los hábitats artificiales que puedan acumular agua; cubrir, vaciar y limpiar cada semana los recipientes donde se almacena agua para uso doméstico y aplicar insecticidas adecuados; sin olvidar las medidas de protección personal, científicos de la Facultad de Agronomía de la UBA usaron a la naturaleza como control para evitar su propagación.

Estos pequeños peces son una respuesta efectiva ante la presencia de huevos y larvas, no solo por su “voracidad”, sino porque “son de fácil cría por las características del ciclo de vida y la biología del pez. Se pueden criar fácilmente porque tienen mucha tolerancia a distintos rangos de calidad de agua y las fluctuaciones en el oxígeno y el pH, por ejemplo. Pero, además, como tienen un tamaño pequeño, pueden vivir naturalmente y normalmente en ambientes relativamente chicos”, aseguró. Es que estos aliados acuáticos tienen un tamaño máximo de entre 2,5 y 3 cm.

Madrecitas de agua contra el dengue

“Este proyecto está pensado como complemento de las prácticas de prevención del dengue clásicas y para reservorios de agua que no puedan ser utilizados o rociados con insecticidas. Es para reservorios a partir, aproximadamente, de los 500 litros de agua, que tiene que ser permanente. Es para cuerpos de agua de mediana magnitud, que siguen siendo chicos en comparación con una laguna, pero que son adecuados para que estas madrecitas puedan vivir con total normalidad e, incluso, a veces, reproducirse”, afirmó López.

En ese tono, el experto resaltó que “esta herramienta biológica es sinérgica con todas las políticas de prevención que ya están activas”, destacó el experto, al tiempo que recalcó: “La modalidad del programa es a demanda, nos lo piden, nosotros evaluamos el lugar para su aplicación y se lo entregamos, y le hacemos una pequeña capacitación”. Tras el traslado de los peces y la “siembra” en el espejo del agua, que son los momentos más críticos, los expertos monitorean “que siga teniendo efectividad y que no haya un resurgimiento de larvas de mosquitos”.

Aunque sobre este último punto, el investigador aseguró que estos pequeños son “voraces”. “Su efectividad es altísima y son sumamente eficientes, consumen una gran cantidad de larvas por día. No te dejan ni una larva viva, a diferencia, a veces, de los insecticidas. En este caso, en la etapa acuática y con esta técnica, la efectividad es del 100% en control de las larvas”, agrego.

Ante la necesidad de controlar la presencia de larvas en algunos espejos de agua, los científicos apelaron a la naturaleza / (Prensa UBA)Por otro lado, López resaltó que no existen requisitos para poder obtener a las madrecitas. “Se solicita el material, es gratuito”, indicó el científico. Es que, lejos de posturas comerciales, los científicos de la UBA brindan a las madrecitas de forma gratuita, ya que el programa está financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Los interesados solo deben enviar una carta de pedido a controlbiologic@agro.uba.ar para que los científicos realicen una evaluación del lugar, la cantidad de materiales necesarios y se coordina el envío.

“La aplicación del programa, lógicamente, está atada a la zona de distribución del mosquito, que se condice con la distribución de los pececitos, que pueden vivir en zonas de templadas a templadas/cálidas, porque no tolera mucho frío. Pero en estas zona frías tampoco tenemos el problema de los mosquitos”, siendo que, según explicó López, “la única limitante es que tengan agua permanente, tiene que tener una cuota mínima de agua durante todo el ciclo y si se llegan a tener que vaciar, se tienen que rescatar los peces y guardarlos para después volver a sembrarlos”.

Vale destacar, e incluso recalcar, que la demanda también puede llegar de actores sociales no solo públicos, sino también privados y particulares, como puede ser el caso de alguien que tiene fuentes o un tanque australiano; o incluso una piscina recreativa abandonada, o que va a empezar a usarla en diciembre. “Allí se pueden colocar estos peces a partir de la primavera, momento en que empiezan a eclosionar los huevos de los mosquitos, hasta diciembre, que es cuando suele comenzar a usarse la pileta”, concluyó López.

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