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Por qué nos reímos cuando nos hacen cosquillas

Las cosquillas tienen un origen filogenético, siendo un tipo de placer generado por contacto físico si se produce una falsa alarma. Ocurre en todos los mamíferos. En el ser humano adquiere más propiedades cognitivas, hasta el punto que provoca más risa amenazar de cosquillas (tener la expectativa de recibirlas) que las propias cosquillas físicas.

Sabado, 30 de Abril de 2022

Gómez detalla que son varios los componentes que activan este fenómeno. Uno de ellos es la falsa alarma, es decir, detectamos un peligro que en realidad no existe. Además, participan la dominación (el poder) y el erotismo (la atracción sexual). De esta forma, en los niños es más frecuente la dominación o el juego para aprender a defender las partes vulnerables del cuerpo.

En concreto, el mapa de las cosquillas en estos casos se localiza en zonas vulnerables a la depredación, como el cuello, las axilas o las costillas. En esta situación de juego de lucha, el adulto puede hacer cosquillas al niño, pero no a la inversa, lo que implica roles de dominante y dominado, así como una percepción de vulnerabilidad, pero también de confianza, en la que se ríe.

Por su parte, en la etapa de la adolescencia domina el componente erótico o de atracción. Existe el fetichismo del pie, su planta es sensible a las cosquillas y estimularla puede producir excitación genital. En la edad adulta, en cambio, disminuyen las cosquillas, pues se juega menos y hay menos relaciones de dominancia física simulada.

Existen diversas teorías de por qué nos provoca risa, como la ya mencionada falsa alarma, que es cuando la risa se produce ante un peligro que, finalmente, resulta no serlo. Es el modo de liberar tensión acumulada. En la fase inicial se activa la amígdala cerebral dando una alerta, que luego se apaga a través de la activación del cortex cingulado anterior (una zona del cerebro), que, además, se vincula con la empatía.

También se explica por alivio descarga de tensión. Es un mecanismo similar al del orgasmo. El peligro en las cosquillas es la sensación de un insecto en la piel o la amenaza de dominación en el juego.

Sin embargo, si nosotros mismos nos hacemos cosquillas, estas no nos causan risa. La clave reside en que la expectativa de la acción y sus consecuencias (el cosquilleo) son idénticas, de manera que el sistema motor sabe que soy yo mismo y retira la atención. Como consecuencia, disminuirá también la sensación. Cuando las cosquillas me las hace otro, no puedo predecir el cosquilleo y, por lo tanto, se da la alerta, activo mi atención, veo que es una falsa alarma y me río.