Se trata de una bebida fermentada -cuya apariencia recuerda en la mayoría de las ocasiones al yogur-, que se elabora a partir de la fermentación de los gránulos o nódulos de kéfir. En su origen, es común denominar kéfir no solo a los nódulos sino también a la bebida resultante.
Aunque es cierto que los probióticos se han puesto de moda en los últimos años la realidad es que su elaboración se remonta a hace cientos de años. Es lo que ocurre con el kéfir, un probiótico de origen natural que ya se producía, elaboraba y consumía en la zona del Cáucaso, de donde originalmente proviene.
No obstante, a pesar de parecerse al yogur existen diferencias entre ambos alimentos que deben ser destacadas. Por ejemplo, en la elaboración del yogur suele ocurrir una fermentación únicamente láctica, mientras que en el kéfir la fermentación es láctica y también alcohólica, dando como resultado su textura carbonatada característica. Además, el sabor del yogur es más suave, ya que el kéfir tiende a tener una mayor acidez.
Es una bebida natural excelente a la hora de mejorar las defensas del organismo porque contiene alrededor de 400 millones de microorganismos por cada gramo de producto, entre las que se encuentran bacterias beneficiosas para la flora intestinal, al mantenerla, estabilizarla y reforzarla.
Aunque podemos consumir probióticos en cualquier momento, añadiéndolos a la alimentación de manera regular, lo cierto es que son especialmente útiles en determinadas ocasiones, o ante determinadas enfermedades o afecciones.
Por ejemplo, cuando se sufre algún tipo de enfermedad infecciosa como la cistitis, la inflamación de la vejiga habitualmente causada por una infección bacteriana, o vaginitis, que consiste en la inflamación y/o infección de la vagina debido principalmente a una infección bacteriana. Gracias a que ayuda a reforzar las defensas del organismo a través de enriquecer y mejorar la flora intestinal.
Como ayuda a reestablecer la flora, aumentando la presencia de bacterias “buenas” en los intestinos, resulta particularmente interesante el consumo tras un episodio de diarrea o durante una gastroenteritis, que puede ser causada por un virus, parásitos o bacterias.
Por este último motivo también es interesante su consumo en caso de seguir un tratamiento médico a base de antibióticos, porque este tipo de fármacos además de reducir y eliminar las bacterias patógenas, también lo hace con las bacterias “buenas”, disminuyendo su presencia el organismo.
Esto no significa que los antibióticos no sean buenos para la salud; al contrario, pero deben ser únicamente consumidos tras su prescripción por parte del médico, solo cuando sea necesario, y bajo su supervisión.
Si deseás disfrutar de las distintas cualidades y beneficios del kéfir, lo cierto es que existen una amplia variedad de opciones sencillas y fáciles de seguir. Por ejemplo, al ser una bebida fermentada se puede consumir así, simplemente sirviéndolo en un vaso y tomándolo de a poco.
Se convierte en una bebida refrescante, aunque por su sabor ácido deberás acostumbrarte. Pero si aún así, su sabor te choca un poco, podés optar por añadir un poco de panela o miel (aunque no es lo preferible). O preparar deliciosos batidos de fruta, añadiendo un poco de kéfir a la bebida.
También puede convertirse en una opción para desayunos o meriendas (pero sin abusar en su consumo, ya que su exceso puede ser perjudicial). Podés añadirlo a tu cuenco de cereales o fruta, y consumirlo para el desayuno. A su vez, hay quienes lo usan en una amplia variedad de recetas: ensaladas, bizcochos, cremas o sopas frías, o simplemente consumirlo de la misma manera como si fuera un yogurt.