Kevin Parker es uno de los genios de la música moderna. Lo visto y oído en el show del Lollapalooza Argentina no deja lugar a dudas. Tame Impala trajo altas dosis de su “propio medicamento” (justamente, el show empieza con un video con instrucciones de una enfermera de dudosa procedencia) para repartirlo sobre un público ávido de furor y éxtasis por escuchar un set tan psicodélico como demoledor por parte de los australianos.

Las ajustadísimas interpretaciones del grupo también se sostienen en un trabajo visual armónico: en este sentido, el protagonismo absoluto se lo lleva un uso de las luces agresivo pero pertinente para acompañar las capas sonoras que plantean Parker y compañía durante la noche. Tal es así, que por momentos las tres pantallas gigantes del escenario permanecían a oscuras, a pesar de tratarse de un show masivo ante decenas de miles de personas. Evidentemente, a Tame Impala solo le interesa transportar a su público “de un punto A a un punto B” durante los 95 minutos de su performance y poco le importa respetar ciertos lugares comunes de los shows de estadios y grandes festivales.

Twenty One Pilots fue un headliner de último momento, tras la baja de Blink-182 por una rotura de ligamentos en un dedo de su baterista Travis Barker. Por eso, con mucho buen criterio durante la noche sonó una furiosa versión de “All the Small Things”, superclásico de la banda que les tocó suplantar.

Durante el resto de los 75 minutos que duró su set, el grupo ratificó su postura de pocas palabras arriba del escenario y dejar que su música hable por ellos jugando con los extremos, política solo interrumpida durante una interpretación en trompeta del hit mundialista “Muchachos”: de la crudeza a envidiables agudos, y de golpes de platillos estruendosos a momentos de intimismo que parecen difíciles de conseguir ante el masivo y ruidoso público de Lollapalooza Argentina.

Por el lado de los créditos locales, resulta imposible no destacar el set que durante la tarde dio en el escenario principal Usted Señalemelo. Durante la hora de show, los jóvenes mendocinos navegan por distintos climas con tempo de experimentados: los mismos van desde las recientes “Nuevo comienzo” y “Las flores sangran” que adelantan el universo que el grupo terminará de plasmar en su nuevo disco, las texturas electrónicas de “Pastizal” y “Agüetas” y el pulso rockero de “Siento”, “Puedo morir puedo caer” y “Big Bang”, para terminar el show desde la valla con una versión callejera y por momentos despreocupada de la bella “Agua Marfil”.

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