La tregua entre Estados Unidos y China ha traído nuevamente una sensación de alivio para la economía argentina, sensible a las crisis internacionales
La marcha atrás de Donald Trump en su guerra comercial con China generó en Argentina la sensación absolutamente inversa a que se habían vivido cuando conflicto petrolero con México y Canadá y en el célebre Día de la Liberación con su suba generalizada de aranceles.
En esas oportunidades, el golpe provocado por el shock económico internacional había sido inevitable para la economía argentina. En el primer caso, ocurrido en febrero, coincidía con el debut del crawling peg al 1%, el peor "timing" imaginable para el plan Caputo justo cuando los países vecinos devaluaban sus monedas.
Y el Liberation Day de abril encontró a Argentina en su fase final de negociación con el Fondo Monetario Internacional. La combinación de falta de señales concretas sobre la asistencia monetaria, y el empeoramiento de las condiciones comerciales externas fue lo que terminó por disparar la crisis de suba del dólar paralelo y la sangría de reservas del Banco Central, que terminó vendiendo u$s398 millones en la jornada en que se anunció el levantamiento del cepo.
Ahora, con Trump y el gobierno de Xi Jinping sentados a la mesa de negociaciones y con la tregua de 90 días que normalizará el comercio, Argentina recibe un shock externo positivo justo en el momento en que más le hacía falta.
La suba de los bonos, la caída del índice de riesgo país y, sobre todo, los primeros indicios de aumento en los precios de las materias primas mejoran las chances del plan de Toto Caputo.
El "talón de Aquiles" del Gobierno era, justamente, la perspectiva de un pesado déficit en la cuenta corriente, dado que mientras el gobierno se juega al tipo de cambio planchado como herramienta anti-inflacionaria, estaban llegando malas noticias de los dos productos de los que depende el ingreso de divisas: la soja y el petróleo.
Hablando en plata, los consultores estiman que este año habrá, al menos, un desbalance de u$s8.000 millones entre los dólares que produce la economía argentina y los que salen del país.
Pero el efecto de la tregua Trump-China ha traído nuevamente una sensación de alivio. En un año tan volátil, resulta difícil asegurar si se trata de un punto de inflexión o de una mejora apenas pasajera. Pero, al menos, alejó los fantasmas de una presión de corto plazo sobre el plan de estabilización cambiaria.
El dato que más impactó fue el de la soja, que este lunes cerró en u$s391 en el mercado de Chicago. Por cierto que sigue siendo un nivel poco atractivo si se lo compara con los u$s450 por tonelada que se conseguía hace un año, pero implica una mejora importante para un mercado que desde la asunción de Trump osciló entre los u$s365 y u$s380.
China es el principal comprador del mercado, y ya previendo que el recambio presidencial en Estados Unidos podría traer dificultades, había constituido un stock de reserva extraordinario que atenuaba sus necesidades de compra para todo el 2025. Y además de los motivos geopolíticos, hubo buenos datos de las campañas agrícolas tanto en Estados Unidos como en Brasil, lo cual hizo prever una presión bajista en el precio por el incremento de oferta.
Esto implicaba, para el plan de Caputo, una de las peores situaciones imaginables, porque a la disminución del ingreso por el factor precio se agregaba otro incentivo para que los productores locales retuvieran su producto en los silobolsas.
Ese fue el motivo que llevó al ministro, a inicios de año, a recortar temporalmente las retenciones a la exportación -en el caso de la soja pasaron de 33% a 26%- y recomendarles a los productores que vendieran y usaran los pesos para aprovechar las altas tasas del carry trade.
Tras un comienzo dificultoso, con quejas desde el campo y bajos niveles de liquidaciones, la situación mejoró sobre fines de abril, cuando las ventas un salto al nivel de u$s77 millones diarios. A partir de allí, se generó una expectativa de que en mayo -históricamente el mes de mayor nivel de exportación sojera- se pudiera superar los u$s3.500 millones.
Sin embargo, en la última semana comenzó a verse una ralentización en el ritmo exportador, algo que los economistas atribuyeron como uno de los factores que motivó cierta presión alcista en los dólares paralelos. En todo caso, lo que se vio fue un regreso de la controversia sobre si los precios son lo suficientemente atractivos para que aceleren las ventas.
Justamente, uno de los temas que se está discutiendo es si la pelea de Trump con China podría ser indirectamente beneficiosa al desviar parte de la demanda asiática hacia Argentina y Brasil. En todo caso, no fue una situación que se viera reflejada en una mejora de los precios.
Hasta que llegó la noticia del acuerdo arancelario entre Estados Unidos y China, y se registró el salto en los precios del mercado internacional. ¿Qué pasará ahora? En principio, todo indica que el campo argentino reaccionará con una mayor venta. Después de todo, la suba podría ser apenas una "ventana" de oportunidad a la que le siga un nuevo bajón de precios.
Si se mantuvieran las ventas en el orden de 35% respecto de los niveles del año pasado, entonces durante el trimestre abril-junio el campo podría aportar a la economía unos u$s9.000 millones. Y, si los precios se mantuvieran al alza, la cifra podría mejorar.
De esta manera, la balanza comercial podría traer un alivio, después de un arranque de año en el que las importaciones crecieron a un impactante ritmo de 35% interanual mientras que las exportaciones apenas subieron al 5,3%. De no haber sido por el aporte del petróleo, el primer trimestre del año ya habría dejado un déficit comercial de u$s1.100 millones.
El otro dato relevante que el mercado sigue a diario es el del petróleo, uno de los rubros a los que Caputo apostó fuerte. Su expectativa es que el rubro de energía deje un saldo neto de u$s8.000 millones en el año, y que el grueso de la entrada de divisas se concentre en el segundo semestre, coincidiendo con el momento del año en el que el aporte del campo afloja en intensidad.
A eso se agrega el detalle no menor de que ese refuerzo de divisas coincidiría con el cierre de la campaña electoral por las legislativas de octubre, una situación en la que suele aumentar la demanda de dólares por parte del público.
Pero esa estrategia quedó en duda tras el abrupto descenso en el precio del petróleo ocurrido a inicios de mayo. Las proyecciones de los analistas en el mercado argentino -incluyendo las del gobierno- habían sido hechas con un barril WTI en torno a u$s72, que era el precio promedio al momento de la asunción de Trump.
Sin embargo, hace pocos días cundió la alarma entre los analistas al ver una caída a u$s56, un precio que el mercado no veía desde la crisis de la pandemia.
En ese momento, todo indicaba que los precios en la franja de los u$s50 no serían un accidente, sino que podrían marcar la tónica de todo el año. A fin de cuentas, ya en la campaña electoral, Trump había hecho del petróleo un tema central de su propuesta: planteó que era una forma de bajar la inflación, además de una revitalización de ciertas economías regionales y una disminución de la dependencia de proveedores problemáticos.
En el marco de una economía global más fría, los analistas preveían que en durante este año hubiera un "sobrante" de un millón de barriles de crudo todos los días.
Y la advertencia de los expertos era que, aun cuando la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) diera marcha atrás en su política expansiva y decidiera no aumentar la oferta, igualmente habría un excedente que, en el segundo y cuarto trimestre del año, sería particularmente grave, de casi 1,5 millones de barriles diarios.
Finalmente, la situación terminó dando la razón a los más escépticos, que temían una caída del precio del barril al entorno de u$s50 por barril. A inicios de mes se supo que Arabia Saudita, que lidera la estrategia de la OPEP, decidió acelerar la producción, de manera que se incrementará la oferta de crudo en hasta 2,2 millones de barriles diarios hacia el último trimestre de este año. El anuncio implica no sólo que este país subirá su producción sino que, además, aplicará sanciones a otras naciones petroleras que se mostraban renuentes a subir su cuota.
Arabia Saudita es el principal aliado de Estados Unidos en el medio oriente, y la decisión de incrementar la oferta ocurre, no por casualidad, a pocos días de una visita de Trump en la que se discutirá un acuerdo sobre defensa y armas nucleares.
Sin embargo, tras tocar su mínimo de u$s56 por barril, el petróleo ha recuperado terreno, y la noticia de la tregua con China ya lo llevó a u$s62, con tendencia a seguir el recorrido alcista. La perspectiva de una revitalización de la economía global por el cambio de actitud de Trump está haciendo que los analistas revisen al alza sus previsiones.
Por lo pronto, en el mercado accionario se nota un renovado apetito por las empresas vinculadas a la explotación de petróleo y gas en Vaca Muerta. El caso de YPF es el más notorio, con una suba de 8,4% en Wall Street tras la confirmación de las negociaciones comerciales.
Para Argentina, si la tendencia se confirma, significa una de las mejores noticias: se atenuaría el rojo de la cuenta corriente, con lo cual también habría menor necesidad de un ingreso de masivo de dólares al mercado de capitales por la vía de préstamos e inversiones de corto plazo.
El inicio de las primeras elecciones legislativas en el país puso en debate la relación económica entre el Ejecutivo nacional y los gobernadores. Hasta mayo, se mandaron más de $70.000 millones. Cuáles fueron las localidades que más recibieron.