El 'crawling peg', que ajusta el tipo de cambio al 1% por mes, podría modificarse tras el acuerdo con el FMI
Para la economía argentina, se trata de un tema central, porque define esencialmente el futuro de corto plazo de la cotización del dólar, una variable que afecta a la inflación, las reservas del Banco Central y el nivel de actividad.
El sistema de 'bandas de flotación' define una zona de no intervención para el Banco Central. Dicho de otro modo, establece un piso y un techo para que el tipo de cambio se mueva acorde a la oferta y la demanda en el mercado, y dentro de esas cotizaciones, la autoridad monetaria no podría comprar o vender divisas. En una economía con inflación elevada, como la argentina, esos valores (piso y techo) suelen ser ajustados para acompañar el movimiento de los precios y evitar una apreciación.
Es un esquema que, por ejemplo, se aplicó durante el último tramo de la gestión del gobierno de Mauricio Macri. En aquel momento, se definió una banda de no intervención que se ajustaba al 2% mensual, un ritmo que fue reducido luego al 1,75% y luego a cero.
Ese programa, que no logró estabilizar las principales variables financieras ni frenó la salida de reservas del BCRA y caducó tras las PASO de agosto, definía la banda de flotación y "reglas de intervención" que incluían ventas de divisas para "contrarrestar condiciones de desorden en el mercado financiero". En aquel momento, se había establecido que si el tipo de cambio superaba los $51,50, el BCRA podría vender hasta US$250 millones diarios, aunque luego también se habilitaron "intervenciones" dentro de la banda.
Implementar un esquema de bandas implica habilitar mayores fluctuaciones y libertad al movimiento del tipo de cambio. Es algo que, hasta acá, el Gobierno rechazó y no habilitó: con el 'crawling peg' primero al 2% y luego al 1% actual, estableció un sendero de ajuste del dólar, que fue a la vez su principal herramienta para intentar 'ordenar' al mercado y bajar la inflación.
A su vez, sostenía un esquema de 'carry trade' para inversores que buscan aprovechar el rendimiento de instrumentos en pesos que superan ese ritmo mensual de ajuste del dólar.
El esquema, sin embargo, generó desde 2024 un encendido debate entre economistas, empresarios e inversores por la apreciación cambiaria y el 'atraso' del dólar, el ancla que empleó el Gobierno para contener los precios. Es que el ritmo de ajuste del tipo de cambio fue inferior al de la inflación, algo que tuvo como consecuencia una apreciación del peso que abarata las importaciones o el turismo al exterior, mientras encarece las exportaciones y el costo de vida en dólares en el país.
A lo largo de esta gestión, el Gobierno rechazó los cuestionamientos y mantuvo el esquema de 'crawling peg' como instrumento para intentar construir previsibilidad en el mercado financiero, aun a costa de resignar la compra de más reservas. De hecho, en las últimas semanas debió vender dólares ante una creciente demanda en el mercado oficial (importadores, turismo, servicios, pagos de deuda, entre otros): en seis días, perdió el 30% de las divisas que había comprado en 2025, según consignó LA NACION.
Y si bien se fue flexibilizando en algunas operaciones, mantuvo el cepo cambiario y, en consecuencia, la brecha con los tipos de cambio paralelos. Y esta es otra de las fuentes que explican la caída de reservas: el BCRA vende dólares en el mercado financiero a cambio de bonos, para intentar contener las cotizaciones del MEP y el CCL y evitar que crezca la brecha.
La mirada del FMI es adversa a este tipo de intervenciones, justamente porque impactan negativamente en la capacidad del BCRA para acumular dólares. De hecho, en el tercer trimestre de 2024 (última instancia del acuerdo firmado en 2022), el Gobierno cumplió sus objetivos fiscales y monetarios, pero no alcanzó el número de acumulación de reservas que establecía el programa con el FMI.
Fuente: La Nación