La balanza energética de Argentina alcanza su mayor superávit en 17 años impulsada por Vaca Muerta.
Argentina logró un hito histórico en su balanza energética, alcanzando un superávit de US$4.300 millones en los primeros diez meses de 2024, la cifra más alta en 17 años. Este notable cambio de tendencia, que podría cerrar el año con un saldo positivo estimado entre US$5.000 y 6.000 millones, marca un giro respecto al déficit crónico registrado desde 2011, con la excepción del año pandémico 2020.
El cambio responde principalmente al auge de Vaca Muerta, la gigantesca formación de hidrocarburos no convencionales ubicada en la provincia de Neuquén. Este yacimiento, considerado la segunda mayor reserva mundial de gas no convencional y la cuarta en petróleo, fue el motor detrás de una transformación en la producción energética de Argentina.
Según datos oficiales, las exportaciones de crudo, gas y otros energéticos crecieron un 23,4% interanual, alcanzando los US$7.995 millones hasta octubre de este año. En contraposición, las importaciones energéticas se desplomaron un 48,8%, situándose en US$3.693 millones.
"La dinámica de la balanza energética continúa consolidándose con una muy buena performance de las exportaciones de hidrocarburos combinada con una fuerte contracción de sus importaciones", destacó un informe del banco CMF.
Esta evolución tiene un impacto directo en la economía argentina, reduciendo la dependencia de las importaciones de gas durante el invierno austral y generando saldos exportables que robustecen las reservas monetarias del Banco Central.
Desde su descubrimiento, Vaca Muerta ha recibido inversiones por 50.000 millones de dólares, lo que ha permitido alcanzar niveles récord de producción. Según Leonardo Piazza, director de LP Consulting, "las inversiones que se hicieron en su momento ahora están rindiendo sus frutos. Hay un flujo inercial: ya está generando producción".
Este desarrollo ha convertido a Vaca Muerta en el principal generador de petróleo y gas del país, representando más de la mitad de la producción nacional. Empresas como YPF, Shell, ExxonMobil, Chevron y Total, entre otras, han jugado un papel clave en el impulso del yacimiento.
La ampliación de gasoductos y oleoductos ha sido crucial para aumentar la capacidad de transporte y exportación. Argentina ya exporta gas natural a Chile y se prepara para enviarlo a Brasil, mientras que los principales destinos de sus exportaciones de crudo incluyen Estados Unidos, Chile y Brasil.
Además, la construcción del oleoducto Vaca Muerta Sur, con una inversión de US$2.600 millones, promete un salto significativo en la capacidad exportadora. Según estimaciones del banco CMF, este proyecto podría generar exportaciones anuales por US$ 30.000 millones a partir de 2027.
En paralelo, Argentina apuesta por convertirse en un actor relevante en el mercado global de gas natural licuado (GNL). Dos proyectos liderados por YPF y PAE podrían posicionar al país como el quinto mayor proveedor mundial de GNL para 2030.
Un informe reciente de PwC destaca que el desarrollo masivo de Vaca Muerta y sus proyectos conexos podrían llevar el superávit energético de Argentina a más de US$ 30.000 millones para el final de la década, consolidando al sector energético como el principal generador de divisas, superando incluso al agrícola.
La transformación energética que vive Argentina no solo tiene implicancias económicas inmediatas, sino también estructurales. La diversificación de sus exportaciones fortalece la balanza comercial y reduce la histórica dependencia de los commodities agrícolas, proporcionando una base más sólida para el desarrollo económico sostenible.
Con la mirada puesta en la consolidación de este crecimiento, el país enfrenta el desafío de seguir desarrollando infraestructura, atraer inversiones y maximizar el potencial de sus recursos. Argentina avanza hacia un futuro en el que la energía no solo satisface sus necesidades internas, sino que también posiciona al país como un jugador clave en los mercados internacionales.