El Ciclón busca dejar atrás sus problemas institucionales y pelear arriba, mientras que el Globo llega invicto en los últimos duelos y quiere romper una racha en el Bidegain.
El clásico porteño entre San Lorenzo y Huracán tendrá un nuevo capítulo este sábado a las 14:45 en el estadio Pedro Bidegain, por la séptima fecha del Torneo Clausura 2025. Más allá de los tres puntos, está en juego el orgullo barrial en un enfrentamiento que siempre despierta pasión y expectativa en ambas hinchadas.
El Ciclón llega con una doble realidad: la convulsión institucional y un presente futbolístico que, a pesar de los problemas dirigenciales, lo mantiene competitivo en la Zona B. Tras la renuncia de Marcelo Culotta y la crisis de conducción que se evidenció cuando el presidente Marcelo Moretti intentó retomar sus funciones sin éxito, el club atraviesa un clima de incertidumbre.
Sin embargo, en la cancha, el equipo dirigido por Damián Ayude mostró carácter al imponerse 1-0 a Instituto en la fecha pasada. Para este duelo no podrá contar con su capitán Gastón Hernández, lesionado, aunque recupera a Alexis Cuello, ya habilitado tras una suspensión.
Del otro lado aparece el Globo, que vive un momento mucho más positivo en lo deportivo. Pese a la eliminación reciente en la Sudamericana a manos de Once Caldas, en el torneo local el equipo de Frank Kudelka suma cuatro partidos sin derrotas, con tres triunfos y un empate.
Además, llega con la motivación de sostener su buen registro reciente en el clásico: no pierde ante San Lorenzo desde hace cinco encuentros, con un triunfo y cuatro igualdades. La mala noticia es la baja de Fabio Pereyra, expulsado en el empate frente a Unión.
El historial favorece ampliamente a San Lorenzo con 87 victorias contra 48 del Globo, más 55 empates. No obstante, Huracán acarrea una deuda histórica en el Nuevo Gasómetro: no gana allí desde 2001. Esa sequía se convierte en un desafío extra para un equipo que pretende confirmar su crecimiento con un golpe en territorio rival.

Columnista invitada (*) l Audiencias reiteradas, declaraciones difíciles y una espera cargada de incertidumbre. El recorrido no solo genera un profundo desgaste emocional, sino también consecuencias físicas que requieren atención y acompañamiento.