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Nicolás Sánchez volvió al rugby local y fue figura en el triunfo de Tucumán Lawn Tennis

El máximo goleador de los Pumas y de los mundiales de rugby volvió a jugar en las canchas argentinas después de casi 14 años; con un estilo diverso a sus 35, hizo diferencia

Sabado, 22 de Junio de 2024
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La dirigencia del rugby se activó en el feriado del Día de la Bandera para que en la provincia de la independencia pudiera actuar un prócer de los Pumas. Para destrabar un trámite y que el máximo goleador histórico de la selección argentina estuviera en condiciones de volver a su cuna deportiva y jugar. Valía la pena: Nicolás Sánchez, el gran Nicolás Sánchez, regresaba al rugby local dos meses antes de que fueran a cumplirse 14 años del exilio profesional.

El apertura retornó desde Japón al cobijo de Tucumán Lawn Tennis, el club que lo arropó desde los siete años. Desde los ocho en el rugby, cuando por iniciativa de Fabián, su papá, el niño aficionado al fútbol se cambió a un deporte que terminaría apodándolo “Cachorro”, ya que su hermano mayor Benjamín era “Perro”. Y ahora, a los 35, el número 10 vivió un “día espectacular”, “muy emocionante”, en la victoria sobre Huirapuca por 29 a 13 en la cuarta fecha del Torneo Regional del NOA (Noroeste Argentino).

El día espectacular y emocionante no fue tal cosa en el clima. En el clima meteorológico, nublado y fresco, ni en el clima humano: resultó hasta injusto que las prolijas tribunas de Tucumán LT estuvieran tan poco pobladas. Es cierto que el sábado quedó en medio de un serie de cuatro días libres y que mucha gente viajó; también, que se supo del regreso de la estrella casi sin antelación. Pero Sánchez es un emblema de los Pumas en general y del rugby tucumano en particular. Y un enfrentamiento con Huirapuca, un rival cercano, oriundo de Concepción (70 kilómetros al suroeste), era una ocasión de fiesta.

Pero el histórico 10 no tuvo más que una entrada común a la cancha, en medio del humo de bienvenida al equipo. No hubo banderas ni ovaciones en particular, a pesar de que su hijo pródigo no volvió a la casa del padre deseando bellotas que alimentaran cerdos en el extranjero, sino en vigencia. En un deporte que, como otros, viene extendiendo la vida útil de sus protagonistas, en sus treinta-medios Sánchez es más que competitivo todavía. Es cierto que no resplandece como hace ocho, diez años, pero el rugby profesional extranjero aún puede hacerle lugar. Y de hecho, el propio apertura anhela otras vueltas por el mundo, tanto como parte de los Pumas como actuando rentadamente en un club de otro país. Lo jaquearon lesiones en las últimas temporadas, pero Nicolás sigue siendo un jugador valioso.

De lujo para el rugby local, por más que en este primer desempeño se lo haya visto algo contenido. La patada inicial, a cargo del 10, fue un indicio: larga, a un costado, para poner lejos el juego. Entregar posesión a cambio de territorialidad: así sucedió casi todo el tiempo en los ochentas minutos en el estadio Héctor Gallo Cabrera. Salgo alguna que otra excepción, cada vez que la pelota llegó a las manos de Sánchez en sus 22 metros –y hasta en su propia mitad de campo en el primer tiempo–, salió eyectada con un derechazo. Más a un cajón que con bombas altas. Pero Tucumán no tenía flechas que salieran disparadas a presionar, entonces los voleos de su apertura no le hacían daño a Huirapuca.

Que, además, era muy superior en el scrum. En un partido entrecortado, de poca inercia por errores en los pasamanos y tackles duros, los knock-ons fueron regla, y el equipo verde y rojo tuvo a maltraer al anfitrión. Sin embargo, estuvo arriba durante poco más de 20 minutos sobre los 80. Más indisciplinado, otorgó demasiados penales, y eso fue un pecado no venial frente al mayor anotador (902 tantos en 104 presencias) de los Pumas de todos los tiempos.

Que volvió un poco diferente al Cachorro conocido a ojos argentinos. A Nico Sánchez se lo identifica por su juego dinámico y su capacidad de tackleo, inusual para un apertura. Este sábado se le vio una versión más táctica, de patadas larguísimas –no está claro si más por disposición estratégica del staff que por iniciativa propia–, y más selectiva en sus involucramientos en las montoneras. Recibió escasos tackles porque tuvo poco el balón en las manos, y tampoco realizó muchos: alguno cerca de su in-goal en defensa extrema, uno volado y fallado –en el único try de Huirapuca–. Y efectuó un buen robo en un contrarruck de pie contra dos adversarios, también, aunque anulado por un knock-on ajeno previo. Pero en general, no hubo un desafío físico grande para el 10. Lo suyo estuvo más bien en los botines.

Y no solamente en los envíos al fondo para despejar. El Sánchez que reapareció en las canchas argentinas es un ejecutor de primerísimo nivel. Al menos por ahora, claro. Su pie derecho propició 19 de los 29 puntos de Los Benjamines, con la precisión y la contundencia de un pateador británico, o sudafricano. Salvo un intento de drop que le fue bloqueado –al igual que un despeje–, todos los envíos a los palos fueron acertados y altísimos y no dejaron dudas, aunque fueran larguísimos. Cuatro penales, dos goles y un drop que parecieron homenajes a Jonny Wilkinson, aquel verdugo inglés infalible con el que el tucumano se quedaba a perfeccionarse después de los entrenamientos de Toulon.

Esta rentrée exhibió un Nicolás Sánchez más brillante en el tablero que en el césped, pero el back pareció reservar para el desenlace del partido lo más lindo de su desempeño y se animó a ser él. Un sombrero ¡de zurda! se le fue largo para su propia atrapada y terminó en knock-on. Poco después, a los 37 minutos y con el tanteador en 22-13, sacó de un ruck la pelota como si fuera un medio-scrum, corrió y asistió justo antes de ser tackleado, para que Thiago Soberón escapara y consiguiera su segundo try. Su gol altísimo –siempre por arriba de los palos– antecedió a la última acción de la tarde: el 10 recibió, corrió, hizo lanzado un par de cambios de dirección y cuando salió otra marca pateó al fondo, presionando. Consiguió un knock-on y el pitazo final para el 29-13.

Ni bien sonó el silbato lo rodearon decenas de chicos, por varios minutos. Fue la muestra más cariñosa de una Caldera del Parque que pareció quedarse sin gas, con no más que aplausos para cada acierto de quien, siendo el máximo goleador de los mundiales de rugby, pareció cumplir aquello de que nadie es profeta en su tierra. Pero que sin embargo fue feliz. “Muy muy emocionante, muy emocionante. Es un día espectacular para mí. Venir al club y sentir esto es increíble. Estoy muy contento”, llegó a comentar, serenamente sonriente, en medio del scrum más insistente de la tarde, el infantil. En el Jardín de la República, el Cachorro volvió a su cucha. Pero no para dormir.