El anciano perdió alrededor de 3.000 dólares.
A principios de diciembre, la mujer le envió los datos de su tarjeta bancaria y le pidió ayuda económica para un tratamiento médico. El jubilado, confiado, le transfirió 150.000 rublos sin hacer preguntas. Tres días después, la supuesta amiga explicó que necesitaba 95.000 rublos más para comprar un billete a Kostromá y poder agradecerle en persona, y el hombre volvió a hacer la transferencia.
Una semana más tarde llegó otra petición de dinero, por 50.000 rublos, pero esta vez la operación no se completó: por fortuna para la víctima, el sistema bancario bloqueó el pago al detectar actividad sospechosa.