"Fuimos superados por el castor europeo que habita el lugar, ya que construyó sus presas en las zonas de la revitalización planificada", dijo Bohumil Fiser, encargado del área donde estos roedores demostraron sus habilidades.
Probablemente estos castores -una pareja adulta y sus crías- llegaron a esta zona a través del cauce del Klabava. Sus primeras huellas aparecieron en 2020, en forma de mordeduras en los sauces. Un año después, comenzaron a levantar presas en el río. Estas construcciones les permiten elevar los niveles de agua y sentirse más seguros en los lugares por donde se mueven. Además, facilita el transporte de ramas y troncos.
"Esta especie crea así "gratis" lo que tiene una demanda extraordinaria en el contexto del agua climática. Sus presas retienen el agua en el paisaje y sus cascadas reducen los caudales máximos durante las lluvias, lo que contribuye a reducir el riesgo de pequeñas inundaciones. Los humedales de castor son como purificadores de raíces, reducen la concentración de nitrógeno y fósforo en los arroyos", explica Karolíny Sulové, portavoz de la Agencia de Protección de la Naturaleza y el Paisaje de la República Checa.
Si bien su contribución al paisaje en este lugar ha sido positiva, en otras localidades no están tan contentos con los trabajos de estos ingenieros de la naturaleza. Por ejemplo, en los alrededores de la localidad de Lanskroun, en la región de Pardubice, los castores provocaron inundaciones en los campos y anegamiento de la línea ferroviaria. Se estima que en la República Checa hay unos 15.000 castores.