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Científicas argentinas crearon un test para detectar problemas de fertilidad

El cuerpo contiene tanto células humanas como de microorganismos beneficiosos. Cuando hay un desbalance, la salud queda afectada.

Lunes, 16 de Diciembre de 2024
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Hay dos palabras que están cambiando la medicina para volver al sendero de las causas y no quedarse sólo en resolver síntomas. Por un lado, está el estudio profundo de la microbiota que es el conjunto de virus, hongos, bacterias y parásitos que conviven en nuestro cuerpo formando diferentes ecosistemas, llamados microbiomas, en diferentes zonas y sistemas, como piel, colon, nariz, vagina. Así, el cuerpo de una persona no son sus células y nada más, sino que está habitado por una verdadera comunidad que integra también células de microorganismos propios que aportan una maquinaria enzimática capaz de ayudarnos, entre otras cosas, a controlar la presión arterial, a digerir enzimas, a sintetizar vitaminas.

El otro concepto importante en esto son los miRNAs o microARNs, pequeños trozos de ARN que provienen tanto de los genes de las células como de las bacterias y demás integrantes de la microbiota. "Los microARN son moléculas muy pequeñas que no codifican para ninguna proteína. Ellos controlan cuánto de un gen se tiene que expresar o no, más allá de que lo hayamos heredado. En este proceso, es fundamental el rol de la epigenética, es decir de todos aquellos factores no genéticos que rodean a un individuo, desde el ambiente en el que creció, vive y trabaja, hasta el tipo de alimentación que tiene y si realiza actividad física o si es sedentario", explica Gabriela Gutiérrez, investigadora independiente del CONICET especializada en Inmunología y fundadora de la startup argentina Microgenesis. La compañía utiliza la técnica de los microARN como herramienta de análisis para saber cuándo el organismo de una persona tiene una disbiosis, es decir un desequilibrio en su microbiota, de modo tal que genera un estado inflamatorio capaz de alterar su salud integral.

Gutiérrez ejemplifica qué implican estas pequeñísimas moléculas en nuestro organismo. Y para eso toma el caso de las flores. "Hablemos de dos tulipanes. Cuando uno estudia genéticamente a un tulipán rojo o a un tulipán blanco de la misma especie comprueba que ambas flores heredaron el mismo gen. Sin embargo, la capacidad de generar el pigmento o no, o sea, de ser blanco o de ser rojo, va a depender de la exposición a altas temperaturas y a más radiación ultravioleta. Es decir, que esto está regulado por los factores medioambientales, es decir, por todo aquello epigenético, todos esos gatillos que están trabajando sobre ese organismo, y que hacen que haya más o menos microARN capaz de silenciar la expresión de ese gen. Cuantos más microARN hay, menos se expresa el gen, y más blanco es el tulipán. Y esto en este caso tiene que ver directamente con un estímulo externo o ambiental", describe.

La especialista agrega que se demostró que estos reguladores innatos tienen influenciado, por ejemplo, el cáncer, la endometriosis y hasta pueden atravesar la barrera hematoencefálica y producir cambios en la conducta. Lo bueno es que es factible analizar el impacto del estilo de vida y del ambiente sobre la salud a través de las huellas que podemos rastrear y medir de estos microARN, señala.

Embarazo y microbiota

En el caso de la fertilidad y como investigadora independiente del CONICET, Gutiérrez identificó causas provenientes de la inmunología de la reproducción en casos complejos, aquellos que fallan repetidamente en los tratamientos de fertilidad asistida. Con su equipo de trabajo, identificó cómo la presencia o ausencia de ciertos marcadores vinculados a la microbiota pueden estar relacionadas con la infertilidad y publicó su trabajo en la revista especializada American of Reproductive Immunology. En su estudio, detectaron que las pacientes con infertilidad mostraban una menor riqueza bacteriana, comparada con aquellas que formaban parte del grupo de control y no tenían problemas para concebir.

Para diseñar el estudio, el grupo de investigación argentino tuvo en cuenta las afecciones inflamatorias crónicas que se asociaron a malos resultados reproductivos: la subfertilidad puede tratarse controlando los procesos inflamatorios y autoinmunes. Además, observaron que ciertos trastornos gastrointestinales se relacionan con la infertilidad y la pérdida recurrente del embarazo. A partir de esta experiencia y de investigaciones realizadas sobre la microbiota, Gutiérrez pudo ofrecer una nueva forma de tratar los casos de infertilidad.

Una vez que identificaron cuáles son los microARN que se pueden encontrar en la vagina y el potencial problema reproductivo que señalan, las expertas patentaron su descubrimiento en los Estados Unidos y se dedicaron a sintetizar 15 años de experiencia en esta disciplina en un único test. Las científicas combinaron estudios específicos de sangre, saliva y un hisopado vaginal en un test que la propia paciente puede realizarse en su casa.

El autotest ofrece una nueva herramienta para identificar desequilibrios en la microbiota que afecten al sistema inmunitario de las pacientes con infertilidad. Esto permite implementar un plan alimentario personalizado, acompañado de suplementos nutraceúticos, prebióticos y probióticos que restauren el equilibrio de la microbiota y potencien de ese modo la fertilidad. (TN)

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