Este martes se llevó a cabo una reunión clave en Casa Rosada, convocada por el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, para ajustar los detalles finales del paquete de reformas que el Gobierno busca presentar ante el Congreso. El encuentro se terminó de definir sobre la marcha, en medio de la tensión política que rodea a la agenda legislativa del Ejecutivo.

Adorni encabezó la reunión que congregó a al asesor presidencial, Santiago Caputo; el titular de Diputados, Martín Menem; el ministro de Interior, Diego Santilli, y la titular del bloque libertario en el Senado, Patricia Bullrich. La premisa fue la de unificar criterios antes del envío de las iniciativas del oficialismo al Congreso.

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Mendoza

La Legislatura provincial dio luz verde definitiva al proyecto San Jorge, habilitando el inicio de una etapa que promete reconfigurar el mapa productivo mendocino. El debate reflejó tensiones políticas y sociales, pero también marcó un consenso sobre la necesidad de diversificar la economía.

La ministra de Seguridad y el presidente de la Cámara de Diputados aportaron sus observaciones sobre el cronograma de tratamiento y el ambiente interno en el Congreso, conscientes de que cada matiz puede determinar el margen de maniobra del oficialismo.

Bullrich llevó a la mesa el diagnóstico sobre las resistencias que el Gobierno anticipa en la oposición, especialmente en temas vinculados a seguridad y reforma laboral. Menem, por su parte, detalló el clima entre los bloques y las chances de avanzar sin sobresaltos en sesiones extraordinarias, una apuesta clave del oficialismo para acelerar la aprobación del paquete.

Según reconstruyen fuentes oficiales, el clima fue técnico y pragmático: la prioridad estuvo puesta en ordenar el discurso político, coordinar la presentación pública y evitar cualquier margen de improvisación que pudiera amplificar disputas internas o interpretaciones contradictorias.

El paquete de reformas, que el Gobierno considera el primer escalón de su programa de reorganización del Estado, había entrado en su fase final de revisión. Entre los participantes de la reunión hubo coincidencia en que la señal política debía ser de cohesión y control del proceso, especialmente en un escenario donde cada gesto es leído como anticipo de tensiones o realineamientos.

En paralelo, los funcionarios evaluaron el rol que tendrán gobernadores y bloques aliados en un Congreso con mayor fragmentación y demandas más explícitas. También se repasaron posibles objeciones jurídicas y el impacto que podría tener la estrategia comunicacional del Ejecutivo.

Cerca del final del encuentro, Adorni tomó nota de los ajustes que deberán incorporarse a la presentación formal y del orden de prioridad que Milei quiere imprimirle a cada capítulo del proyecto. La intención del Gobierno es evitar que la batería de reformas quede atrapada en negociaciones que dilaten su tratamiento.

Una vez concluida la reunión en Balcarce 50, los tres funcionarios se trasladaron a la Legislatura porteña para presenciar la jura de los legisladores libertarios. La asistencia tuvo tono político: buscó reforzar la idea de unidad interna en el espacio y acompañar el desembarco institucional de la fuerza oficialista en la Ciudad de Buenos Aires.

La presencia de Adorni, Bullrich y Menem en el recinto porteño funcionó como mensaje hacia adentro y hacia afuera. El Gobierno intenta mostrar orden mientras prepara el debate legislativo más sensible desde su llegada al poder, consciente de que cada movimiento previo al envío de las reformas puede incidir en el resultado final.

El oficialismo considera que la etapa que se abre después de esta reunión será determinante para consolidar la hoja de ruta que Milei presentó en campaña. El desafío ahora será convertir ese diseño en votos, sin

Fuente: Ámbito