Sébastien Lecornu dimitió esta semana en medio de presiones internas. La jugada del presidente francés sorprendió incluso dentro de su propio movimiento.
Francia atraviesa una crisis política sin precedentes. En una jugada que sorprendió incluso dentro de su propio movimiento, el presidente Emmanuel Macron decidió reelegir a Sébastien Lecornu como primer ministro, luego de días de tensas negociaciones en el Palacio del Elíseo.
La decisión, calificada como "inédita" por la prensa francesa, llega en un contexto de ingobernabilidad y creciente descontento social.
El presidente rechazó la posibilidad de formar un gobierno de cohabitación con los socialistas, ecologistas y comunistas; una propuesta que buscaba representar el equilibrio parlamentario surgido de las últimas elecciones.
En rigor, la reunión con los líderes políticos en el Palacio terminó en fracaso: la mayoría de los presentes coincidió en que Macron se mantiene "aislado" y "encerrado en su propio ego". Uno de los asistentes lo definió sin rodeos: "Es como una suerte de Nerón. Está solo, no escucha sino su narcisismo".
Los partidos de izquierda, encabezados por el socialista Olivier Faure, se retiraron de las negociaciones "sin respuestas a las preguntas del pueblo francés" y con la advertencia de que impulsarán una moción de censura inmediata si el Ejecutivo no cambia el rumbo.
Entre los aliados de Macron, el desánimo también se hizo visible. Antiguos referentes del oficialismo, como Édouard Philippe y Gabriel Attal, guardaron silencio o evitaron respaldarlo abiertamente. El conservador Laurent Wauquiez, por su parte, advirtió que "el deseo de no disolverse no basta para gobernar el país".

El Presidente se refirió al swap por USD 20 mil millones que anunció Scott Bessent, secretario del Tesoro de Trump. Dijo que es un respaldo "histórico y de una escala que para la gente de a pie es muy difícil de imaginar". También anunció una reforma laboral y tributaria