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Un fármaco común para el infarto no funciona y podrí­a aumentar el riesgo de muerte en algunas mujeres, según nuevos estudios

El estudio, liderado por el cardiólogo Valentí­n Fuster, advierte que el uso rutinario de betabloqueantes no aportan beneficios en la mayorí­a de los casos y, en el caso de las mujeres, podrí­an aumentar el riesgo de hospitalización y mortalidad.

Sabado, 30 de Agosto de 2025
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El estudio, liderado por el cardiólogo Valentí­n Fuster, advierte que el uso rutinario de betabloqueantes no aportan beneficios en la mayorí­a de los casos y, en el caso de las mujeres, podrí­an aumentar el riesgo de hospitalización y mortalidad.

"Esto fue especialmente cierto en el caso de las mujeres que recibieron altas dosis de betabloqueantes", afirmó el Dr. Borja Ibáñez, autor principal del estudio y director cientí­fico del Centro Nacional de Investigación Cardiovascular de Madrid.

"El número total de mujeres en el ensayo clí­nico fue el mayor jamás incluido en un estudio que evalúa betabloqueantes tras un infarto de miocardio, por lo que este es un hallazgo significativo", afirmó Ibáñez, cardiólogo del Hospital Universitario Fundación Jiménez Dí­az de Madrid.

Sin embargo, los hallazgos solo se aplicaron a mujeres con una fracción de eyección del ventrí­culo izquierdo superior al 50 %, lo que se considera una función normal, según el estudio. La fracción de eyección mide la eficacia del lado izquierdo del corazón para bombear sangre oxigenada por todo el cuerpo. Para cualquier persona con una puntuación inferior al 40 % después de un infarto, los betabloqueantes siguen siendo el tratamiento de referencia debido a su capacidad para calmar las arritmias cardí­acas que podrí­an desencadenar un segundo infarto.

Aun así­, el fármaco puede tener efectos secundarios desagradables, según el Dr. Andrew Freeman, director de prevención cardiovascular y bienestar del National Jewish Health en Denver.

"Estos fármacos pueden provocar presión arterial baja, frecuencia cardí­aca baja, disfunción eréctil, fatiga y cambios de humor", explicó Freeman, quien no participó en la investigación. "Siempre que usamos estos fármacos, debemos sopesar los riesgos y los beneficios".

¿Por qué las mujeres serí­an más susceptibles que los hombres?

"En realidad, no es sorprendente", concluyó Freeman. El género influye mucho en la respuesta de las personas a la medicación. En muchos casos, las mujeres tienen corazones más pequeños. Son más sensibles a los medicamentos para la presión arterial. Parte de esto puede estar relacionado con el tamaño, y parte con otros factores que aún no comprendemos del todo.

De hecho, dado que las primeras investigaciones sobre el corazón se centraron en los hombres, la ciencia médica tardó años en descubrir que la cardiopatí­a se presenta de forma diferente en las mujeres. Los hombres suelen presentar acumulación de placa en las arterias principales y experimentar signos más tradicionales de un infarto, como dolor en el pecho. Las mujeres son más propensas a tener placa en los vasos sanguí­neos más pequeños del corazón y pueden presentar sí­ntomas más inusuales de un infarto, como dolor de espalda, indigestión y dificultad para respirar.

Los avances en el tratamiento reducen la necesidad de betabloqueantes

El análisis en mujeres formó parte de un ensayo clí­nico mucho más amplio llamado REBOOT (Tratamiento con betabloqueantes tras un infarto de miocardio sin fracción de eyección reducida), que realizó un seguimiento de 8.505 hombres y mujeres tratados por infartos en 109 hospitales de España e Italia durante casi cuatro años.

Los resultados del estudio se publicaron en The New England Journal of Medicine y también se presentaron en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiologí­a.

Ninguno de los pacientes del ensayo presentó una fracción de eyección del ventrí­culo izquierdo inferior al 40 %, un signo de posible insuficiencia cardí­aca.

"No encontramos ningún beneficio en el uso de betabloqueantes en hombres o mujeres con función cardí­aca preservada después de un infarto, a pesar de que este ha sido el tratamiento estándar durante unos 40 años", afirmó Fuster, exeditor jefe de la Revista del Colegio Estadounidense de Cardiologí­a y expresidente de la Asociación Estadounidense del Corazón y de la Federación Mundial de la Salud.

Esto probablemente se deba a los avances en el tratamiento farmacológico, como el uso inmediato de stents y anticoagulantes tras el ingreso de los pacientes al hospital. De hecho, la mayorí­a de los hombres y mujeres que sobreviven a un infarto hoy en dí­a tienen fracciones de eyección superiores al 50 %, afirmó Ibáñez.

"Sin embargo, actualmente, alrededor del 80 % de los pacientes en EE.UU., Europa y Asia reciben tratamiento con betabloqueantes porque las guí­as médicas aún los recomiendan", afirmó. "Si bien probamos nuevos fármacos con frecuencia, es mucho menos común cuestionar rigurosamente la necesidad de seguir usando tratamientos antiguos".

Aunque el estudio no encontró necesidad de usar betabloqueantes en personas con una fracción de eyección del ventrí­culo izquierdo superior al 50 % después de un infarto, un metaanálisis independiente de 1.885 pacientes, publicado este sábado en The Lancet, sí­ halló beneficios para quienes tení­an puntuaciones entre el 40 % y el 50 %, en quienes el corazón podrí­a presentar daño leve.

"Este subgrupo sí­ se benefició del uso rutinario de betabloqueantes", afirmó Ibáñez, quien también fue coautor de este artí­culo. "Encontramos una reducción de aproximadamente el 25 % en el criterio de valoración principal, que consistí­a en una combinación de nuevos infartos, insuficiencia cardí­aca y muerte por cualquier causa".

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