La euforia de estar presa y la estrategia de victimización para fortalecer su dañada centralidad política.
"La victimización es la mejor manera de apuntalar una ideología en crisis. Cuando has perdido credibilidad desde el punto de vista ideológico por los errores propios, la única manera de sobrevivir políticamente es convertir tu identidad política en una identidad victimista", la definición del autor italiano Daniel Giglioli apunta a lo universal, pero calza a medida en la Argentina de estos días.
La estrategia de victimización de Cristina Kirchner, luego de que la Suprema Corte le ratificara la condena, era previsible, de manual y, en tal sentido, de escasa originalidad.
La única pregunta que aún no tiene respuesta es si resultará apenas un manotazo de corto plazo o le servirá para fortalecer su centralidad política hacia el futuro, objetivo último y único.
"Soy una fusilada que vive", exageró la ex presidenta desde la sede del PJ nacional. La definición y el lugar desbordaban simbolismos. "Ese escenario le permite insertarse en la cronología trágica del peronismo: bombardeos, fusilamientos, proscripción, exilios", se escribió en X.
La frase, por su parte, remitía al clásico de Rodolfo Walsh, Operación Masacre ("Hay un fusilado que vive"), y al asesinato de obreros en José León Suárez en 1956.
El territorio físico y semántico apuntaba en una misma dirección: el pasado, con la intención de imbuir a Cristina del aura trágica de los perseguidos, una "distinción" que conecta con la identidad profunda del peronismo.
"Hay un elemento primordial en la construcción de la víctima como señal identitaria: sólo la víctima dice la verdad. La víctima es verdad (...) El mundo en el que vivimos, extremadamente polarizado, es perfecto para la construcción de una ideología victimista porque configura de manera creíble y simple a la víctima y al agresor. El ellos y el nosotros", amplia Giglioli en su libro Crítica de la víctima.
La estrategia, entonces, está definida. "Cristina ingresa ahora en una dimensión histórica y fusiona su biografía con una tradición de lucha y resistencia del peronismo", se escribió también en estos días.
Sin embargo, hay una o varias preguntas posibles. Y se vinculan con la resonancia del discurso elegido en generaciones que han experimentado en carne propia el fracaso de las consignas.
1945, 17 de octubre, proscripción, 1956, fusilamientos, José León Suárez, persecución política, ¿cómo se decodifican hoy estas palabras de hace casi un siglo?
Si las clásicas banderas peronistas de justicia social y estado benefactor perdieron pregnancia en sus votantes, dato corroborado en las últimas elecciones (Milei dice a los gritos que la justicia social es una estafa), ¿por qué no ocurriría lo mismo con ideas que remiten a un pasado que no es experiencia en el cuerpo sino apenas memoria de un tiempo ajeno?
La euforia balconera mostrada por Cristina Kirchner en los últimos días confirma que haber recuperado centralidad es una buena noticia para ella, y supera, al menos por ahora y en la superficie, el golpe que significa la condena.
El futuro demostrará si esa interpretación se consolida en un fortalecimiento de su figura como líder, o es apenas ruido que se apagará en la soledad de la prisión domiciliaria. (Clarín)
Cristina quería transformar la jornada en una demostración contundente, pero el poder judicial aguó la convocatoria y en el peronismo se percibe división