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La caída de Al-Assad es una derrota estratégica que altera la ambiciones expansionistas de Putin

El colapso del régimen de Bashar Al-Assad amenaza la presencia militar rusa en Siria, un pilar clave de la estrategia de Vladimir Putin en el Medio Oriente; mientras Moscú enfrenta la humillación en este frente, se perfila un posible giro hacia Libia como alternativa para consolidar su influencia en la región

Lunes, 9 de Diciembre de 2024

El derrumbe del régimen de Bashar Al-Assad pone sin duda en peligro la dimensión estratégica del proyecto de expansión del líder ruso Vladimir Putin. La caída de la dinastía Al-Assad, fiel aliada de Moscú durante medio siglo, colocó a Moscú en la situación humillante de ver en peligro su presencia militar en Siria, pieza clave desde 2015 para imponer su juego regional en el Mediterráneo.

"Rusia obtendrá una victoria histórica en todos los frentes", se felicitaba el viernes Maria Zajarova, la vocera de la diplomacia rusa en la inauguración de un monumento al zar Alexander 1°, vencedor de Napoleón. Cuarenta y ocho horas más tarde, una evidencia vino a contradecirla: para Vladimir Putin, el frente sirio donde intervino en 2015 para sostener a Bashar Al-Assad frente a los rebeldes terminó en fiasco total.


Un combatiente de la oposición pasa junto a un tanque de las fuerzas gubernamentales que quedó abandonado en una carretera en Damasco, Siria, el domingo 8 de diciembre de 2024

Fueron nueve años durante los cuales las fuerzas rusas hicieron todos los esfuerzos para apoyar a ese aliado que se volvió cada vez más incómodo, intentando frenar las oleadas de oposición, al precio de bombardeos asesinos contra la población civil, y esforzándose vanamente en formar y endurecer el ejército del régimen de Damasco. Una intervención rusa posible gracias a los ataques aéreos lanzados a partir de su base aérea de Hmeimin, y abastecida mediante plataforma naval de Tartus, y que finalmente solo habrá ofrecido a Bashar Al-Assad -oficialmente exiliado desde este sábado en Moscú- una simple prórroga.

En 2015, un año después de la anexión de la península de Crimea, que valió a Moscú una exclusión internacional y una primera ola de sanciones, el mapa sirio había permitido a Putin recuperar un lugar de influencia en la escena internacional. Fueron necesarios un largo periodo de usura, la profundización del lodazal sirio y por fin la ofensiva relámpago lanzada el 27 de noviembre por los combatientes islamistas de Hayat Tahrir al-Cham (HTC) para voltear el tablero.


Jolani es el líder de la alianza islamista que encabezó una ofensiva a finales de noviembre de 2024 que, según los rebeldes, derrocó al presidente Bashar al-Assad y puso fin a cinco décadas de gobierno del Partido Baaz en Siria el 8 de diciembre de 2024

Durante ese tiempo, y sobre todo a partir de 2022, Moscú tuvo que reorientar sus esfuerzos y sus medios hacia "otro teatro": Ucrania. Por otro lado, el regreso de la guerra en Medio Oriente después del 7 de octubre de 2023 provocó el debilitamiento del otra gran aliado de Bashar Al-Assad: Irán y sus milicias desplegadas en Siria.

"Nos opondremos con todas nuestras fuerzas. Apoyaremos a las autoridades legítimas sirias", aseguraba el sábado pasado en Doha el ministro ruso de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov. Pero, en escasas horas todo cambió.

"Assad ya no está. Escapó de su país. Su protector, Rusia, Rusia, Rusia, dirigida por Vladimir Putin, ya no quería protegerlo", escribió este sábado Donald Trump en X. Para el presidente electo de Estados Unidos, no hay dudas, Siria perdió todo interés en Siria a causa de Ucrania.

"Rusia e Irán están debilitados, una a causa de Ucrania y una mala economía, el otro debido a Israel y sus combates exitosos. Zelensky y Ucrania querrían lograr un acuerdo y detener esta locura. Conozco bien a Vladimir. Es el momento de actuar. China puede ayudarlos", agregó.

Por la mañana, mientras los rebeldes penetraban en el palacio presidencial cuyo ocupante desde hacía 25 años había huido, la embajada de Rusia en la capital siria envió un mensaje tranquilizador a sus diplomáticos que no consiguió su objetivo. Entre los principales interrogantes está el del mantenimiento de sus fuerzas y sus bases militares de Hmeimim y Tartus, la mayor presencia militar rusa fuera de su propio territorio. Si bien los efectivos rusos varían constantemente, según estimaciones hay entre 3000 y 5000 hombres en Siria. A veces más, en función de las operaciones.


Un combatiente antigubernamental reza en el patio de la histórica mezquita omeya de Damasco el 8 de diciembre de 2024, después de que los rebeldes liderados por islamistas declararan que habían tomado la capital siria en una ofensiva relámpago, lo que provocó la huida del presidente Bashar al-Assad y puso fin a cinco décadas. del gobierno Baath en Siria