El tandilense jugó su último partido ATP en febrero de 2022 y este domingo da el adiós definitivo en el estadio Mary Terán de Weiss.
"Yo me sentía muy poderoso y muy fuerte para afrontar esas piedras que me aparecían en el camino y a las que siempre les ganaba. Pero al final, me doy cuenta que no lo soy tanto porque la rodilla me ganó". Esa reflexión que un Juan Martín Del Potro emocionalmente abatido compartió en un video en Instagram, a días del partido despedida que protagonizará con Novak Djokovic, fue un recordatorio del accidentado camino que recorrió el tandilense en su trayectoria deportiva.
Las "piedras" de las que habló el ex número 3 del mundo son las lesiones que sufrió una y otra vez, que terminaron empujándolo a un retiro prematuro y que -aunque nunca habrá forma de saberlo con seguridad- no lo dejaron conseguir todo lo que podría haber conseguido como jugador. Lesiones que padeció en sus muñecas y en su maldita rodilla derecha y por las que tuvo que pasar doce veces por el quirófano.
La primera operación a la que se sometió el tandilense fue en 2010. Los primeros dolores en la muñeca derecha habían aparecido en el Australian Open de ese año y se fueron agudizando con el correr de los meses. Hasta que el 4 de mayo, en la Clínica Mayo de Rochester, el doctor Richard Berger llevó a cabo un procedimiento menor en el tendón cubital del extensor carpiano.
Esa cirugía le cortó un ascenso que había arrancado siete meses antes, con su consagración en el US Open de 2009, justo cuando todos lo veían como el máximo candidato a pelearles el número uno a los "Cuatro Fantásticos", Federer, Nadal, Djokovic y Murray. Delpo se recuperó y volvió. Llegó a estar cuarto en el ranking y ganó once títulos antes de que una lesión volviera a frenarlo.
Fue en la muñeca izquierda, que comenzó a incomodarlo en los primeros meses de 2014, un año que había arrancado con un título en Sidney y una sorpresiva caída en la segunda ronda de Australia. A fines de febrero, se retiró en el partido de primera ronda de Dubai que perdía con el indio Somdev Devvarman e inició una pesadilla que duraría dos años.
El diagnóstico inicial, un esguince de ligamentos de grado 1, terminó siendo un problema mucho más grave que lo dejó jugar apenas dos torneos entre aquel abandono en Dubai y Delray Beach 2016, que marcaría su regreso definitivo. Y lo obligó a someterse a tres intervenciones, todas realizadas por Berger en la Clínica Mayo. La primera en marzo de 2014. La segunda, en enero de 2015, poco después de bajarse del primer Grand Slam de esa temporada porque sentía otra vez molestias en la muñeca al pegar el revés. Y la tercera en junio de ese mismo año, en la que le reconstruyeron el tendón cubital posterior.
Durante ese período tocó fondo. Cayó hasta el 1.045° escalón del ranking y hasta llegó a pensar en el retiro. Es más, años después aseguró: "Yo me retiré del tenis, pero nadie lo supo. Solo mi familia y mis amigos".
Sin embargo, otra vez se levantó. Otra vez recuperó su cuerpo y su mente. Y otra vez protagonizó un regreso de película. En un 2016 de ensueño, ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río y un título en Estocolmo, regresó al top 40 del ranking y coronó el año con la inolvidable consagración en la Copa Davis ante Croacia en Zagreb.
De nuevo en su mejor nivel, vivió un 2018 inolvidable. Se consagró en Acapulco y el Masters 1000 de Indian Wells y jugó otras cuatro finales, entre ellas la de Flushing Meadows, que perdió con Djokovic. Y fue durante tres semanas el número tres del mundo, escoltando a dos leyendas, Nadal y Federer. Pero en octubre, en Shanghai, sufrió una insólita fractura en la rótula derecha tras una caída, que sería el desencadenante del calvario más grade de su carrera.
Cansado de las cirugías y mal aconsejado por los médicos, apostó por una recuperación sin operación, que no funcionó del todo. Pudo jugar algunos certámenes en 2019 -Delray Beach, Madrid, Roma, Roland Garros y Queen"s-, siempre con alguna molestia. Y en su debut en el certamen londinense ante Denis Shapovalov, el 19 de junio, se resbaló en el césped y se volvió a fracturar la rótula.
Pasaron entonces 965 días sin que Del Potro volviera a pisar una cancha para un partido oficial. Y pasaron cuatro visitas más a un quirófano, mientras probaba además con los tratamientos más diversos. Días después de retirarse de Queen"s, fue operado por Ángel Ruiz Cotorro, médico que había tratado muchísimas veces a Rafael Nadal, en Barcelona.
"Cuando me operé esa primera vez, el médico me dijo "En tres meses vas a volver a jugar". Yo me había anotado en los torneos de Estocolmo, Basilea y París porque el médico me dijo "Anotate, que llegás bien con los tiempo para jugar". Y después de esa cirugía, nunca más pude ni subir una escalera sin dolor", contó en las últimas horas. "Todo empezó ahí. Y la verdad es que cada vez que lo pienso me genera muchísima emoción mala, me da mucha bronca, angustia, impotencia. Pero no lo puedo cambiar".
Como las molestias y los dolores seguían, y él estaba decidido a volver a competir, en enero de 2020, pasó por el bisturí del doctor Lee Kaplan en Miami. En agosto de ese año, en Berna lo operó Roland Biedert. Y en marzo de 2021, en Chicago, Jorge Chahla. "La definitiva", escribió en sus redes antes de esa última. La ilusión le duró poco.
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La rodilla nunca se terminó de recuperar y la esperanza de regresar al circuito se transformó en deseo de volver a vivir sin dolor. Y tras ese emotivo e inolvidable paso por el Argentina Open de 2022, en el que perdió con Federico Delbonis el que quedará en los libros como su último partido oficial, viajó a Suiza para operarse otra vez.
Fue el quinto procedimiento en la rodilla y el primero de una serie de cuatro que eligió mantener en secreto. Ninguno le dio resultado. Y hoy, a días del adiós definitivo al tenis, Delpo sigue en la búsqueda de una solución que le ponga fin a su calvario.