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El día que Menem echó a Zulema de la Quinta de Olivos: un matrimonio volcánico y la sospecha de cocodrilos en la pileta

"La casa es mía. No es un bien ganancial", dijo el entonces Presidente, en medio de una pelea con su exmujer. Aprovechó una gira para poner en marcha un decreto y recuperar la ocupación de la residencia. El escándalo se estaba gestando desde hacía meses.

Sabado, 12 de Julio de 2025
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27 de mayo de 1990. Raúl Granillo Ocampo le alcanzó la página que había terminado de redactar. Carlos Menem, el presidente de la Nación, a diferencia de lo que solía hacer, leyó con cuidadosa atención el texto.

Mientras avanzaba asentía convencido con un movimiento de cabeza. Tomó la lapicera y firmó el decreto 1026 con fuerza, como con bronca. Antes de levantarse del sillón dijo bien fuerte, sin dirigirse a nadie en específico, para que se entendiera que todos estaban involucrados en la orden: "Cuando vuelva quiero esto solucionado ¡Esta casa es mía!". Luego se fue a preparar para partir de viaje.

La de viajar era una costumbre que ya provocaba comentarios en la calle. A Menem le gustaba realizar giras presidenciales por el mundo (en menos de un año había recorrido cuatro continentes y más de 20 países). En esta oportunidad parecía más un gusto que una urgencia diplomática. El periplo incluía Malasia, Tahití, Polinesia, Paraguay (reunión de la OEA) e Italia. Allí asistiría al partido inaugural del Mundial 90 que Camerún le iba a ganar a nuestra Selección.

En este momento comenzó a tomar forma el final que ocurriría 15 días después y que quedó inmortalizado comoEl día que Menem echó de Olivos a Zulema Yoma.

El día que Menem echó a Zulema y sus hijos de la Quinta de Olivos

El matrimonio entre Carlos Menem y Zulema Yoma llevaba ya 24 volcánicos años.

Se habían conocido en Damasco por un acuerdo familiar. La familia Yoma también era de La Rioja y los padres concertaron la pareja. La madre de Menem estaba preocupada por la relación que su hijo abogado y promisorio político mantenía desde hacía años con Ana María Luján, una mujer separada y con dos hijos. Parecía un amor intenso y genuino que se mantuvo por muchísimo tiempo, aun después del casamiento entre Carlos y Zulema. Ana María Luján terminó trabajando en la presidencia de Menem en una oficina muy cercana a la del presidente. El vínculo perduró por décadas. La funcionaria le dijo a Olga Wornat que los dos días más tristes de su vida habían sido el de la muerte de su padre y el del casamiento de Carlos con Zulema.

Pero, se sabe, esa no fue la única relación extramatrimonial de Menem. A lo largo de los años hubo actrices, funcionarias, mujeres que vivían en los lugares en los que estuvo detenido durante la Dictadura como Martha Meza, madre de Carlos Nair. Era un mujeriego que no solía ocultarlo, que se vanagloriaba de sus conquistas. Los regresos a su hogar -casi siempre regresaba- se convertían en batallas campales porque Zulema no era una mujer de resignarse.

Ya lanzado a la campaña presidencial -primero la interna contra Cafiero, después la elección nacional- Menem parecía desbocado. Surgían rumores, la gran mayoría ciertos, en las revistas del corazón cada semana. Era como si no quisiera dejar pasar la oportunidad de estar con cada una de las vedettes que veía en la televisión o el teatro de revistas. En 1987, Zulema presentó el pedido de divorcio que Menem no contestó; con la ayuda de jueces amigos la causa languideció.

Al aproximarse la elección que determinaría el sucesor de Alfonsín, Menem le pidió a Zulema que volviera junto a él. Era una cuestión de votos, pero no matrimoniales. La sociedad no veía con buenos ojos a los candidatos separados. Zulema regresó a su lado. Las causas fueron varias: la idea de que se había casado para toda la vida pese a las discusiones, los engaños y hasta los golpes, los dos hijos en común, la avidez de poder y su poder de negociación/presión para ubicar a sus familiares más cercanos en lugares estratégicos de la gestión: los Yoma desembarcarían en el gobierno y rodearían a Menem.

La reconciliación "política" fue un fracaso. Las peleas eran cada vez más virulentas. En El Jefe, la biografía del expresidente que escribió Gabriela Cerruti, describe escenas de violencia de género. Otros aseguran que Carlitos Jr. llegó a amenazar con un arma a su padre si no dejaba de ejercer violencia sobre su madre, algunos dicen que no hubo arma pero sí una brutal pelea a golpes de puño entre padre e hijo por esta cuestión. Los más fantasiosos juran que Menem puso cocodrilos en la pileta de Olivos para que atacaran a su esposa.

Varios testigos dan cuenta de que ya como presidente, Menem quedó deslumbrado con la atracción que generaba el poder: "Soy mucho más lindo y alto que antes", bromeaba. Las mujeres caían a sus pies. El Hotel Alvear de su amigo Mario Falak era la sede más habitual de esos encuentros clandestinos pero habituales.

Ya en 1990, antes de una recepción en la embajada paraguaya, cuentan que hubo una pelea feroz con Zulema en la que él le destrozó el vestido que ya tenía puesto para asistir a la gala y hasta la golpeó.

Una mañana de principios de mayo, Menem se levantó para ir a la Casa Rosada y ya no regresó. No le avisó nada a su Zulema, que pensó que a los pocos días se le pasaría.

La convivencia con Zulema Yoma, su esposa, se había tornado imposible. Nada nuevo. Lo había sido la mayoría de los 24 años que estuvieron casados. Las trifulcas eran constantes. Ahora, además, había un nuevo factor: las luchas de poder.

Después de pasar alguna noche en el Hotel Alvear y otras en casas de amigos, se había instalado en un departamento de Miguel Ángel Vicco, su secretario privado y empresario lechero.

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