Son dos terapias que se realizan en Alemania.
Elliot Godfrey, un británico de 42 años, comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza poco después de regresar de vacaciones con su familia. Como muchos adultos con bebés pequeños, pensó que se trataba de agotamiento y estrés. No fue hasta la fiesta del primer cumpleaños de su hijo que amigos cercanos notaron su malestar y lo convencieron de consultar a un médico.
En abril, los estudios confirmaron un diagnóstico inesperado: glioblastoma multiforme, un tumor cerebral de grado IV, considerado uno de los más agresivos y de peor pronóstico.
Más allá del impacto físico, Elliot compartió su experiencia emocional. "Una de las cosas más difíciles es procesarlo solo y ver a tus seres queridos sufrir. Te sentís culpable, como si los hubieras decepcionado", expresó en una entrevista.
El glioblastoma multiforme (GBM) es un tumor que se origina en las células gliales del cerebro, responsables de sostener y proteger las neuronas. Su clasificación como tumor de grado IV indica el máximo nivel de malignidad: crece rápido, invade tejido sano y tiene alta capacidad de volver a aparecer incluso tras tratamientos agresivos.
La localización del tumor dentro del cerebro determina qué funciones pueden verse afectadas.
Aunque aún no se conocen con claridad las causas del glioblastoma, los expertos coinciden en que no suele estar asociado a factores hereditarios ni a exposiciones ambientales comunes. Esta falta de marcadores claros hace difícil su prevención y diagnóstico temprano.
El tratamiento estándar combina cirugía, radioterapia y quimioterapia. Sin embargo, debido a la agresividad del tumor, este puede duplicar su tamaño en menos de dos meses, lo que complica el control a largo plazo.
Decidido a mejorar sus chances, Elliot lanzó una campaña de recaudación en GoFundMe para acceder a terapias experimentales en Alemania, que no están disponibles en el sistema público de salud británico. Ya reunió más de 140.000 libras esterlinas.
Dos de los tratamientos que planea iniciar son:
"Estoy haciendo todo lo que puedo para mejorar mis posibilidades. Hago ejercicio, cuido mi alimentación y mantengo una actitud positiva", relató Elliot. Según contó, los médicos se sorprenden al ver su buen estado general. "Si no tuvieran mis notas clínicas, no creerían que tengo glioblastoma".
Hoy, su objetivo es claro: estar presente para su hijo el mayor tiempo posible. "No soporto la idea de que este sea el único tiempo que me queda", concluye.
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