Parolin ha defendido la agenda de Francisco, pero es una figura más cautelosa y conservadora. Su cercanía a la línea de Bergoglio podría jugar un rol en la votación, ya que el 80% de los cardenales que elegirán al próximo líder fueron designados por el fallecido pontífice.
Desde la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin se perfila como una figura fundamental en la próxima elección pontificia. Aunque ha defendido la agenda de Francisco, su perfil es más cauteloso y conservador, lo que podría influir en la decisión del cónclave, donde el 80% de los cardenales electores fueron nombrados por el fallecido pontífice.
La trayectoria diplomática de Parolin es extensa. Sus primeros destinos lo llevaron a Nigeria en 1986 y México en 1989, donde desempeñó un papel crucial en el restablecimiento de las relaciones entre el Vaticano y el gobierno mexicano, un proceso que culminó en 1992 tras más de 130 años de distanciamiento.
Bajo el pontificado de Juan Pablo II, asumió en 2002 el cargo de subsecretario de la Sección para las Relaciones con los Estados, comenzando su papel clave en la diplomacia vaticana. En 2009, Benedicto XVI lo nombró nuncio apostólico en Venezuela, en un periodo de gran tensión entre el gobierno de Hugo Chávez y la Iglesia católica.
Su ascenso fue imparable. En 2013, con el recién inaugurado papado de Francisco, fue designado secretario de Estado del Vaticano, aunque no recibiría la púrpura cardenalicia hasta el año siguiente.
Parolin ha estado en el centro de diversos esfuerzos diplomáticos de la Iglesia, desde su participación en el diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición en 2014, hasta su papel en el acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC en 2016. También tuvo un rol clave en el acercamiento entre EE.UU. y Cuba en 2014, y fue pieza fundamental en el acuerdo con China para el reconocimiento de obispos.
Más allá de su habilidad como negociador, la posible elección de Parolin como papa traería consigo un retorno de un italiano al trono de San Pedro, después de un latinoamericano, un alemán y un polaco. Su edad (70 años) también representa una diferencia respecto a sus predecesores, quienes fueron elegidos con 76 y 78 años respectivamente.
Sin embargo, como se repite en cada cónclave: "Quien entra como papa, sale como cardenal".