Durante décadas se creyó que el cerebro era estático. Hoy la neurociencia demuestra que puede adaptarse y renovarse a cualquier edad.
La plasticidad neuronal es la capacidad del cerebro para modificarse, formar nuevas conexiones y adaptarse en función de la experiencia. Contrario a la creencia de que perdemos neuronas y funciones irreversiblemente al envejecer, hoy se sabe que el sistema nervioso puede renovarse, aprender y reprogramarse incluso en la adultez.
"Nuestro cerebro no es una estructura rígida e inmutable, sino un órgano dinámico que puede transformarse", explica Álvaro Bilbao, neuropsicólogo español especializado en entrenamiento cerebral.
"Todo lo que haces, piensas y sientes modifica tu cerebro", señala Nazareth Castellanos, doctora en neurociencia española, directora de la investigación en neurociencia de la Universidad Complutense de Madrid.
Estas afirmaciones resumen el núcleo de la plasticidad: no somos prisioneros de nuestros hábitos ni de nuestra biología. Podemos cambiar la mente... literalmente
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La evidencia científica muestra que los pensamientos, las emociones y el entorno cambian la estructura cerebral. Por ejemplo:
"Cada pensamiento que tienes modifica tus conexiones cerebrales", afirma Castellanos. "Los hábitos de vida tienen un impacto decisivo en la arquitectura del cerebro", insiste Bilbao.
La buena noticia es que no hace falta ser neurocientífico para activar la plasticidad cerebral. Algunas estrategias sencillas, aplicables en la vida cotidiana, pueden tener un efecto positivo directo:
"Todo cambia si vos cambiás tu forma de mirar el mundo", reflexiona Castellanos.
La neurociencia insiste en que no se trata de un milagro instantáneo. La clave está en la repetición: cuanto más practicás una conducta, más fuerte se vuelve esa red neuronal. En palabras de Castellanos: "Cuanto más practicas algo, más probable es que tu cerebro te lo pida". Esto aplica tanto a hábitos saludables como a pensamientos negativos, por eso es importante observar en qué enfocás tu atención.