Con la llegada de las bajas temperaturas, aparecen algunas patologías que son más propensas en épocas invernales. Una de ellas es la neumonía, una infección que afecta a los alvéolos de los pulmones. Qué es esta afección, cómo puede prevenirse y cuál es su tratamiento.
La neumonía (o pulmonía) es la infección que afecta a los alvéolos de pulmones, puede ser segmentaria (afecta a un sector) o total, unilateral o bilateral (en ambos pulmones). Los alvéolos se inflaman y se llenan de mucosidad o pus, lo que dificulta la entrada de aire (disnea) y limita el paso de oxígeno a la sangre (hipoxemia). “Esta patología puede ser causada por bacterias, virus y hongos de diferente agresividad”, explica la Dra. Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC.
Según la Organización Mundial de la Salud, esta patología es la principal causa individual de mortalidad infantil en todo el mundo. En 2019 provocó la muerte de 740.180 menores de 5 años, lo que supone el 14% de todas las defunciones de menores de 5 años en todo el mundo y el 22% de todas las defunciones de niños de 1 a 5 años. A su vez, el 20 a 30 % de los casos se debe internar y el 9 % va a terapia intensiva.
El cuadro clínico de la neumonía puede ser más grave a cierta edad -niños y ancianos-, por la presencia de enfermedades previas (inmunodeficiencia, asma, tabaquismo, EPOC, etc.), por la virulencia del germen causal y por la aparición de alguna de sus complicaciones.
“Generalmente, la neumonía se presenta de forma aguda (en horas o días) precedida de resfríos, faringitis o bronquitis. Los síntomas y signos pueden ser de leves a severos, incluida la tos seca o con catarro (mucoso o purulento), fiebre, dolor en el tórax y dificultad para respirar escasa a severa (disnea)”, detalla la profesional.
Las complicaciones que agravan el pronóstico de la neumonía son: el derrame pleural o empiema (líquido o pus en la pleura), el neumotórax (ruptura de la pleura), la bacteriemia (pasaje de gérmenes a la sangre) con infección en otros órganos, el absceso de pulmón (cavidad pulmonar con pus dentro) y la hipoxemia con insuficiencia respiratoria (la causa más frecuente de muerte por neumonía).
Asimismo, existen otras medidas complementarias a la vacunación que ayudan a prevenir la neumonía:
El fármaco se escoge en función del microorganismo que ha causado la neumonía. Se tienen en cuenta la gravedad de la neumonía, la causa más probable y la resistencia a los antibióticos de los gérmenes del lugar. Tras el diagnóstico correcto, se indica el fármaco específico. El tratamiento empírico se inicia sin esperar el resultado de los cultivos (en base a datos clínicos y epidemiológicos). El tratamiento de certeza se indica si se detecta el germen en los estudios iniciales y su sensibilidad a los fármacos.
“Siempre es importante saber que es el médico la persona idónea que indicará al paciente un tratamiento eficaz para cada tipo de neumonía. De todas maneras, es fundamental hacer foco en la prevención para evitar esta patología y sus complicaciones, que a pesar de su tratamiento puede comprometer la vida o dejar secuelas”, concluye la Dra. El Haj.