El automóvil, desde su invención en el siglo XVII, ha sido fundamental para el desarrollo de la sociedad moderna, pero también ha generado importantes desafíos ambientales. Actualmente, cerca del 26% de todas las fuentes de energía primaria del mundo se destinan al transporte, y los automóviles contribuyen aproximadamente al 23% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Esta situación ha impulsado a la industria automotriz a buscar alternativas más limpias y eficientes.

En respuesta a la preocupación ambiental, marcas como Honda, Toyota, Chevrolet y Ford han avanzado hacia la electrificación del transporte, desarrollando vehículos híbridos y eléctricos que reducen significativamente las emisiones de CO2. En Europa, la tendencia de los consumidores a elegir coches menos contaminantes se ha visto reforzada por la introducción de etiquetas energéticas que clasifican los vehículos según sus emisiones. Por ejemplo, los autos con etiqueta "A" o "B" emiten menos de 120 gramos de CO2 por kilómetro, mientras que los clasificados como "G" superan ampliamente ese valor.

A pesar de los avances, la mayoría de los automóviles en circulación aún funcionan con motores de combustión interna. Sin embargo, la presión regulatoria y la creciente conciencia ambiental están acelerando la transición hacia tecnologías más sostenibles, marcando un cambio de paradigma en la industria automotriz que busca equilibrar movilidad, desarrollo económico y preservación del medio ambiente