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Café con rosca: Elecciones por todos lados y nuevos dueños.

El innombrable pertenece al mundo donde la política se cocina a fuego lento y en ollas que nadie muestra. Sabe cosas que no se deben saber, y aunque nunca las dice, las insinúa con la precisión suficiente como para que los otros tres se queden en silencio.

Sabado, 6 de Diciembre de 2025

La vieja cafetería de Aldo parecía despertar de un letargo propio de los lugares que cargan demasiadas historias, a las siete en punto, cada jueves. Las lámparas amarillentas titilaban con un cansancio digno, las paredes olían a café y madera húmeda, y en el fondo sonaba un tango que nadie recordaba haber elegido. Hernán, el mozo de confianza -o tal vez de resignación- ya sabía qué mesa preparar: la misma, la de siempre, la que tenía una pata más corta y que requería una servilleta doblada en triángulo para no tambalear.

El primero en llegar era casi siempre el mismo. Gastón, "el magistrado", apareció con su portafolios gastado, lleno de expedientes que no le corresponden, pero que igual lleva encima porque ya es parte de su personaje. No es juez, nunca lo será, y sin embargo todos lo llaman así como broma interna. Su juez, el verdadero, brilla por su ausencia diaria, y Gastón termina firmando borradores, armando resoluciones y cronogramas como si fuera quien mandara en el juzgado. En la cafetería, cada jueves, encontraba su pequeño descanso del poder ajeno.

-Bueno -decía el magistrado abriendo el ritual-, ¿qué dejaron ardiendo esta semana?

A los pocos segundos llegó el grandote, empujando la puerta con esos hombros enormes que parecían diseñados para abrir despachos, no cafeterías. Dice ser asesor legislativo, pero los amigos saben que su trabajo va por carriles menos formales. No es exactamente un lobista. pero tampoco hay que exagerar los eufemismos: hace llamados, acomoda voluntades, negocia silencios y sondea votos. En la mesa dicen que tiene "todos los porotos" antes que los propios diputados.

-Nada, todo tranquilo. -respondió, sonriendo de costado-Trabajando un poco nomás en la Legislatura. Viste cómo están todos, pensando en la sesión del martes. Aunque la atención y la tensión estará afuera.

Luego había entrado el flaco, siempre apurado, siempre mirando el celular, siempre con la sonrisa de quien acaba de jurar lealtad a un nuevo espacio político. Ha pasado por tantos partidos que su afiliación es un acertijo cambiante. Tiene el tacto del sobreviviente y la habilidad de caer parado en cada elección. Sus amigos bromean con que en vez de historia de militancia tiene prontuario político.

El flaco largó una carcajada fina: -¿Un poco? Si vos trabajás más que los propios legisladores, hermano.

Y, por último, él: el innombrable. Le dicen así, pero no por ignorancia. Saben su nombre, claro que sí, solo que no lo pronuncian en voz alta. Es superstición, respeto o un pacto tácito que nadie se anima a romper. El innombrable pertenece al mundo donde la política se cocina a fuego lento y en ollas que nadie muestra. Sabe cosas que no se deben saber, y aunque nunca las dice, las insinúa con la precisión suficiente como para que los otros tres se queden en silencio.

Cuando los cuatro ya estaban sentados, Hernán apareció como por arte de magia con las tazas ya preparadas: dos cortados en jarrito para el magistrado y el innombrable, un café chico bien cargado para el flaco y un café con leche con una medialuna para el grandote.

El innombrable no dijo nada, miró su taza y sopló con paciencia.

Aldo, desde detrás del mostrador, ponía la oreja sin disimulo. No porque fuera chusma -aunque lo era un poco- sino porque los temas que tratan los cuatro amigos se parecen más a un adelanto de diario del viernes que a una charla de sobremesa.

-¿Vieron lo de Luisito Top Gun? -soltó el grandote, acomodándose en la silla medio coja-. Otro desaire más. Lo dejaron solo, y van.

El magistrado levantó las cejas, como quien ya sabía por dónde venía la cosa.

-¿Solo en la 4ª Brigada? ¿En serio no fue nadie del Gobierno?

-Nadie, hermano. Ni un secretario de tercera -respondió el flaco, que siempre tenía "fuentes propias"-. Ley del hielo. Como dijimos acá, che.

El magistrado rió con un orgullo discreto.

-Yo se los dije. Cuando el mandamás local decide apagar un nombre, lo apaga. Le baja el switch. El problema es que Luis puede jugar solo.

-¿Y qué pasó exactamente? -preguntó, sin levantar mucho la voz.

El flaco tomó aire, encantado con el protagonismo.

-Luisito fue a presentar unos helicópteros nuevos -explicó-. Todo formal, todo prolijo, todo militar. pero cuando llegó la hora de las fotos, estaba solo. Solo, solo. Ni el portero de Seguridad fue. Y encima, ese mismo día, el mandamás local tenía un acto en Casa de Gobierno. Un periodista le preguntó por qué no acompañaban a Luisito y.se calentó como estufa rusa.

El grandote asintió con sorna.

-Sí, me dijeron que casi lo muerde al pobre periodista. Que dijo algo así como "yo hago mi agenda y no tengo por qué explicar nada". Cuando el tipo contesta así, es porque la cosa viene torcida.

El magistrado apoyó la cucharita, serio.

-Luisito Top Gun ya está en la etapa del "no me atienden ni los mensajes" o "Gracias por los servicios prestados, no nos llames más". Pero ojo que él tiene más teléfonos que el mandamás, y luz propia.

El flaco sonrió con cinismo de profesional.

-A mí me sorprende que se sorprendan. Esto es manual básico, muchachos. Cuando un ganador ningunea a quién lo sostuvo y siente que ya no necesita a su socio de campaña, el aparato responde.

En ese momento, el innombrable soltó una risita corta. No era común que interviniera tan pronto.

-No es que no le responde -corrigió-. Solo congelan la relación. Que es peor. Porque así queda ahí, intacto, sin romper, por si algún día conviene descongelarlo. No se olviden que asume en el Congreso y va a querer jugar acá, en dos años. El tema es que si a Milei le va bien estos próximos dos años, Luisito es número puesto y el radicalismo no tiene hoy a nadie que mida.

Los tres lo miraron.

-¿Vos decís que lo van a descongelar en algún momento? -preguntó el magistrado.

-Digo que todavía no saben qué van a necesitar. Y cuando no saben, congelan al que molesta, pero tampoco lo rompen del todo.  El problema es que lo más probable es que ellos necesiten a Luisito más que Luisito a ellos.

El grandote soltó una carcajada que hizo vibrar la mesa.

-Muchachos. -dijo al fin, bajando la voz-. Les voy a decir una cosa que no está en lo diarios.

-Esta semana asume como diputado, deja de ser ministro de Defensa. y su sucesor -ese uniformado que pusieron- ya armó toda su cúpula. Gente propia. Y no solo eso: largó una bomba. Va a hacer una auditoría en la obra social de los uniformados, en IOSFA.

El magistrado levantó las cejas.

-La obra social. ¿esa que viene con déficit desde hace años?

-Multimillonario -aclaró el grandote-. Y ¿Sabés qué es lo más bravo? Que el nuevo ministro es afiliado.{Su familia también. Y viene padeciendo la falta de prestaciones en carne propia. No es un político que mira estadísticas: es un uniformado que fue a buscar turnos y no se los dieron. Esa combinación es dinamita.

El flaco frunció la boca, como quien mastica un dato incómodo.

-¿Y se la pidió Luis?

- Si con el aval del Presidente confirmó el grandote-.  Y si la auditoría empieza a levantar alfombras. ahí sí que se arma. Porque ese ministerio, muchachos, tiene latas. Muchas. Y ya saben cómo es el presidente con eso.

El innombrable alzó la vista recién entonces. -. El presidente no tolera manos en las latas. Si ve una. la corta. Y no pregunta dos veces. Y hace rato que querían entrar a la obra social. 

El magistrado hizo un gesto

-Yo digo -respondió el grandote- Porque si algo no perdona este presidente es sentirse traicionado en los números. Por eso se la pidió a Luisito y Luisito a  Presti y que vaya a fondo.

El innombrable dio un sorbo a su cortado.

-Así es la política. Un día te abrazan pero al otro, te revisan las cuentas. Lo que no entienden algunos es que el poder no es una medalla: es un alquiler. Y el contrato se vence rápido.
Tras revisar rápidamente su celular, el flaco dejó escapar un silbido corto, de esos que anuncian problemas.

-Hablando de elecciones. -dijo, levantando la mirada-, al mandamás local no se le termina más el calendario este año. Está cerrando diciembre como si fuera octubre, lleno de votaciones encima. Y algunas no le vienen saliendo tan redondas como esperaba.

El magistrado apoyó los codos en la mesa.

-¿Qué ahora? ¿Qué perdió?

-No perdió -aclaró el flaco-, pero no pudo meter a su gente directa en el sindicato de los mercantiles. Intentó, empujó, mandó señales. pero la cosa se cerró sola, entre ellos, y no le dejaron entrar ni con calzador. Fue un "no gracias" prolijito, pero "no" al fin.

El grandote rió.

-Y eso que le encanta meter la cuchara en todos los sindicatos.

-Sí -continuó el flaco-, pero ahora tiene otra que sí le importa. Mucho más. La del Consejo Profesional de Ciencias Económicas. Ahí tiene que renovar. Es una caja de resonancia política, un búnker técnico y un semillero de funcionarios. Y el presidente actual deja el cargo. Ya tiene nuevo trabajo, banca en la legislatura, despacho propio y aire acondicionado nuevo.

El magistrado asintió, divertido.

-¡Soy muy generosos cuando quieren!

El innombrable entrecerró los ojos, atento.

-¿Y quién va a la cabeza ahora?

-Otra vez gente del Peti -respondió el flaco-. Uno de los laderos más fieles del mandamás local. Armó una lista nueva, prolijita, bien financiada, con afiches en cada pasillo donde haya un contador respirando. Y del otro lado. se les armó una coalición rarísima. Algunos peronistas, algunos radicales disidentes. incluso libertarios. Todos juntos. 

El grandote soltó una carcajada que retumbó.

-¡Me estás jodiendo! ¿Peronistas y libertarios en la misma lista?

-Sí, hermano -dijo el flaco-. Esa gente es capaz de discutir de presupuesto público y de bitcoin en la misma frase. Pero ojo: tienen fuerza en el Gran Mendoza. Eso es cierto. Ahí están pisando fuerte. Pero en los departamentos. sobre todo en el Este. están flojos. No tienen estructura territorial, no tienen movilización.

El magistrado tomó la palabra, señalando con la cucharita:

-Entonces el mandamás va a jugar fuerte ahí. Porque si pierde el Consejo de Ciencias Económicas es como si al flaco le sacaran el chip del celular: se queda sin contactos.

El innombrable movió lentamente la cabeza.

-El mandamás local está cansado. Le queda poco hilo electoral este año y sin embargo sigue corriendo. Si el Peti gana, respira. Si pierde. se le abre una grieta adentro del propio esquema técnico. Y eso sí es un problema. Peor que perder un sindicato.

-Y todavía le queda otra -dijo el magistrado, con tono teatral- Una que le encanta, pero en la que nunca pudo meter la mano como él quisiera.

El flaco lo miró con media sonrisa.

-A ver. ¿qué ahora? ¿Qué gremio quedó pendiente?

El grandote negó con la cabeza.

-No, no es gremio. Peor. Fútbol. El Tomba. El viejo y querido Godoy Cruz Antonio Tomba tiene elecciones el 13 de diciembre. Y este año. vienen picantes.

El innombrable alzó los ojos, apenas, como quien detecta olor a lío gordo.

-Tres listas, ¿no? -dijo en voz baja, adelantándose.

El grandote lo señaló.

-¡Exacto! Tres listas. Y encima es un lugar donde el mandamás local nunca pudo tener peso real. Aunque fue delegado en AFA, siempre quiso pisar fuerte, pero el Tomba es otra tribu, otro ecosistema. Difícil entrar. Pero esta vez. se metió. O lo metieron. O ambas cosas.

Hernán, que estaba dejando unas tostadas, disimuló mal la curiosidad.

El magistrado se acomodó.

-A ver, refrescanos la interna. Mansur y Chapini eran un tándem, ¿no?

-Sí -dijo el grandote-. Inseparables. Hasta que no lo fueron más. Ahora las dos listas más importantes son las de ellos. Chapini quiere seguir siendo presidente. A Mansur no le gustó ser vice y quiere volver a ocupar la silla grande, la de verdad. Y en el medio. apareció la tercera lista.

El flaco soltó una carcajada.

-¿La famosa lista "Riesgo Kuka"? -preguntó, usando el apodo que corría por los pasillos.

-Esa misma -respondió el grandote-. Porque ahí se metió cada personaje. algunos impresentables, según dicen. Gente rara, nombres que no suenan, tipos que no sabés si saben administrar un club o si se pierden haciendo una "o" con una moneda.

El magistrado se inclinó hacia adelante.

-¿Y Chapini? ¿Qué está haciendo?

-Nada -dijo el grandote-. Silencio total. Está calladito, como candidato que va primero en las encuestas. No sale, no responde, no declara. Los que quieren achicarle distancia son los que están en los medios. Él, callado. Eso, dicen, es estrategia pura.

El innombrable sonrió sin mostrar dientes.

-Estrategia viejísima, pero efectiva. Si estás arriba, hablás poco. Si estás abajo, gritás como vendedor de feria.

El flaco agregó:

-Mansur, en cambio, está en campaña abierta. Está saliendo a hablar por todos lados. Si hasta parece político profesional ahora. Y por lo bajo. está acusando a Chapini de estar demasiado cerca del mandamás local.

El magistrado abrió los ojos.

-¿Y eso es cierto?

El innombrable se encogió de hombros, y comenzó su alocución lanzando su típica frase:

-La cosa es así, muchachos... la lista de Chapini está llena de funcionarios de la municipalidad de Godoy Cruz. Muy llena de gente cercana al mandamás local. Algunos incluso dicen que hubo una reunión entre el mandamás local y el propio Chapini para definir esa lista.

El flaco levantó la mano como si pidiera turno en clase.

-Pero pará, pará. ¿dónde fue esa reunión? Porque yo escuché una versión bastante rara.

El grandote largó la carcajada antes de la contestación del innombrable.

-Ahí viene lo lindo. Los más insidiosos -y los que tienen peor intención, claro- dicen que la reunión no fue ni en una oficina, ni en un hotel, ni en un bar. Que se hizo en una camioneta. Estacionada. Sin luces. Como si estuvieran negociando un pase de club conocido.

El magistrado se agarró la frente.

-¡En una camioneta! Esto ya es demasiado. Ni en las series turcas pasan estas cosas.

El innombrable miró por la ventana y habló despacito, lo justo para que todos se inclinaren hacia él.

-Si la reunión existió o no, si fue en una camioneta o no. poco importa. Lo que importa es que usan esa versión. La difunden. La siembran. La instalan. Porque en política -y en los clubes- a veces una historia es más efectiva que un documento.

El flaco asintió.

-Y mientras tanto, el mandamás local quiere ser el hombre fuerte del Tomba como sea. Quiere tener peso ahí, que hace años le es esquivo. Y este diciembre, con tres listas, el equipo descendido a la B y todos peleados. tiene una chance.

-Muchachos. si lo de Top Gun era novela, y lo de los contadores es comedia. lo del Tomba es directamente reality show.

Aldo desde el mostrador negó con la cabeza.

-Si ustedes supieran lo que se escucha en esta cafetería. -murmuró, mirando a este humilde relator y, por interpósita persona, a usted señor lector.

Y los cuatro, sin darse por aludidos, siguieron charlando de otros temas. Temas tan superficiales que no vale la pena repasarlos en este relato. Porque si algo hemos aprendido en todos estos jueves, es que la política nunca duerme. Y si se mezcla con fútbol. peor todavía. Infinita. Y deliciosa de mirar.