Analistas La columna de Antonio Ginart

La inflación, la enfermedad argentina

En Argentina, ya la tenemos tan incorporada que hasta aprendimos a convivir con ella. Pero ojo: que uno se acostumbre a algo no quiere decir que deje de hacer daño.

Miercoles, 22 de Octubre de 2025

La inflación es una enfermedad. No una gripe pasajera, sino una de esas enfermedades que se te meten en el cuerpo y te van destruyendo de a poco. En Argentina, ya la tenemos tan incorporada que hasta aprendimos a convivir con ella. Pero ojo: que uno se acostumbre a algo no quiere decir que deje de hacer daño.

Porque la inflación es, en el fondo, una estafa. Una estafa silenciosa. Todos los días te sacan un poquito. La primera vez te sorprende, la segunda te enoja, y la tercera empezás a buscar cómo defenderte.

¿Y cómo nos defendemos los argentinos? Haciendo lo que siempre hicimos: comprando dólares, tratando de proteger el valor de lo poco o mucho que tenemos. Pero el gobierno anterior -el kirchnerismo- decidió que eso no se podía hacer. Te decían: "No, así no vale". Y te cerraban el mercado, te prohibían comprar. En otras palabras, te pedían que te quedaras quieto mientras te seguían estafando.

Ahí se rompió algo mucho más profundo que la economía. Se rompió la confianza. Se rompió la relación entre lo legal y lo legítimo. Porque cuando una ley te obliga a perder, la gente empieza a buscar cómo esquivarla. Y cuando el Estado gasta sin control, aumenta impuestos para sostener la corrupción o ministerios que no sirven para nada, el ciudadano también empieza a pensar que cumplir no tiene sentido.

Y eso destruye el tejido social. Lo que empezó como un problema de precios termina siendo una crisis moral. Nadie confía en nadie, ni en el gobierno, ni en las reglas, ni en el futuro.

Hoy, por suerte, el contexto es distinto. Tenemos superávit fiscal, reservas, respaldo internacional. Y aunque el dólar se mueva un poco en estos días -a las puertas de las elecciones del 26 de octubre-, eso refleja más miedo político que un problema económico real. Miedo a volver atrás, a que vuelvan quienes ya demostraron que no saben cómo se cura esta enfermedad.



Pero hay que decirlo con todas las letras: la inflación no se derrota con discursos ni con controles, sino con responsabilidad, equilibrio y confianza.

Y si de verdad queremos dejar atrás la pobreza, volver a crecer y recuperar la esperanza, no podemos permitir que la enfermedad vuelva a gobernarnos.