En el Gobierno libertario tienen claro que no es posible ganar las elecciones de octubre si los militantes están de brazos caídos. ¿Están en condiciones de generar una nueva narrativa desde el poder?
Un influencer libertario que no comulga con "Las Fuerzas del Cielo" daba vueltas por la Rosada cuando El Observador lo encontró y le preguntó: "¿cómo van a hacer para recuperar la mística?". El joven pensó una respuesta apropiada y no se le ocurrió ninguna. Apenas dijo, antes de huir de la prensa, "haremos lo que diga el estratega de campaña". Hablaba, claro, del poderoso asesor Santiago Caputo, quien no concibe a la comunicación difundiendo actividades por un lado y la política decidida en escritorios por el otro. En la consultoría moderna que construyó Joseph Napolitan y difundió por América Latina Jaime Durán Barba: ambas (política y comunicación) son la cara de lo mismo.
By the way, Durán Barba desmintió que esté hablando con Caputo. Asegura que está concentrado en Bolivia (donde su candidato está primero en las encuestas).
Pero el asunto de la estrategia de la campaña se discutió en las mesas políticas que ahora integra Javier Milei. Se propuso emular la experiencia de Juntos por el Cambio en el 2019, cuando Mauricio Macri sufrió una derrota tan aplastante como inesperada del Frente de Todos (que obtuvo 49,50% contra 32,93%), que se transformaron en 40,28% en la elección general contra 48,24%. Perdió, pero la coalición de gobierno alcanzó los momentos de mayor intensidad y empatía con su electorado. Aunque no se menciona en las mesas a Macri, del que ya nadie sabe si es amigo o enemigo.
Un participante muy activo de esta renovada "mueblería rosada" reconoció que no será una tarea sencilla, "pero la mística tiene que aparecer porque es la única manera de ganar estas elecciones, y ganar es la única manera de darle credibilidad al programa que estamos llevando adelante", analizó ante esta cronista. Aceptó que la situación es difícil por la falta de cohesión del equipo de Gobierno. "Las heridas entre Karina y Santiago no están saldadas", dijo. En efecto, todos están pendientes de cada posteo en contra de una facción del oficialismo. También aseguró la fuente que él no le habría recomendado a Milei que ponga el cuerpo como lo hizo durante la campaña bonaerense, pero "fue su decisión, estaba convencido de que ganábamos".
A su juicio, "que Milei haya reconocido la derrota en unas elecciones provinciales, hablando con la verdad, no lo expuso innecesariamente como piensan muchos. Nadie dijo que iba a ser fácil y se abre una nueva etapa, que tendrá sus luces y sus sombras".
En la campaña, Milei era el mensaje
En la visión estratégica de la comunicación, Milei era el mensaje. Un candidato alejado y hasta despreciado por lo que entonces era la nueva política (Rosendo Grobocopatel, secretario del ex Jefe de Gabinete Marcos Peña, reconoció en un reportaje que a los libertarios no los hubieran dejado pasar por la puerta del PRO), que tenía la virtud de no contar con diputados, ni senadores, ni gobernadores, ni intendentes. Ni siquiera partido. Además, hablaba a los gritos para que lo escucharan donde no llegan los medios tradicionales. Los periodistas, otra casta a derrotar, junto al Congreso, los "zurdos", los comunistas, las "feminazis" y todo lo que representaba a la política vigente que se había adueñado de un Estado a destruir.
Caputo vio que Milei era el candidato de la crisis de modelos tibios de gestión y se ofreció a trabajar para él, a quien conoció vía Ramiro Marra y Eugenio Casielles. Le pidió que fuera quien es, no intentó cambiarlo, y todo fue saliendo de acuerdo al plan. Una vez en el poder, cuando la población necesitaba gritar que el esfuerzo le estaba siendo insoportable, no tuvo un paraavalancha. Nadie salió a defenderlo. Ni siquiera el frágil partido que armó su hermana Karina. Peleado con la mayoría de los periodistas, economistas, diputados, senadores, gobernadores, partidos políticos, bancos, países, cultos religiosos, solo le queda la férrea amistad con otro líder en problemas, Benjamín Netanyahu. Y el FMI que, siguiendo las políticas marcadas desde la Casa Blanca, no le sacó el banquito.
Ese esquema requiere un gran protagonismo del que ahora es "usuario" de las redes sociales, en interacción constante con el candidato, "donde la frontera entre política, espectáculo y vida cotidiana se vuelve difusa", según los nuevos manuales de comunicación política. Es una comunicación política que se alimenta de lo disruptivo y necesita de líderes populistas, capaces de mantener un diálogo directo, en tiempo real, con sus seguidores.
¿Es posible, en esa ingeniería del caos, gestionar una sociedad democrática?
Es un debate crucial por estos tiempos. Reportajes, seminarios, notas en profundidad de los más encumbrados filósofos y politólogos están dedicados a interpretar este dilema.
Aquí, en Argentina, lo que quedó en evidencia en los últimos tiempos es que la red de influencers libertarios fueron amonestados, ninguno pudo ser candidato, la casta empezó a recomendar al presidente que frene sus diatribas en los escenarios, y entre la difícil situación económica de las familias y los audios que expusieron la corrupción en el área más sensible de estos tiempos, la Agencia Nacional para la Discapacidad (ANDIS), el nudo narrativo que llevó a Milei a la Rosada quedó destruido.
La nueva estrategia de campaña
A desgano, porque Karina lo fue corriendo de las decisiones, Caputo diseñó una campaña basada en un temor que existe en buena parte del electorado, el regreso del kirchnerismo. No tuvo éxito. Tiene la excusa de que no se involucró demasiado. Fue directamente su agencia y uno de sus socios, Tomás Vidal, el que diseñó los ejes.
El otro descargo de Santiago es que le había anticipado al presidente que los números que tenía no eran los de Karina. Hoy se lo ve tranquilo, sin necesidad de recordarle a Milei que "te lo dije", ya que lo tiene claro. Ahora el día a día está plagado de reuniones donde deberían tomarse decisiones de una nueva gobernabilidad y otra campaña, sin hacer público el enfrentamiento interno. Lo están intentando. No falta demasiado para saber si les funcionó o no.
Optimistas, en Rosada están seguros de que van a ganar. Agregan: "La única duda que tenemos es por cuánta diferencia".
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El economista realizó un análisis después de los resultados electorales.