Otra vez el Congreso convertido en un obstáculo. No para el gobierno, sino para el país. Porque cuando en el recinto se cocinan leyes que suenan lindas en los discursos pero imposibles de sostener con las cuentas como están, la verdad es que terminamos retrocediendo. Y detrás de esa jugada hay una alianza cada vez más visible entre el kirchnerismo, la vieja política... y los gobernadores.
Sí, los gobernadores. Esos que hablan de "federalismo" cuando quieren más plata de Nación, pero callan cuando se trata de ordenar sus propias provincias. No han hecho ni un solo ajuste serio. Mantienen estructuras provinciales gigantes, llenas de empleados públicos, choferes, asesores, entes, ministerios y secretarías que nadie sabe bien qué hacen. O peor: sabemos que no hacen nada. Y cobran sueldos de un país nórdico mientras la mayoría de los argentinos pelea por llegar a fin de mes.
La verdad es que la casta también está en las provincias. No son solo los diputados y senadores. Los gobernadores no quieren soltar privilegios. Y mientras no achiquen el gasto en serio, la baja de impuestos -que es el norte que planteó Milei desde el primer día- no se va a poder concretar. Porque no hay magia: si no se gasta menos, no se puede cobrar menos.
Y ahí está la madre del borrego. La Argentina está quebrada por culpa de décadas de despilfarro, sobre todo durante los años kirchneristas, cuando con mayoría absoluta se votaron políticas populistas que hicieron creer a muchos que se podía vivir sin esfuerzo. Una especie de bienestar de cartón, donde los que menos tienen recibían algo, pero los que gobernaban hacían negocios millonarios detrás de cada plan, cada obra y cada contrato.
¿El resultado? Un país con el Banco Central fundido, inflación descontrolada y un déficit que nos dejaba siempre al borde del abismo. Ahora que se estaba empezando a ordenar la macroeconomía, el Congreso mete el pie en el freno. Y encima quieren hacernos creer que es por el bien de los jubilados, cuando todos sabemos que esos sectores políticos ya estuvieron en el poder casi 20 años y nunca resolvieron nada. Al contrario: robaron, mintieron y nos endeudaron hasta con nosotros mismos.
Hoy, desde el gobierno hablan de un golpe institucional desde el Congreso. Puede sonar exagerado, pero lo cierto es que las decisiones que se están tomando en el Parlamento apuntan a frenar al Ejecutivo y devolverle poder a los que nos dejaron como estamos. Y no por causas nobles, sino por negocio. Porque solos no convencen a nadie. Entonces se disfrazan de defensores de los jubilados, de los pobres, del pueblo.
Pero el pueblo ya se dio cuenta. No hay salida posible sin sacrificio. Y no hay sacrificio que valga si los que están arriba no empiezan a recortar en serio. No alcanza con ajustar Nación. Hay que ir por las provincias también. Porque si seguimos sosteniendo una estructura que ya no da para más, no habrá Argentina que aguante. Y entonces sí, no quedará nada que defender.