Analistas Por Walter Schmidt

El éxito de Milei, atado a la dosis de pragmatismo después de octubre

El dilema de octubre será el mismo de hoy, entre el "purismo" que exige Karina Milei y la "negociación" que propone Santiago Caputo.

Lunes, 7 de Julio de 2025

Después del 26 de octubre, el presidente Javier Milei estará ante el enorme dilema entre profundizar una gestión basada en un modelo ideológico, o dar un giro hacia un modelo pragmático como el que han tenido alguno de las etapas políticas más extensas de los últimos tiempos como el menemismo y el kirchnerismo.

Una disyuntiva que hoy se ve reflejada enel "purismo" del armado político que exige Karina Milei, y el perfil de "negociador" que propone Santiago Caputo como recurso. Ella no quiere repetir lo que los libertarios consideran, un gran error por Juntos por el Cambio y de Mauricio Macri, que terminó implosionando. El asesor observa que así será más compleja la construcción de un frente de Milei.

En la Casa Rosada no ocultan que para convertir en exitosa la administración libertaria, más allá de logros puntuales y no menos importantes como el control de la inflación y del tipo de cambio, necesitarán entre ocho y doce años de gobierno libertario. Una década mileísta a la sombra de Menem y los Kirchner.

En tren de definiciones, podría decirse que Menem y Néstor Kirchner eran líderes pragmáticos; en cambio Cristina Kirchner y el propio Milei tienen un perfil más dogmático.

El pragmatismo político es, hasta ahora, a lo que Milei le ha escapado: recortar su ideología por cuestiones prácticas, para obtener mejores resultados. Refugiado en una batalla cultural, no ha dado señales de cambiar esa estrategia.

Pero ¿por qué Milei debería ser pragmático a partir de octubre? Pese a un triunfo electoral a nivel nacional, probablemente quede bastante lejos de la mitad más uno de los votos en Diputados y también en el Senado.

Desde ya, la victoria provocaría la huida de dirigentes del PRO y de la UCR hacia los bloques de La Libertad Avanza. Pero también, que quienes se queden en sus partidos endurezcan su posición frente a la Casa Rosada y hasta armen otros frentes que no sean ni libertarios ni kirchneristas, en el inicio del largo camino hacia la aventura del 2027.

Difícilmente, en soledad, Milei consiga aprobar las reformas que promete, y le exigen aquí y en el exterior. Necesitará de radicales, de los macristas que queden, y de los legisladores que responden a los gobernadores, cada vez más combativos.

¿Qué puede revertir esa lógica para que los libertarios se aseguren los votos para aprobar proyectos de ley? Una actitud de consenso, de mayor negociación de los recursos y disponibilidad a aceptar cambios en los proyectos propios.

Hay atisbos de pragmatismo que el propio oficialismo ha buscado ocultar para no demostrar que puede negociar su ideología, pero que no siempre han salido bien: la propuesta de Ariel Lijo a la Corte Suprema y las negociaciones con el kirchnerismo que terminaron con la caída de Ficha Limpia a cambio de frenar la comisión investigadora del escándalo cripto; la estrategia de destruir al PRO de Mauricio Macri, quien fuera su principal aliado, o de cooptarlo como ocurre en la provincia de Buenos Aires; la adopción de dirigentes ex massistas y kirchneristas para conformar el nuevo oficialismo, marginando -otra vez- al PRO.

¿Podrán los Milei encarar una segunda etapa con otra actitud, radicalmente distinta, extendiendo la mano en vez de quitarla? Los agravios, insultos, escraches digitales y juicios que alimentan a diario una larga lista de enemistades serían pesadas piedras a remover en ese eventual camino. Y el kirchnerismo sabe lo difícil que es.

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