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Café con rosca: "Siempre los mismos"

Todo se sabe en la mesa de un café, desde el más mínimo rumor hasta aquellos que pueden cambiar la realidad de las cosas.

Sabado, 5 de Julio de 2025

Es una esquina de la ciudad, donde la vereda cruje con hojas secas, las tazas de café vienen con opiniones incluidas y todos los jueves, a las siete en punto, se reúnen cuatro amigos que dicen no hacer política, pero no hablan de otra cosa.


El café se llama "La Causa", aunque en el cartel dice otra cosa. Nadie le dice así oficialmente, para todos es el café de Aldo, pocos saben su verdadero nombre.


Era raro ver al Magistrado antes que, al Grandote, pero esa tarde-noche, él ya estaba ahí, esperando.


Magistrado le dicen a Gastón, por su trabajo como secretario en un juzgado que parece existir solo en papel. Su juez, ese ser mitológico que debe impartir justicia, no se sabe si vive o si se jubiló en vida. Gastón llegaba siempre con expedientes bajo el brazo y hablaba como si hubiera dictado sentencias él mismo. 


El Grandote, entró con el abrigo en el brazo y cara de saberlo todo. Dice ser "asesor legislativo", aunque en realidad se mueve como lo que realmente es: un lobista de vieja escuela. 


Tras él, llegó el Flaco, el político profesional del grupo. Había militado en tres partidos, dos movimientos vecinales y una agrupación estudiantil de izquierda en los noventa que luego fue cooptada por el oficialismo. Pero si algo no había cambiado nunca eran sus dedos en V y su olfato para saber a quién arrimarse en temporada electoral.


Por último y sin anunciarse, hizo su arribo el Innombrable. Le dicen así, no porque no tenga nombre, sino porque a todos les conviene fingir que no lo saben. Siempre está "en algo": armando una mesa chica u operando para un pase de bloque. Habla poco, pero cuando lo hacía, todos toman nota. Su teléfono nunca deja de vibrar, y más de una vez se retiró con una excusa tan obvia como: "Me tengo que ir, me está esperando alguien importante".


-¿Lo vieron al gurú? -preguntó el Magistrado, con el café humeando como si quisiera ocultar la frase.


-¿Cuál gurú? ¿El económico o el político? -preguntó el Grandote, que tenía un gurú para cada función.


-El que dijo que en este país la macro ya está ordenada y que lo demás se va a acomodar solo. -Gastón giró la cuchara en el pocillo con aire de juez en feria.


-Eso no lo dice ni el FMI con ganas de ayudar -tiró el flaco, y el Grandote soltó una carcajada nasal.


-Lo que pasa es que quieren instalar que la gente está impaciente. Pero la gente no entiende de ciclos. No entienden que primero se estabiliza arriba, y después, con suerte, cae algo -dijo el Grandote, haciendo un gesto como si repartiera migajas.


-¿Cae algo? A vos te cayó un contrato con el Data Center y la economía todavía no se recuperó -lo pinchó el flaco.


Pero antes de que pudiera defenderse, Hernán, el mozo, ya distribuía la comanda sobre la mesa: dos cortados en jarrito para Gastón y el Innombrable, un café chico bien cargado para el flaco y un café con leche con una medialuna para el grandote. 


-Igual, estoy laburando -respondió el Grandote-. Armando el mapa. El acuerdo ya está, eh. Morado-Violeta. No lo van a decir así, pero ya está cocinado.


-¿Y la doctrina? ¿Y la coherencia? -ironizó el flaco.


-¿Cuál doctrina? Si este es un país donde la doctrina es el Excel -dijo el Grandote, sin rastro de pudor.


-Un frente amplio, pero no tanto. Como el PJ, que va unido ¿Qué te dije? -lanzó Gastón


-Sí, pero no van todos igual -respondió el Grandote-. Dejan afuera a un sector que no está con los históricos ni con La Cámpora. Se cerraron fuerte.


-Eso es por el susto. Cuando vieron que el gobierno se aliaba con los libertarios, apretaron filas. Los intendentes fueron los primeros en decir "vamos todos juntos o nos comen crudos" -agregó el Innombrable.


-¿Y los Libres del Sur? -preguntó el Magistrado, sirviéndose azúcar sin revolver.


-Dijeron que se iban si había acuerdo. Por eso ya tienen todo acordado con el Partido Verde -dijo el Grandote, mientras escroleaba frenéticamente.


-O sea que ahora son... ¿Libres del Verde o Verdes del Sur? -bromeó Hernán, mientras pasaba con una bandeja, y todos rieron.


-Los Libres de Algo. Son chicos, poco ruidosos. Pero en una elección con baja participación, cualquiera te mete un concejal -apuntó el Innombrable


-El problema ahora es el calendario. El gobierno no pone fecha. Y eso ya empezó a molestar. -remarcó el Magistrado.


-¿Molestar a quién? -preguntó el Grandote-. Si nadie tiene plata para arrancar.


-A los amarillos, por ejemplo -dijo el flaco, con tono neutro-. Van a salir a exigir una fecha ya. Dicen que el mandamás local está especulando.


-Y tienen razón -añadió Gastón-. Con la situación como está, cada semana puede cambiarte el humor social. Si hay algo que el gobierno no quiere es votar con la gente enojada.


-Por eso no largan la fecha -dijo el Magistrado-. Están midiendo, todo el tiempo. Es como una estrategia de ajedrez, pero con fichas de dominó.


-Además, en el fondo tienen miedo. Porque saben que con los libertarios ganan tiempo, pero no saben si ganan muchos votos -cerró el Grandote.


-¿Y quién arma la campaña? -preguntó el flaco.


-La misma consultora que vendió el tren de cercanía como "el proyecto del futuro" -le respondió, en tono burlón, el Grandote.


La charla giró entonces hacia la interna silenciosa dentro del oficialismo. Había intendentes que no estaban de acuerdo con abrirle espacio a los libertarios, pero como ya está cerrado el acuerdo, se llaman a silencio.


-Es raro ver al PJ cerrado y al gobierno abriéndose tanto que se desdibuja -comentó Gastón.


-Porque el peronismo, con todos sus problemas, al menos sabe cuándo tiene que agruparse. El oficialismo está haciendo equilibrio sobre una cuerda floja con zapatillas prestadas -dijo el flaco, con tono de sentencia.


El Innombrable giró la cabeza, miró hacia la ventana y lanzó una frase:


-Esperen a que pongan fecha. Ahí va a empezar la verdadera campaña... y las traiciones.


-Fecha de vencimiento-disparó el Grandote - como Superzenegger


-¿Quién? -preguntó el flaco, haciéndose el distraído.


-Sturzenegger, el ministro de los superpoderes -aclaró el Grandote - Que se le vencen la semana que viene, y parece que va a firmar más decretos en cinco días que Perón en sus tres mandatos.


-Están esperando la catarata, ¿no? -dijo el Magistrado-. Se viene un aluvión de reformas. 


-Y una de las primeras es la del INV -agregó el Grandote-. Lo bajan de categoría. Pasa a ser parte de un ministerio. Chau autonomía, chau caja. Todos sabemos que ahí se recaudaba más que en la Vendimia de la estancia.


-Los bodegueros están chochos -apuntó el Magistrado-. Dicen que se termina la burocracia y el curro. Aunque algunos también están nerviosos... porque no saben a qué ministerio va a ir a parar.


-A Economía, seguro -respondió el Grandote-. Aunque alguno quiere que lo agarre Agricultura. Igual, poco les importa: con que bajen el personal político y los requisitos absurdos, ya están de festejo.


-Es gracioso -dijo el flaco-. Dicen que es una medida para "reordenar el Estado". Pero no lo hacen con ley, lo hacen con decreto. Como si reformar estructuras fuera cambiar un archivo de Word.


-Igual no es chiste -intervino el Magistrado-. En estos días van a firmar cosas que no se van a poder deshacer fácil. 


Con el celular en la mano y el gesto adusto, el Innombrable sentenció: 


-Ya está la lista de los decretos que saldrán entre lunes y jueves. Uno por hora.


-¿Tenés los temas? -preguntó el flaco, sin disimular la ansiedad.


-Algunos. INV, Aduanas secundarias, cierre de direcciones duplicadas, reconversión de organismos que no controlan nada, y algo fuerte para los entes descentralizados.


-O sea, el desarme del Estado versión 2.0 -resumió el Grandote- "readecuación administrativa basada en eficiencia fiscal".


-Suena a 'paper' de consultora -ironizó el flaco.


-Es que eso es el nuevo Estado. No político. Técnico. -sentenció el Magistrado


- Pero técnico de Excel, no de territorio-dijo con una mueca el flaco


-Habrá que ver lo que dicen en San Juan-añadió el Grandote- Siempre criticaron que el INV era manejado por Mendoza.


-Están con otro lío, más grande, que va a traer cola-respondió el Innombrable.


-¿Lo del sabotaje? -preguntó Gastón.


-¿Y eso qué tiene que ver con política? -dijo el flaco, haciéndose el distraído.


En ese instante, como si el guion estuviera escrito, se enderezó en su silla el Innombrable. Miró a todos, uno por uno.


-¿Quieren saber lo que pasó de verdad? -preguntó, sabiendo que sí.


Se hizo un silencio breve pero tenso.


-La cosa es así muchachos. Noche del 9 de abril. Paro nacional. San Juan. Una empresa de vidrio, la más grande de la región. Fábrica de botellas. Muchos turnos, muchas máquinas. Los hornos no se apagan nunca. Si se apagan, se arruina todo.


-Y justo esa noche. -dijo Gastón.


-Justo esa noche, dos dirigentes gremiales de una rama pesada del sindicato decidieron "hacerse los bravos". Entraron a la planta cerca de la medianoche -dijo el Innombrable, sin levantar la voz.


-¿Entraron cómo? -preguntó el Grandote.


-Con credenciales. Uno es delegado y el otro, el secretario general del gremio. Entraron como quien va a verificar que se respete el paro. Pero no fue eso lo que hicieron.


-¿Qué hicieron? -preguntó el flaco, sin poder evitarlo.


-Fueron derecho a una de las máquinas clave, de la línea de producción. Se ve en las cámaras. Niegan haber sido ellos, pero no niegan el hecho. Tocaron el panel. Apagaron el sistema. Se quedaron mirando. Luego se fueron -pausó-. El horno bajó temperatura. Se perdió todo.


-¿Y la empresa? -preguntó el Grandote, mordiéndose un nudillo.


-La empresa calculó el daño en más de 17 millones de pesos. El horno quedó fuera de servicio. Los abogados del gremio aseguraron que el daño no era tanto, porque el vidrio se puede reutilizar. Pero el seguro no quiso cubrir porque fue sabotaje. Y la empresa presentó la denuncia, con el video, y todo. A la Justicia.


-Y la Justicia... -dijo Gastón, girando su taza en círculos.


-La Justicia los imputó esta semana. Formalmente -agregó el Innombrable -Y les prohibió salir de la provincia. No es menor. 


-Un ataque al derecho a huelga-lanzó el flaco, como en un panfleto universitario.


-No. Eso es peligrosísimo, no es huelga -dijo el Magistrado-. Estás hablando de sabotaje industrial con trasfondo político.


-Exacto -asintió el Innombrable-. Por eso el gobierno provincial se llamó al silencio. No quieren quedar pegados. Ni con el sindicato ni con la empresa. Pero en off. todos saben que, si eso se expande, se pudre.


-¿Y el gremio? -preguntó el Grandote.


-¿Y los medios? -respondió preguntando el Innombrable-. Porque esta historia está en carpeta, pero todavía no estalló. Cuando salga el video. van a correr todos a despegarse.


-¿Y la política? -preguntó el Magistrado-. ¿No va a usar esto?


-Ya lo está haciendo -dijo el Innombrable-. Hay sectores del oficialismo que quieren usarlo para justificar más reformas laborales. Y del otro lado, hay sindicalistas que lo van a usar para victimizarse. Todos se van a colgar de esta historia. 


Hubo un silencio largo. Pesado. 


El Innombrable se levantó. Se puso el abrigo y antes de irse, murmuró:


-Esto recién empieza.


Y se fue, como siempre. Sin pagar, sin mirar atrás.


Ya era tarde cuando los demás se levantaron. Se despidieron sin abrazos, como siempre, y prometieron volver el jueves. No sabían si alguno faltaría, si el Innombrable traería otra bomba, o si el flaco llegaría con una remera de su nuevo partido.


Mientras juntaba las tazas, Hernán miró a Aldo.


-¿Sabe qué pienso a veces?


-¿Qué?


-Que todo lo que pasa en este país se cocina en una mesa como esta. Solo que hay menos café y más whisky. Igual, entiendo mejor el país así que viendo tres noticieros seguidos.