La batalla cultural a la que debería dedicarse el Gobierno no pasa por Paka Paka ni por insultar a periodistas y artistas: lo que necesita es generar confianza en la economía para que los dólares salgan del colchón.
A veces parece que el Gobierno -empezando por Javier Milei- se distrae. O se confunde. Fue elegido con un mandato clarísimo: ordenar la economía tras décadas de desastre. No se le pedía ni se le pide mucho más. Semejante logro ya sería más que suficiente. Estabilidad y, si se puede, crecimiento.
Y en esa cuestión no le va mal. La inflación baja -la de mayo marcaría un nuevo piso para esta gestión, alrededor del 2%- y el dólar es libre y está planchado. No es poco. Gracias a datos tan contundentes como esos ganó las elecciones en la Ciudad y amenaza con desbancar al peronismo en la Provincia de Buenos Aires.
Pero el entusiasmo lo enreda. Se mete en escaramuzas de las que suele salir escaldado, de las empanadas de Darín a la programación adoctrinadora de Paka Paka, pasando por una insensibilidad poco redituable en conflictos como el del Garrahan.
Equivoca el objetivo de la única batalla cultural que debería dar: lograr confianza en la economía.
Porque la conseguida hasta el momento no alcanza. Lo prueba la resistencia de los dólares encanutados a salir del colchón: a más de diez días de anunciado, el nuevo blanqueo imaginado por el Gobierno, bautizado como corresponde de manera pomposa, Plan de reparación histórica de los ahorros de los argentinos, no arranca.
Este lunes, Federico Furiase, director del Banco Central, reconoció que la iniciativa es clave porque apunta "a la remonetización en dólares para que siga habiendo crecimiento, para meter a todos esos dólares dentro de la formalidad".
Y admitió: "Obviamente, tampoco se puede esperar que de la noche a la mañana eso empiece a ocurrir". Algo similar dijo el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien anunció que el Gobierno presentará esta semana un proyecto de ley que le otorgue más garantías a los ahorristas.
¿Alcanzará con una ley? Miles y miles de canutos todavía tienen frescos en su memoria la Ley de Convertibilidad, el sádico corralito y la fatal pesificación. Otros, más memoriosos, recuerdan el Rodrigazo. Los más nuevos, no olvidan el cepo.
No hay canuto que no tenga pesadillas en este país.
Que el dólar pase a ser moneda de consumo en lugar de instrumento de ahorro implicaría un profundo cambio cultural en la mentalidad de la enorme mayoría de los argentinos. Para sacar los verdes del colchón -o dejarlos en el banco, aunque sea- hace falta creer que eventualmente uno podrá comprarlos de nuevo con libertad. Premisa que se incumplió tantas veces que naturaliza la desconfianza. Estrés postraumático, se llama.
Como admite Furiase, el Gobierno necesita de todos los dólares que pueda (como todos los gobiernos argentinos de los últimos 100 años). En gran medida, por su propia política económica: para bajar la inflación mantiene retrasado el dólar, lo que a su vez afecta la balanza comercial por el aumento de importaciones, además de desequilibrar la balanza cambiaria en general. Por ejemplo, fueron 3613 los millones de dólares gastados por turistas, fronteras afuera, en el primer cuatrimestre, contra 2404 millones a favor del sector energético.
En ese sentido, los alrededor de 250.000 millones de dólares que los argentinos atesoran fuera del sistema le darían, más que una manito, una manaza al plan. Si parte de esa masa de dinero pasara a circular entre nosotros ayudaría al consumo, evitaría que el Gobierno intervenga con la que le prestó el FMI y contribuiría a la baja de la inflación porque el dólar abundante tendría precio planchado. Circulo virtuoso. Win win, diría Cristina.
La clave está en la palabra atesoran. Nadie arriesga un tesoro y la tarea primordial de Milei, Luis Caputo y Cía. debería apuntar a disminuir ese "riesgo país".
Con el canuto no se juega.
La exvicepresidenta anunció que será candidata por la tercera sección electoral bonaerense, bastión del peronismo. Los candidatos del Presidente hablarán de la necesidad de llevar sus éxitos a nivel nacional para acabar con la pobreza en PBA.