Analistas La columna de Antonio Ginart

"Volver a la disciplina: un paso hacia el futuro"

Viernes, 30 de Mayo de 2025

Mirá, no es ninguna novedad que en los últimos veinte años muchos de nuestros pibes se criaron en una cultura del menor esfuerzo. No estudian, no laburan y esperan que el Estado les tire un subsidio. Algunos hacen changas, otros se meten en la delincuencia, y hay quienes terminan atrapados por las drogas. Familias enteras destruidas por esta realidad.

Por eso, el anuncio del gobierno sobre el nuevo Servicio Militar Voluntario para jóvenes de entre 18 y 28 años es, sin dudas, una buena noticia. El vocero presidencial, Manuel Adorni, explicó que será coordinado entre los ministerios de Defensa y Capital Humano. Se apunta a que estos chicos, que no estudian ni trabajan, encuentren una oportunidad concreta: formación, contención, y sí, algo de disciplina. Aprenderán oficios como cocina, mecánica, vigilancia y también van a poder terminar el colegio.

Pero muchos creemos que no debería ser voluntario. Debería ser obligatorio. ¿Por qué? Porque lo mismo pasa con la escuela: es pública, es gratuita. y aún así, muchos la abandonan. Como no hay una exigencia real, no hay rumbo. Y esos chicos, sin estructura, quedan a merced de los peores males que tiene nuestra sociedad: las drogas, el delito, la violencia. No es que no hay oportunidades. Es que sin una base firme que los empuje a aprovecharlas, terminan perdiéndose.

La cultura del esfuerzo se perdió. Se perdió el respeto al otro, la idea de comunidad, el sentido de responsabilidad. Y también se están perdiendo los oficios: cada vez cuesta más conseguir un gasista, un carpintero, un electricista. Este servicio militar, si está bien hecho, puede ayudar a recuperar parte de eso. Que los jóvenes se levanten temprano, que cumplan con tareas, que aprendan a convivir, que sepan lo que es ganarse algo con el sudor de la frente.

No hablamos de un régimen autoritario. Hablamos de orden. De oportunidades con reglas. Hablamos de construir ciudadanía desde lo más básico: respetar al otro, aprender a trabajar, valorar lo que uno tiene. Y sobre todo, amar a la Patria, no sólo desde la tribuna, sino en el día a día, con hechos concretos.

Este programa puede ser el comienzo de algo mucho más grande. Una semilla para reconstruir el tejido social desde los cimientos. Ojalá esté bien implementado. Ojalá le devuelva a muchos jóvenes la dignidad que da el esfuerzo. Y ojalá, dentro de unos años, miremos para atrás y digamos: "acá empezó un cambio de verdad".