La homilía del arzobispo Jorge García Cuerva, con críticas directas al "terrorismo en las redes" y la desinformación, resonó como un eco de aquel sermón de Jorge Bergoglio en 2006, que marcó la primera ruptura con el matrimonio Kirchner.
Javier Milei ha desatado una tormenta política que recuerda, peligrosamente, a los tiempos más álgidos del kirchnerismo. Su reciente desplante a Jorge Macri y Victoria Villarruel en el Tedeum no es un hecho aislado, sino un síntoma de una estrategia que busca aniquilar a todo aquel que cuestione su gestión, tal como lo hicieran Néstor y Cristina Kirchner.
La homilía del arzobispo Jorge García Cuerva, con críticas directas al "terrorismo en las redes" y la desinformación, resonó como un eco de aquel sermón de Jorge Bergoglio en 2006, que marcó la primera ruptura con el matrimonio Kirchner. La historia parece repetirse, con Milei adoptando tácticas similares de confrontación y polarización.
El paralelismo con los Kirchner se extiende al trato hacia la prensa, con un ejército digital dedicado a insultar y escrachar a los periodistas críticos. Empresarios, economistas y miembros de la Corte Suprema también entran en la mira, siguiendo el libreto de la creación de enemigos que tan bien manejó el kirchnerismo.
Pero la pelea más llamativa es, sin duda, la que mantiene con Mauricio Macri. Tras jubilarlo públicamente y criticar su gestión, Milei no le perdona a Jorge Macri haber desdoblado la elección porteña. La interna en el PRO queda al descubierto, con un expresidente que parece haber abandonado a su suerte a la fuerza que lideró.
La relación con Victoria Villarruel también se ha deteriorado hasta el punto del silencio. El destrato en la Catedral es una muestra de que la vicepresidenta ya no forma parte del círculo de poder, alimentando las especulaciones sobre su futuro político.
Mientras Milei se aferra a la baja de la inflación y al control del déficit fiscal, la gran pregunta es si logrará romper con el legado de confrontación y construir un gobierno más dialogante. La historia reciente nos enseña que la polarización no conduce a ninguna parte, y que es necesario construir puentes para superar las divisiones. El desafío para Milei es demostrar que está a la altura de las circunstancias y que es capaz de liderar al país hacia un futuro al menos no tan caótico.
El Presidente busca aprovechar el impulso de las elecciones porteñas para dominar el centro de la escena política, de cara a los comicios claves que quedan