Este fin de semana hubo elecciones en varias provincias y los resultados dejan tela para cortar. En el Chaco, en Salta, en Jujuy y en San Luis se votó y hay algo que se repite en todas: los oficialismos provinciales hicieron buena elección, muchos de ellos con perfiles dialoguistas y con vínculos bastante sanos con el gobierno nacional de Javier Milei. Algunos, incluso, decidieron desmarcarse de las estructuras tradicionales para plantarse más cerca del electorado real que de las cúpulas partidarias. Y eso, al parecer, se valora.
Otro dato clave: La Libertad Avanza, que en varias de estas provincias ni siquiera había participado en las elecciones anteriores, ahora mete concejales, legisladores provinciales y hasta gana municipios importantes. No es menor. Habla de una fuerza política que está dejando de ser un fenómeno exclusivamente nacional para empezar a construir desde abajo, algo que muchas veces se le criticaba. Milei no fue a cortar cintas ni a hacer campaña, pero su presencia estuvo. Y pesó.
En paralelo, el gran perdedor vuelve a ser el kirchnerismo. El peronismo que sigue abrazado a Cristina Fernández parece condenado a seguir perdiendo poder territorial. En San Luis, por ejemplo, volvieron a perder, y en otras provincias sus referentes casi ni figuran. La conducción de CFK está cada vez más aislada, atada a un relato que ya no convence ni siquiera a los propios. No es casual que varios gobernadores del PJ empiecen a marcar diferencias o se pongan en modo silencio. Saben que seguir con esa mochila los deja afuera del nuevo mapa político.
Y todo esto pone la lupa sobre lo que viene: las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. Si las señales del interior marcan algo, es que los oficialismos bien gestionados y con diálogo real con la Nación tienen chances concretas. Y que La Libertad Avanza ya dejó de ser un espectador para empezar a disputar en serio. ¿Cómo va a reaccionar el votante porteño frente a este nuevo escenario? ¿Cuánto pesa Milei en la Capital después de estos meses de gestión? ¿Y qué le queda al kirchnerismo en ese territorio? Hay expectativa, sí. Y mucha. Porque lo que empezó en las provincias podría replicarse en el corazón del poder político y mediático del país.