Che, ¿no les da un poquito de vergüenza? Porque mientras los senadores de La Libertad Avanza y del PRO se tiran con de todo por el fracaso de la ley de ficha limpia, hay una que debe estar descorchando champagne: Cristina Fernández. Sí, esa misma que vive posteando contra "Che Milei" y que tampoco se olvida de pegarle al macrismo. No los puede ni ver. Pero resulta que ahora, tanto libertarios como macristas, se acusan mutuamente de estar haciendo pactos con ella. ¡Un delirio por donde se lo mire!
No creo que sean ingenuos, no. Acá hay algo peor. Soberbia, ego, o esa miopía que te da el poder cuando te sentís el dueño de la verdad. Y mientras se entretienen con su rosca, los argentinos seguimos viendo cómo se les escapa otra oportunidad de hacer algo bueno de verdad. Porque la ficha limpia no es una bandera partidaria. Es sentido común. Es decir: si tenés una condena, no podés ocupar un cargo público. ¿Tan difícil es?
Pero claro, entre chicanas, pases de factura y operaciones cruzadas, el país vuelve a quedar en segundo plano. Otra vez. Lo mismo de siempre. Y a todo esto, los que realmente deberían estar nerviosos -los corruptos, los que no podrían pisar un cargo si esa ley existiera-, son los que más festejan. Los mismos vivos de siempre, los que saben cómo moverse en el barro y viven de que otros se peleen.
Pónganse de acuerdo, muchachos. Este no es un año más. La Argentina está tratando de levantarse, y ustedes se pisan entre ustedes como si estuviéramos en una feroz y eterna campaña electoral. Sean serios. Den la cara. Y si de verdad quieren cambiar las cosas, arranquen por dejar de actuar como si todavía fueran oposición. Ya no hay margen para jugar a ver quién queda mejor parado en Twitter o X.
Los ciudadanos no estamos para aplaudir shows de vanidades. Queremos decisiones. Queremos justicia. Queremos que, por una vez, la política se ponga al servicio de la gente y no de sí misma.
Cristina se ríe. y con razón. Porque mientras ustedes siguen cruzando acusaciones, los que deberían quedar afuera del sistema siguen bien adentro. Y los argentinos, como siempre, bien afuera.