Analistas Por Héctor Gambini

Francisco, el Papa argentino que habla tras su muerte

Una entrevista póstuma, el mensaje de su funeral y las coincidencias entre su primer discurso como Papa y sus palabras finales.

Jueves, 24 de Abril de 2025

En febrero de 2020, el ensayista italiano Nuccio Ordine publicó en el Corriere della Sera una entrevista al célebre crítico literario francés George Steiner, un referente de la intelectualidad europea durante 40 años. El reportaje tenía una particularidad: era póstumo.

Steiner había aceptado responder las 17 preguntas con la única condición de que todo se publicara al día siguiente de su muerte. Sólo hablaría desde el más allá.

-¿Por qué una entrevista póstuma?

-Siempre me fascinó la idea de algo que se hará público cuando yo ya no pueda leerlo. Un mensaje para los que se quedan y una manera de despedirme dejando que se oigan mis últimas palabras...

Steiner tenía 90 años y hablaba seis idiomas con fluidez.


Mientras los lectores seguían sus reflexiones sobre cuestiones tan humanas como el amor, la amistad, la autocrítica o el peso de los deseos incumplidos, él estaba muerto.

Ahora sabemos que el Papa Francisco hizo lo mismo con el periodista Nelson Castro.

En 2018 le contó sobre miedos y tristezas a cambio de que la entrevista se difundiera tras su muerte.

"Hay que cebarle mate a la neurosis, porque es una compañera de toda la vida", dijo entonces pero nos dice ahora, a punto de ser sepultado.

¿Qué tipo de legado es la palabra?

En la primera frase como Papa: "Comencemos este camino, Obispo y pueblo".

En la última: "¿Creés que podré hacerlo? Gracias por traerme de vuelta a la plaza".

Una misma idea inicial y final: Obispo y pueblo. Obispo y plaza.

Es posible que esa comunión -ratificada ahora por miles de fieles de todo el mundo presentes en su despedida romana- termine siendo la marca mayor del recuerdo póstumo de Francisco, tallada a fuego en su alma de niño Jorge por aquel primer peronismo del 46, cuando salió campeón su inolvidable San Lorenzo de Farro, Pontoni y Martino.

Francisco tuvo un papado de gestos numerosos; progresistas para los conservadores o tibios para los progresistas.

Fue el Papa argentino reconocible en la picardía de alguna respuesta, en gobernar a los católicos del mundo con un ojo en estas tierras y en cosechar aquí quizá más críticas -y más despiadadas- que en el resto del planeta.

Sus gestos influían en la política argentina y él lo supo siempre. El lenguaje corporal de una foto. Su sonrisa con la mano del invitado entre las suyas o mirando a cámara serio, con los brazos colgando a los costados, en actitud de fastidio.

En aquellas imágenes, las caras de Francisco eran likes o emojis de pulgares hacia abajo.

El kirchnerismo le pegó en masa y luego se le colgó de la sotana; Macri fue por la foto y trajo una máscara de desdén; Milei lo llamó demonio comunista, luego se disculpó y ahora destaca su "bondad y sabiduría".

Su país del fin del mundo le blandía la grieta como un torero en esa corrida febril de la política argentina y Francisco -acaso por la vigencia de sus reflejos- eligió correr, más que correrse.

No faltaron las homilías urbe et orbi con metamensajes a la realidad argentina que el mundo no advertía de inmediato, pero nosotros sí.

Debajo de las grandes frases que ahora inundan las redes, han distinguido al Papa argentino miles de anécdotas mínimas, personales, con llamadas telefónicas y cartas de puño y letra compartidas con amigos o con desconocidos, donde destilaba siempre una empatía sin igual y un trato personal, amoroso y exquisito.

"La Iglesia no tiene que cerrarle la puerta a nadie. A nadie", le respondió a Celia, una joven que le preguntaba sobre su condición de no binaria. El Papa llamó "impostores" de la Iglesia a quienes lo hacían. A la chica le temblaba la voz.

Francisco habla también ahora en los detalles de un funeral más austero, que él mismo planificó como mensaje final.

Ordine, el entrevistador póstumo de Steiner, fue entrevistado luego por Juan Cruz para Clarín. Él veía a Francisco como un "revolucionario" por volver a incluir a los pobres en el discurso oficial de la Iglesia.

Inclusión y cercanía, sería entonces el legado más visible de Francisco en estas horas.

¿Es eso importante? Lo sabrá el próximo Papa, si arrastra esas varas de nuevo hacia las marcas de abajo.

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