Analistas La columna de Antonio Ginart

Aerolíneas Argentinas, última llamada

Aerolíneas Argentinas se ha convertido en un agujero negro para el Estado. Se han destinado miles de millones en subsidios para mantener una empresa que es ineficiente y sobredimensionada, con privilegios sindicales que no reflejan la realidad del país

Viernes, 20 de Setiembre de 2024

La situación de Aerolíneas Argentinas se ha vuelto insostenible. Los gremios aeronáuticos, liderados por sindicalistas como Pablo Biró de APLA, han venido paralizando el país con una ola de paros que perjudica a miles de pasajeros. La extorsión disfrazada de reclamo laboral es evidente, y ya no sorprende ver cómo los mismos de siempre —los que viven del Estado y no para el Estado— vuelven a ponerse en el centro del conflicto, bloqueando cualquier posibilidad de mejora en la aerolínea. Estos paros son un intento claro de mantener sus beneficios y prebendas, mientras el país sigue pagando una factura imposible de sostener.

Aerolíneas Argentinas se ha convertido en un agujero negro para el Estado. Se han destinado miles de millones en subsidios para mantener una empresa que es ineficiente y sobredimensionada, con privilegios sindicales que no reflejan la realidad del país. Los pilotos y otros empleados no se ven afectados por la crisis económica que afecta a la mayoría de los argentinos; ellos siguen disfrutando de beneficios que el resto de la población ni siquiera puede imaginar. Estos gremios defienden un statu quo que, lejos de mejorar, sigue deteriorando el servicio y acumulando pérdidas.

El Gobierno, consciente de la situación, ha comenzado a mover las piezas para apurar la privatización de la compañía. La propuesta del diputado Hernán Lombardi, que cuenta con el respaldo de los libertarios, el PRO y sectores de la UCR, busca vender la aerolínea para sacarla de las manos del Estado, dejando claro que los tiempos de empresas estatales que solo absorben recursos están llegando a su fin.

El proceso no será sencillo. Los gremios ya están moviendo sus fichas, reuniéndose con diputados de extracción sindical como Hugo Yasky, quien sostiene que el Gobierno podría resolver el conflicto dando los aumentos salariales que reclaman. Pero esto solo perpetuaría el problema, hundiendo aún más a una empresa que no puede seguir dependiendo de los fondos públicos.

La venta de Aerolíneas promete traer mayor conectividad en todo el país, con la apertura a vuelos directos desde el exterior y un aumento del turismo. No podemos seguir manteniendo una empresa que no es competitiva ni eficiente. Es hora de que se rompa el monopolio de los sindicatos y se dé paso a una reestructuración que permita a la aerolínea operar en un mercado moderno y desregulado.

Es claro que la privatización tiene oposición, pero también apoyo en gran parte del Congreso. El radicalismo, aunque no presenta un frente completamente unido, está dispuesto a abrir el debate, con voces como la de Rodrigo de Loredo apoyando una reestructuración. Sin embargo, algunos sectores insisten en seguir un modelo obsoleto, negándose a ver la realidad.

En definitiva, la privatización de Aerolíneas Argentinas no es solo una posibilidad, es una necesidad. No se puede seguir tirando dinero en una empresa que, bajo el control de los sindicatos, ha demostrado ser incapaz de brindar un servicio eficiente y rentable.